Yo soy judío y aquí estamos: somos parte de España y Europa

-Porque callar nunca ha sido una garantía de seguridad. Salgamos antes de que nos saquen. No esperemos a que nos vuelvan a señalar como víctimas. Recordemos lo que significa ser judío en España: una historia de siglos, de expulsión, de retorno, de resistencia y de vida. Y digámoslo públicamente.

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FOTOGRAFÍA. BARCELONA (CATALUÑA) REINO DE ESPAÑA, 06 DE SEPTIEMBRE DE 2025. Detalle de una imagen realizada por la Inteligencia Artificial (IA) de un joven español de religión, tradición y cultura de la más antigua de las tres principales región del mundo, que es el judaísmo, luciendo el kipá —también conocido como "kippah" o "yarmulke", un casquete redondo de tela que usado especialmente en actos religiosos como símbolo de respeto hacia Dios y de su identidad judía— por las calles del Reino de España, su tierra también. Roberto Doctor)/ACOM/Lasvocesdelpueblo (Ñ Pueblo)
FOTOGRAFÍA. BARCELONA (CATALUÑA) REINO DE ESPAÑA, 06 DE SEPTIEMBRE DE 2025. Detalle de una imagen realizada por la Inteligencia Artificial (IA) de un joven español de religión, tradición y cultura de la más antigua de las tres principales región del mundo, que es el judaísmo, luciendo el kipá —también conocido como "kippah" o "yarmulke", un casquete redondo de tela que usado especialmente en actos religiosos como símbolo de respeto hacia Dios y de su identidad judía— por las calles del Reino de España, su tierra también. Roberto Doctor)/ACOM/Lasvocesdelpueblo (Ñ Pueblo)

Barcelona (Cataluña) Reino de España, sábado 6 de septiembre de 2025 (Roberto Doctor).- Yo soy judío y aquí estamos: somos parte de España y Europa, por supuestos, somos parte del mundo. En España hay miles de judíos que viven, trabajan y aportan en todos los ámbitos: desde la política a la cultura, desde el comercio a los medios de comunicación. El sionismo no es odio ni colonialismo ni una invención reciente sino un movimiento de liberación nacional judío que nació oficialmente en 1897 en el Congreso de Basilea organizado por Theodor Herzl, periodista judío vienés.

Yo soy judío y aquí estamos: somos parte de España y Europa

En España vivimos un tiempo inquietante. El antisemitismo, que muchos creían enterrado en los libros de historia, vuelve a alzarse disfrazado de antisionismo. Lo escuchamos en tertulias políticas, en discursos culturales y hasta en proclamas institucionales. Se critica a Israel como país, pero lo que late detrás de muchas de esas palabras es un viejo odio que nunca desapareció: el antisemitismo.

Yo soy judío. Lo digo en voz alta porque sé que callar no nos mantiene a salvo. En la Alemania de Hitler, callamos y nos ocultamos, creyendo que el silencio nos protegería. No fue así. Cuando decidieron señalarnos, nos marcaron con la estrella amarilla, y entonces ya fue demasiado tarde. El silencio no salvó a nadie.

Hoy llevamos más de 80 años repitiendo nunca más. Pero nunca más no es una consigna del pasado, sino un compromiso del presente. Nunca más será hoy… si no lo impedimos.

En España hay miles de judíos que viven, trabajan y aportan en todos los ámbitos: desde la política a la cultura, desde el comercio a los medios de comunicación. Sin embargo, la mayoría permanecen callados. Y ese silencio es un regalo para quienes quieren borrarnos. Nos convertimos en invisibles justo cuando más falta hace que nos vean.

Este es un llamamiento a todos mis hermanos y hermanas judíos en España. A quienes ocupan cargos públicos y a quienes sostienen un pequeño negocio de barrio. A quienes aparecen en los escenarios y a quienes trabajan discretamente en hospitales, universidades u oficinas. A los que viven su fe en la sinagoga y a los que apenas mantienen un vínculo religioso. A todos: es hora de decirlo. Es hora de mostrarnos. Yo lo hago hoy. Hazlo tú también. Porque si nos mostramos juntos, nadie podrá ignorarnos.

Conviene aclarar algo que demasiados críticos ignoran o tergiversan: el sionismo no es odio, ni colonialismo, ni una invención reciente. Es un movimiento de liberación nacional judío que nació oficialmente en 1897, en el Congreso de Basilea organizado por Theodor Herzl, periodista judío vienés. Su objetivo era ofrecer una respuesta política a una realidad innegable: los judíos europeos sufríamos marginación, pogromos y violencia sistemática. Desde Rusia hasta Francia —recordemos el caso Dreyfus— vivíamos bajo sospecha, exclusión y peligro.

El sionismo, en su esencia, fue la aspiración a recuperar un hogar nacional seguro en la tierra histórica del pueblo judío. Un movimiento legítimo de supervivencia y dignidad, que con el tiempo desembocó en la creación del Estado de Israel en 1948, tras la tragedia del Holocausto. Criticar políticas concretas de un gobierno es legítimo. Convertir el sionismo entero en el enemigo es simplemente antisemitismo disfrazado.

Hoy se nos acusa, incluso, de genocidio en el marco de la guerra de Gaza. Quienes lanzan esta palabra lo hacen sabiendo que es la peor acusación posible contra un judío, porque nuestra memoria colectiva está marcada por el genocidio del Holocausto. No es casualidad. Es un intento deliberado de infligir daño moral, de igualarnos a nuestros verdugos y de convertirnos en culpables de aquello que sufrimos. Llamar genocidio a un conflicto bélico, por doloroso y trágico que sea, es falsear la historia, manipular el lenguaje y alimentar el odio.

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No podemos dejar que otros hablen por nosotros, ni que nos definan con prejuicios. Necesitamos elevar nuestras propias voces. Y necesitamos hacerlo juntos. No es el momento de disputas internas entre religiosos y laicos, ortodoxos y reformistas, sefardíes o asquenazíes. Cuando el antisemitismo crece en la sociedad, nuestra respuesta debe ser una sola voz, firme y unida, que diga al unísono: aquí estamos.

Porque callar nunca ha sido una garantía de seguridad. Salgamos antes de que nos saquen. No esperemos a que nos vuelvan a señalar como víctimas. Recordemos lo que significa ser judío en España: una historia de siglos, de expulsión, de retorno, de resistencia y de vida. Y digámoslo públicamente.

Pienso en las palabras de Harvey Bernard Milk (Woodmere, Nueva York; 22 de mayo de 1930-San Francisco, California; 27 de noviembre de 1978), el primer cargo electo abiertamente homosexual en California. En 1978, frente a la «Proposición 6» —conocida como Iniciativa Briggs— que pretendía prohibir a los homosexuales ejercer como profesores, Milk instó a que cada gay saliera públicamente del armario. Su razonamiento era sencillo y brillante: si la sociedad descubre que su vecino, su compañero de trabajo, su hermano o su hijo es gay, entonces el odio deja de ser una abstracción. Se convierte en algo personal, humano, cercano. Gracias a esa movilización de visibilidad y valentía, la iniciativa fue derrotada y los derechos civiles se defendieron.

Nosotros, los judíos, necesitamos hacer lo mismo. Decir: aquí estamos. Somos parte de España. Somos parte de Europa. Somos parte del mundo. Y no vamos a permitir que la mentira, el odio y la ignorancia nos borren ni nos silencien.

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Yo soy judío. Y mi invitación a todos mis hermanos y hermanas es esta: digámoslo juntos. Porque el antisemitismo solo crece en la oscuridad del silencio. Y nuestra dignidad, nuestra seguridad y nuestro futuro dependen de que no callemos nunca más.

Roberto Doctor