
Jerusalén (Israel), martes 12 de agosto de 2025 (Roni Kaplan, Conexión Israel y Huellas del Cielo (CEO), Asesor del Ministerio de Exteriores de Israel, Partner-Aurora Israel y portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en castellano/español).- Hamás ISIS no busca la victoria; busca la caída de Israel. No les importa si Gaza arde, mientras Israel sangre. Es una estrategia escatológica: perderlo todo, mientras el otro bando caiga contigo. Y su estrategia se basa en el estancamiento, la emoción y la manipulación de las conciencias occidentales. Su fuerza no es militar, sino dramática. Y quizás lo más escalofriante sea esto: comprende a Occidente mejor que muchos estrategas israelíes. Su verdadero frente es la opinión pública occidental, no las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
Al tomar rehenes, Hamas ISIS prohíbe la paz; al ocultarse entre civiles en el territorio más densamente poblado, Hamas ISIS prohíbe la guerra. Hamás ISIS ha inventado una geometría de trampa: Israel está atrapado en una guerra donde cada victoria es una derrota. En esta guerra asimétrica y posmoderna, no es la realidad lo que importa: es la imagen de la realidad.
Esta trampa de Hamas ISIS no funcionaría sin la cooperación involuntaria de las democracias occidentales. Al revertir la presión, no sobre los secuestradores sino sobre quienes intentan salvarlos, legitiman el chantaje. Al reconocer incondicionalmente un «Estado palestino», están transformando una estrategia terrorista en capital político.
Seamos claros: un alto el fuego acompañado de la liberación de todos los rehenes es un espejismo. Una proyección occidental. Hamás ISIS no quiere en absoluto un fin: quiere que el conflicto se encone, que los rehenes se pudran bajo tierra y que la agonía continúe. Los rehenes son trofeos, palancas, focos dirigidos hacia Gaza para mantener la guerra.
Lo más trágico es que la estrategia de Hamás ISIS ha funcionado y funciona porque se le permite. Hamás ISIS lo entiende: en un mundo gobernado por la imagen, el terrorismo sale rentable, siempre que esté bien orquestado.
Por Brice Couturier
