El español Pablo Ibar sigue en el corredor de la muerte en Florida (EEUU): Desestiman su recurso

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El español Pablo Ibar, que lleva casi 22 años preso, 15 de ellos en el corredor de la muerte en una cárcel de Florida. EFE

Lasvocesdelpueblo y Agencias – Fotografía del español en el corredor de la muerte. El recurso de «reposición» ante el mismo tribunal fue presentado por la fiscalía estatal a finales de febrero, que intentaba así revertir el dictamen emitido unas semanas antes sobre la condena a muerte de Ibar por los asesinatos de tres personas, el dueño de un local nocturno y dos modelos, cometidos en 1994. El Tribunal Supremo de Florida (EEUU) desestimó hoy el recurso presentado por la fiscalía por la anulación de la condena a muerte del español Pablo Ibar, decidida por esa misma instancia judicial en febrero. Andrés Krakenberger, portavoz de la Asociación contra la Pena de Muerte Pablo Ibar, reveló la notificación enviado por el Supremo de Florida al abogado del español, Benjamin Waxman, en la que le comunica que la apelación presentado por la fiscalía ha sido desestimada. Washington (Estados Unidos -EEUU-), 16 mayo 2016. Fotografía: El español Pablo Ibar, que lleva casi 22 años preso, 15 de ellos en el corredor de la muerte en una cárcel de Florida. Archivo Efe.  

El dictamen del Supremo de Florida, que sigue en pie, implica la celebración de un nuevo juicio contra Ibar, de 45 años y único español que estaba condenado a muerte en Estados Unidos. Según la información recabada por la Asociación contra la Pena de Muerte Pablo Ibar, el traslado de Ibar a un régimen penitenciario normal puede producirse «en un plazo máximo de 15 días». Ibar lleva casi 22 años preso, 15 de ellos en el corredor de la muerte, en un penal de Rainford, en Starke (Florida), desde que en 2000 fue condenado a la pena capital por el triple asesinato. Uno de los argumentos de peso examinados por el Tribunal Supremo de Florida para la anulación de la condena es que el «ADN de Ibar no fue encontrado en la camiseta recuperada» en el lugar del triple crimen y que el asesino usó para «cubrirse parcialmente el rostro».

La defensa de Ibar, quien siempre ha mantenido su inocencia, resaltó en su apelación ante el Supremo de Florida la poca fiabilidad de la prueba determinante, un vídeo «sin sonido, borroso, granulado», grabado por las cámaras de seguridad de la casa del dueño del club y el testimonio, en ese sentido, de un experto facial que lo tacha de nada fiable. El vídeo en blanco y negro fue grabado por las cámaras de seguridad de la casa del dueño del club nocturno y en el mismo aparecen dos individuos con el rostro cubierto buscando objetos de valor. Al final de la grabación se observa cómo uno de ellos se descubre la cara y, pese a la mala calidad de la imagen, la fiscalía dijo en el juicio que esa persona era Ibar.

Un día en la vida de Pablo Ibar La Asociación contra la pena de muerte del español Pablo Ibar pidió a Pablo que relate para los españoles un día típico de su vida en prisión. Este es el relato que les remitió. Una carta abierta para toda España

Carta abierta de Pablo Ibar

«Mis días habitualmente comienzan acompañados de fuertes gritos: «Chow time», lo que viene a significar que es la hora del rancho, como si fuéramos animales. Esto suele darse a eso de las cinco y media de la mañana; la comida llega en bandejas de plástico que deslizan bajo las barras de la puerta de las jaulas en las que estamos. El tamaño de las celdas es de aproximadamente de dos por tres metros, un espacio excesivamente pequeño para hombres que llevan aquí 25 o más años esperando su muerte.

Galería fotografía de Pablo Ibar, con su padre y con su esposa Tanya

Regreso al comienzo del día. Recibo el desayuno, que coloco en un bol para más tarde ya que no puedo comer y volver a dormir porque tendré acidez y dolores en el pecho. La otra razón por la que dejo la comida para más tarde es porque suelo tener hambre por las noches. Además, los veranos en Florida son extremadamente calurosos y muy húmedos. El único momento en el que tenemos temperaturas algo más bajas es a primera hora de la mañana, cuando el sol aún está bajo. Trato de aprovechar para dormir algunas horas antes de que me desvele el calor y los ruidos provocados por los golpes en las pesadas puertas, golpeadas por los oficiales para comprobar que están cerradas, a pesar de que tienen un tablero iluminado para saber si las puertas están o no cerradas.

En ese momento, es imposible dormir más; no tenemos aire acondicionado y te sueles despertar empapado en sudor. Tras asearme un poco, comienza el día. Acabo el desayuno que guardé antes; está frío, pero es mejor que sufrir la acidez. Después, normalmente trabajo en mi apelación, leyendo transcripciones o nuevas leyes que puedan afectar a mi caso con la esperanza de que pueda encontrar algún error que pueda ayudarme. También escribo cartas las personas que me muestran su apoyo, a mis amigos, a mi esposa y a mi familia. Todo esto si no nos permiten salir por la mañana.

Se nos permite salir dos veces por semana, dos horas cada vez. Unos días salimos por la mañana, entre las 9 y las 11 y otros por las tardes, entre la 1 y las 3. Fuera, puedes hablar con otros internos, jugar al baloncesto (mi deporte preferido), al vóley o hacer pesas y pasear. Sin embargo, si hay recuento, el tiempo de recreo es cancelado. También si llueve se cancela. Son sólo algunas de las causas por las que suele cancelarse el tiempo de recreo, lo que significa que perdemos el día y volvemos a las jaulas.

El almuerzo llega sobre las once y media o las doce. Si tengo hambre, almuerzo, pero si no, lo guardo para más tarde y así no pasar hambre por la noche. Luego continúo trabajando en mi apelación o respondiendo cartas. Suelo parar sobre la una y media o las dos para comenzar con mi rutina de ejercicio, que consiste en fortalecerme y algunos ejercicios cardiovasculares. Hago flexiones, algo de boxeo contra el colchón enrollado o levanto bolsas de libros, papeles o revistas. Después de dos horas, corro durante treinta minutos y acabo bastante sudado con estos ejercicios cardiovasculares.

La razón de tanto entrenamiento no es sólo por estar en forma física, sino también por razones de salud mental. Para mí, el ejercicio es como una terapia, me lleva fuera de estas paredes y de este aislamiento, me permite no pensar en mi situación. Por eso, trato de estar tan ocupado como me sea posible; para tener mi mente fuera de aquí y no echar de menos a mi familia. Supongo que tener una rutina me ayuda a sobrellevar mejor los días.

También el recibir visitas de mi familia o de mi esposa me ayuda; más de lo que ellos puedan imaginar. Sin su apoyo, sin su amor, sin ese contacto humano de la gente que de verdad te quiere, no sé qué sería de mi salud mental. Imagina estar encerrado, aislado del mundo exterior durante 20, 25 o 30 años sin contacto con amigos o con las personas queridas que se preocupan por ti. Hay mucha gente aquí que ha perdido su salud mental porque no tienen ese contacto, esa interacción con la familia o los amigos.

Regreso a mi rutina diaria. La cena suele llegar sobre las cinco y media o las seis de la tarde, momento en que suelo estar hambriento, por lo que suelo comer al instante. Después, todo depende de si es el día de la ducha o no. Se nos permite ducharnos tres veces por semana, durante unos diez minutos. Nos llevan a las duchas esposados por la espalda. Una vez en la ducha, nos quitan las esposas. Antes de que te des cuenta, la ducha termina y los guardias te vuelven a esposar y te llevan de regreso a la celda, donde estarás encerrado el resto de la noche y el día siguiente, siempre encerrado solo a la espera de la muerte.

Por la noche veo algo de televisión, la misma televisión que tienes que comprar en la prisión. Veo algún evento deportivo, algún partido, algún programa o, si hay suerte, una película. También se nos permite tener una radio, que por supuesto tenemos que comprar. Suelo escuchar bastante música; no podría imaginar la vida, aquí o fuera de aquí sin música. Otras veces leo un libro, pero suelo estar tan cansado de leer sobre mi apelación y las transcripciones del juicio que, la verdad, últimamente no he leído muchos libros.

Así, el cansancio llega y si no hace mucho calor, intento dormir. Me encanta dormir porque en este sitio no me pueden quitar mis sueños. Más tarde, vuelvo a escuchar los gritos: «Chow time» y me doy cuenta que sigo en este horrible y oscuro sitio… Mi día en el corredor de la muerte…Pablo Ibar».