
Oviedo (Principado de Asturias) Reino de España, viernes 24 de octubre de 2025 (Lasvocesdelpueblo).- Discurso de su alteza real la princesa de Asturias, Leonor de Borbón y Ortiz, este viernes en el teatro Campoamor de Oviedo durante el acto institucional de la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias 2025. «Soy consciente de que a veces las palabras pronunciadas tras un atril pueden sonar vacías, pero sé también que no está de más repasar y recordar la naturaleza de las dificultades, y las soluciones, e insistir en que no hay fórmulas mágicas para gestionar esa complejidad. Hoy los premiados contribuyen, precisamente, a avivar ese entusiasmo».
«Majestades, autoridades, patronos, señoras y señores. Saludo en especial a los premiados de este año: sed bienvenidos a esta ciudad, a este principado, que —¡ya lo habéis visto!— os acoge con todo cariño.
Permitidme que, en tiempos de inmediatez, de fugacidad, de virtualidades, de bits, escriba una CARTA A CADA PREMIADO. Os invito a que asistáis a este envío postal de viva voz, a esta comunicación que evoca al papel y al bolígrafo, entre los premiados y yo. Y lo hago porque, aun siendo de la generación zeta e hija de una equis y de un boomer, tengo la sensación de que una carta permite pararse, profundizar y pensar más. Y como vivimos en la economía de la atención, a ver si soy capaz de retener hoy yo ahora la vuestra.
Allá voy.
Querido profesor Draghi: en 2012, como presidente del Banco Central Europeo, dijo usted «haremos todo lo que sea necesario (…). Y créanme, será suficiente»; una frase que no sólo calmó los mercados, sino que fue un acto de confianza en el proyecto europeo en uno de sus momentos más frágiles. Esas palabras encerraban un mensaje más profundo que el de la estabilidad financiera: la defensa de los valores europeos, de la solidaridad entre países y de la idea, no por repetida menos valiosa, de que juntos somos más fuertes. Y le cito una vez más: la Unión Europea es, ante todo, un mecanismo para alcanzar los objetivos compartidos por sus ciudadanos (casi 450 millones de personas). Es nuestra mejor oportunidad para un futuro de paz, seguridad e independencia. Los desafíos son hoy aún mayores, profesor, lo sabe usted bien.
Querida Serena: nadie podría entender hoy el tenis sin ti; lo transformaste en un deporte más rápido y explosivo, en una forma de vivir en la que tuviste que desafiar muchas convenciones. Impresiona la fuerza con la que siempre has jugado, tu técnica impecable, esos casi 30 años como profesional al máximo nivel. Nos has demostrado que la grandeza no está en ganar siempre, sino en la capacidad de levantarse, aprender y seguir adelante. Y, ahora, como empresaria sigues demostrando que tu espíritu competitivo también se refleja en la vida. Es bonito lo que dices de tu hermana: Sin Venus, no habría habido Serena. Las hermanas cómplices son nuestras grandes aliadas y compañeras de viaje.
Querida profesora King: sentimos que no pueda acompañarnos esta tarde. Su trabajo ha logrado la identificación de una región cromosómica humana que alberga un gen cuyas mutaciones predisponen al cáncer de mama y de ovario. Trabajos posteriores de otros grupos, incluyendo el suyo, condujeron al descubrimiento y validación del primero de estos genes de susceptibilidad a este tipo de tumores de tanta importancia científica, médica y emocional. Pero su compromiso social ha ido más allá, al contribuir con sus conocimientos en genética a que los nietos de los desaparecidos por la represión de la dictadura argentina hayan podido reunirse con sus familias. Imagino el alivio que habrán sentido tantos abuelos.
Queridos Madeleine y Antonio, representantes del Museo Nacional de Antropología de México: reconocemos hoy aquí la importancia de su institución, que cuida, exhibe, conserva y difunde el legado prehispánico y la cultura indígena de México. Acabáis de celebrar vuestro 60 aniversario, aunque vuestros orígenes se remonten a hace 200 años y proyectáis con vigor la fuerza de un pueblo que se mira a sí mismo con orgullo y que muestra al mundo su generosidad para compartir vuestra gran historia en un ejercicio de concordia. Algún día espero tener la suerte de adentrarme en ese bosque de Chapultepec y admirar más de tres mil años de historia. Y ver la Piedra del Sol. Y tantas muestras de vida olmeca, zapoteca, maya, mixteca… Hoy México está muy presente en este teatro Campoamor.
Precisamente querida Graciela: no dejo de mirar su foto de esa indígena zapoteca con las iguanas en la cabeza. Y la imagino en aquel 1979, esperando con paciencia en el mercado de Juchitán a que aquella mujer y sus iguanas adoptaran la forma, la expresión, que quería atrapar usted para siempre con su cámara. Acabo de decir esperar y paciencia, que, por cierto, no abundan en estos tiempos. Por eso es usted una fotógrafa sin prisa, con vocación de escritora, estudiosa del cine y gran lectora. Una artista que ha plasmado la fuerza de las mujeres, la de la zapoteca de las iguanas, o también la de la mujer seri de Sonora, la Mujer Ángel que enlaza presente y futuro en aquel desierto. Ojalá que los jóvenes de mi generación se detengan sin prisa a mirar sus fotografías.
Querido profesor Massey: hoy reconocemos su análisis de una realidad tan vigente hoy como son los movimientos migratorios humanos. La complejidad de este fenómeno nos desborda. Dice que la inmigración conlleva costes y beneficios, y que el problema es que los costes se producen de forma desproporcionada en el presente y en el ámbito local, mientras que los beneficios se acumulan en el futuro y en el ámbito nacional. Lo ha defendido con datos hasta la saciedad, metiéndose en el centro de la discusión política con ataques desde diferentes ámbitos ideológicos. Pero siempre desde el rigor académico ha contribuido a rehumanizar la mirada hacia quien deja su país. Su trabajo nos permite comprender en toda su dimensión el gran desafío que tienen hoy muchos gobiernos con la inmigración. Ha roto las narrativas simplistas y ha formulado políticas migratorias basadas en datos y no en desinformación.
Querido Eduardo: pues más que de felicidad, que también, me has provisto de curiosidad por palabras que los de mi generación no conocemos, y que he tenido que buscar en el diccionario. Sirvan de ejemplo: fámula, badulaque, enteco, masovero, chafarrinón. No me quiero imaginar cómo se estarán apañando los intérpretes… Tras cinco décadas escribiendo, has demostrado que hay debates, como ése tan presente sobre la literatura popular y la culta…, debates que tú desmontas con la lectura de La ciudad de los prodigios o La verdad sobre el caso Savolta. O cualquiera de tus obras. Te llamas artesano de la palabra y lo dices con el humor fino y socarrón del barcelonés al que adorna un barniz cervantino, un poco británico, un poco neoyorquino y, a partir de ahora, también, espero un poco asturiano. Tu obra es necesaria. Para saber más, para comprender más, para aparcar el scroll infinito (ya saben, lo de arrastrar sin fin el dedo por la pantalla del teléfono….del que somos víctimas los jóvenes y no tan jóvenes) y en definitiva permitir que la lectura profunda de tus libros nos lleve a hacer inferencias y deducciones. Lo que nos conducirá al análisis y al discernimiento de la realidad. Es decir, a una mejor comprensión de cuanto nos rodea. ¿Y no es eso ser más libres?
Querido profesor Han: permítame que transgreda sus principios y me refiera a ese emoticono que tenemos en los móviles al que el muñeco le explota la cabeza. Y ahora le pregunto:
-Si vivimos en un redil digital,
-Si hemos vendido el alma a un dispositivo, si somos esclavos de la pantalla, si nos autoexplotamos para cumplir con las exigencias del rendimiento y la productividad y por la sobrecarga de estímulos descuidamos la reflexión
-Si lo trascendente se nos escapa, si lo que creemos que es libertad es sólo control…, ¿cómo recuperamos, sobre todo los jóvenes, la TRASCENDENCIA para que la vida no sea, como usted dice, la mera satisfacción de necesidades y la exhibición narcisista -en redes sociales- de un optimismo que confundimos con la verdadera esperanza en medio del ruido de los datos y de la información, tan lejos -por tanto- del verdadero conocimiento? Entenderá, profesor, que nos quedemos como el emoji al que me refería al principio de esta carta. Busquemos la respuesta en su pensamiento: el tiempo del apresuramiento no es habitable, por eso nos invita, entre otras cosas, a practicar la paciencia, la introspección y, sobre todo, la lectura profunda.
Terminado mi homenaje analógico en forma de carta a nuestros premiados, y siendo consciente de la complejidad que nos rodea y de cómo estas mujeres y hombres la han atravesado con sus obras y sus vidas, estaréis de acuerdo en que conviene equiparse con buenas herramientas para afrontar esa complejidad. Así que no vendría mal avivar el entusiasmo.
Quizá debamos volver a lo esencial, a los básicos:
-Al respeto por quienes piensan diferente, por quienes SON diferentes
-A la educación, a valorar a nuestras maestras y maestros y considerar nuestro tiempo escolar obligatorio como una etapa crucial en la que todos (administraciones y sociedad civil) deben implicarse para que cada ciudadano tenga oportunidades
-A no olvidarnos de atender (con acciones responsables y medibles) a quienes no lo tienen fácil, a las personas más vulnerables, a los jóvenes que pelean para formarse, para tener un trabajo, para tener un hogar, a las personas mayores que no desean estar solas, a nuestros niños y niñas en riesgo de pobreza
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-Quizá haya que recordar lo que significa tratar bien al prójimo, salir de la trinchera, sacudirnos el miedo, unirnos para hacer las cosas mejor, pensar en que, si no miramos al otro, no sabremos construir confianza.
La convivencia no es fácil, pero es el único camino para lograr el progreso compartido. Tiene sentido cuidar y defender los valores que, como españoles y europeos, en realidad como ciudadanos de cualquier lugar, nos definen y nos guían. Confiar en ellos es confiar en la libertad frente al miedo, en la justicia frente a la arbitrariedad, en la democracia frente a la intolerancia, en el Estado social de derecho frente al abuso del poder, en los derechos humanos frente a la indiferencia. Soy consciente de que a veces las palabras pronunciadas tras un atril pueden sonar vacías, pero sé también que no está de más repasar y recordar la naturaleza de las dificultades, y las soluciones, e insistir en que no hay fórmulas mágicas para gestionar esa complejidad. Hoy los premiados contribuyen, precisamente, a avivar ese entusiasmo.


















