Ancianos españoles solos tienen peor salud y más «insatisfacción vital»

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Vista de un anciano español solo. Archivo Efe

Lasvocesdelpueblo y Agencias – Las personas mayores que viven solas son las que tienen peor estado de salud. El informe muestra que la solidaridad familiar entre generaciones es el «valor» principal para el bienestar de los ancianos y recomienda que esto defina las políticas de dependencia. A través de un cuestionario de 99 preguntas, los investigadores han analizado múltiples aspectos, entre los cuales destacan la ayuda dada y recibida dentro y fuera de la familia, las condiciones de salud y los hábitos de ocio, la percepción de un mismo como anciano o el sentimiento de gratitud hacia los hijos. Barcelona (España), viernes 12 de julio de 2018. Fotografía: Vista de un anciano español solo. Archivo Efe

Investigadores de la Cátedra IsFamily Santander de la Universidad Internacional de Cataluña (UIC) han concluido a través de un estudio que las personas mayores que viven solas son las que tienen peor estado de salud, una vida menos activa y más «insatisfacción vital».

Según han explicado este miércoles, 11 de julio de 2018, ante la prensa los autores de la encuesta, Rita Cavallotti y Francesco Marcaletti, estos ancianos son también los que cuentan con un nivel más bajo de ingresos económicos y una red familiar más reducida, algo que «amplifica la condición anciana y está asociado al riesgo de pérdida de autonomía personal».

En este sentido, el informe muestra que la solidaridad familiar entre generaciones es el «valor» principal para el bienestar de los ancianos y recomienda que esto defina las políticas de dependencia.

«La ley ya atribuye a la familia el cuidado pero se debe promover su papel y darle herramientas a través de las ayudas públicas porque este problema aumentará con la evolución demográfica de la población en los próximos años», apuntan los investigadores.

El estudio, presentado este miércoles en Barcelona en el marco del simposio internacional «Padres de edad avanzada, generaciones y solidaridad en la familia», se basa en una muestra de 600 personas, de entre 64 y 75 años, seleccionadas de manera aleatoria en municipios de toda España pero con una condición compartida: tener hijos vivos.

Los investigadores afirman que se trata de un estudio «representativo» porque, aunque es una muestra reducida, los porcentajes de género, clase social o nivel educativo coinciden con las características del conjunto de la sociedad española.

A través de un cuestionario de 99 preguntas, los investigadores han analizado múltiples aspectos, entre los cuales destacan la ayuda dada y recibida dentro y fuera de la familia, las condiciones de salud y los hábitos de ocio, la percepción de un mismo como anciano o el sentimiento de gratitud hacia los hijos.

La encuesta se centra en la solidaridad familiar y el «capital social» de estas personas, unos conceptos que hacen referencia a los «intercambios de cosas o acciones» con los contactos cercanos, la confianza en ellos o el apoyo material y emocional.

Los resultados del estudio han permitido a los investigadores identificar tres perfiles de ancianos.

La mayor parte de la muestra la forman personas mayores que viven en pareja y sin hijos, con una amplia red familiar pero pocos intercambios con ella porque no hay convivencia.

La calidad de vida y la actividad de ocio es más satisfactoria en este caso que cuando los ancianos viven también en pareja pero sus hijos aún viven en el hogar familiar, algo que fomenta los intercambios pero reduce el bienestar de los encuestados y su vida activa.

Los investigadores destacan el tercer grupo de personas, que viven solas, cuentan con una «red familiar pequeña» y, de momento, representan solo un 23,5 % del total.

«Se perciben a si mismo como más ancianos, están más enfermos y tienen un nivel más bajo de ingresos económicos», ha explicado Marcaletti.

Es precisamente en estos casos de más vulnerabilidad y necesidad cuando se acude más a la familia como fuente de cuidados, según el investigador.

En un contexto de envejecimiento de la población, los autores han advertido de que «caminamos hacia el tercer perfil, de familias con pocos hijos pero cada vez más personas mayores a las que cuidar».

«Las políticas familiares deberían mejorarse e integrarse mejor con las políticas de protección social, de salud pública y de empleo», concluyen los investigadores.