Carta de Junqueras (ERC): O referéndum o referéndum, es irrenunciable: O democracia o democracia

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El presidente de ERC y vicepresidente del Gobierno separatista catalanista, Oriol Junqueras, arropado por la plana mayor y los candidatos de su partido ha comparecido para denunciar la guerra sucia y las "conspiraciones del Estado" contra el separatismo catalán. Efe.

Redacción – Carta abierta íntegra de Oriol Junqueras Vies (ERC). «El referéndum no es canjeable» en Cataluña ni con más dinero o más política. «Sencillamente, porque la democracia tampoco lo es», así sentencia Oriol Junqueras. El presidente de Izquierda Republicana de Cataluña (ERC) y actual vicepresidente del Gobierno separatista catalán, además, Consejero de Economía y Haciendo del Gobierno catalán, Oriol Junqueras Vies, ha dejado claro en una carta abierta, este lunes 20 de febrero de 2017, a la sociedad catalana y española en general el posicionamiento de su partido ante la ‘Operación Diálogo’ que impulsa el Gobierno del presidente Mariano Rajoy. En su carta titulada «O democracia o democracia», Junqueras cierra la puerta a cualquiera negociación entre Madrid y el separatismo que no incluya poner las urnas en Cataluña. Ejercer la soberanía es irrenunciable. O democracia o democracia. Barcelona (España), lunes 20 de febrero de 2017. Fotografía: El presidente de ERC y vicepresidente del Gobierno separatista catalanista, Oriol Junqueras, arropado por la plana mayor y los candidatos de su partido ha comparecido para denunciar la guerra sucia y las «conspiraciones del Estado» contra el separatismo catalán. Efe.

Junqueras: «O referéndum o referéndum. Y hoy estos derechos implican un referéndum de autodeterminación sí o sí, que nunca subordinado al permiso del Gobierno de España para hacerlo sería tanto como posibilitar un veto permanentemente si bien ello no obsta para desear fervorosamente un referéndum como el que acordaron el gobierno británico y el escocés».

Junqueras: «De hecho, en la defensa de los derechos fundamentales somos tan moderados, o tan conservadores incluso, como lo fue David Cameron».

Junqueras: «Y si bien lo hemos intentado infinidad de veces, topando con un muro de incomprensión y rechazo frontal, no cejaremos tampoco ahora, lo probaremos hasta el último minuto, una misión que encabeza el Pacto Nacional por el Referéndum y lo hace con una premisa, aviso navegantes: el referéndum es irrenunciable y hay un compromiso parlamentario —transparente, sólido, mayoritario— celebrarse antes de finales de septiembre. Qué mayor expresión democrática hay que defender y ejercer el derecho a votar para decidir?«.

Junqueras: «Hoy nuestros derechos implican un referéndum sí o sí, que nunca subordinado al permiso del gobierno español. Ello no obsta para desear fervorosamente un referéndum como el que acordaron el gobierno británico y el escocés».

Junqueras: «La corrupción es una amenaza a la democracia como lo es, tanto o más, el uso perverso de esta corrupción para instrumentalizar la justicia. O lo que es peor, fabricar con todo el descaro casos de corrupción desde las cloacas del Estado con la complicidad de medios de comunicación y el aparato judicial, tal como hemos sabido, de viva voz, explicado con entusiasmo por sus protagonistas. La impunidad con que se está perpetrando toda esta trama dice mucho de la salud democrática de España».

Son las afirmaciones del antiespañol presidente de ERC y actual vicepresidente del Gobierno catalán, Oriol Junqueras, en una carta abierta que publica el diario proseparatismo catalán ‘El Punto Hoy’ (EL Punt Avui), sentencia con: «Viva la democracia, viva el pueblo soberano, viva la República Catalana! el referéndum no es canjeable. Sencillamente, porque la democracia tampoco lo es».

La carta abierta

«Oriol Junqueras – Vicepresidente de la Generalidad de Cataluña y Consejero de Economía y Hacienda

O democracia o democracia. Mientras poco a poco afloran todas las vergüenzas del Gobierno, con un escándalo colosal protagonizado por el Ministerio del Interior como principal promotor, nos recomendando que nos hacemos fondos de inversión privados para que el sistema de pensiones se tambalea; mientras tanto, preparan el terreno para alargar la edad de jubilación mientras se dilapidan aceleradamente el fondo de reserva de pensiones.
 
Y no se lo gastan paso en hospitales o escuelas. El derrochan en inversiones contra la lógica económica, en edificar un Estado al servicio de una concepción subsidiada, radial y nacionalista de España. En paralelo, estos días hemos sabido que los fondos europeos para el corredor mediterráneo —esta sí, una infraestructura imprescindible y al servicio de la economía productiva!— Les están gastando en obras en Madrid, como si fuera una tomadura de pelo a una demanda histórica y vital para el futuro económico de una región tan próspera.
 
Asimismo, los recursos asignados por Europa al gobierno español para acoger refugiados están destinando a expulsar estos mismos refugiados o consolidar los centros de internamiento, conocidos por CIE. Y mientras las instituciones y la sociedad catalana hacen imposible para responsabilizarse de la acogida de refugiados, el gobierno español lo torpedea sin contemplaciones y pone todo tipo de obstáculos para impedir que prospere.
 
O democracia o democracia. Sin obviar la lacra de la corrupción, un mal sistémico de España que nos obliga, sin matices, a una política de tolerancia cero en Cataluña, venga de donde venga y afecte a quien afecte.
 
La corrupción es una amenaza a la democracia como lo es, tanto o más, el uso perverso de esta corrupción para instrumentalizar la justicia. O lo que es peor, fabricar con todo el descaro casos de corrupción desde las cloacas del Estado con la complicidad de medios de comunicación y el aparato judicial, tal como hemos sabido, de viva voz, explicado con entusiasmo por sus protagonistas. La impunidad con que se está perpetrando toda esta trama dice mucho de la salud democrática de España.
 
O democracia o democracia. La democracia va asociada a sociedades que progresan. En todo caso, difícilmente puede haber una democracia real y efectiva en una sociedad decadente o que vierte sus ciudadanos a la pobreza. Cuando las cifras de paro son tan alarmantes como las que mantiene el Estado español, la democracia chirría.
El actual vicepresidente del gobierno separatista excluyente de Cataluña y líder antiespañol de ERC, Oriol Junqueras Vies. Foto archivo Lasvocesdelpueblo.
 
Por eso, es tan importante la actual evolución del mercado de trabajo, que no deja de ser un reflejo del dinamismo de la sociedad catalana. Cataluña cerró 2016 con 100.000 ocupados más. En cuanto a la tasa de desempleo, en el cuarto trimestre del 2016 esta retrocedió hasta el 14,8%, casi 10 puntos menos que el dramático 24,4% registrado en el punto más álgido de la crisis.
 
Así, en enero pasado Cataluña lideró la reducción del paro en el conjunto del Estado español, con un descenso interanual del 12,4% (tres puntos más que el global de España).
 
Y aún así, no podemos estar satisfechos porque el desempleo sigue muy por encima de lo que quisiéramos, porque los salarios están estancados o se han reducido con un empobrecimiento de la clase media, o porque la creación de empleo viene lastrada por la precariedad laboral. La democrática también es equidad, justicia y bienestar social.
 
O democracia o democracia. A pesar de las incertidumbres del entorno internacional, el 2016 ha sido un buen año para nuestra economía, incluso, en algunos aspectos, extraordinario.
 
El PIB catalán creció un 3,5% -el mejor registro de los últimos nueve años- y ya suma 13 trimestres en valores positivos. Añado un matiz que refuerza el optimismo de estos datos: se trata de un crecimiento transversal y de base amplia al que contribuyen todos los sectores de nuestra economía.
 
Y de este crecimiento, particularmente, destaca el excepcional comportamiento de la industria, que con un aumento del 5,2% en 2016, evoluciona a un ritmo más intenso que en las principales economías de la zona euro. De hecho, el año pasado el crecimiento de la producción industrial fue tres veces superior en Cataluña que en la zona euro en su conjunto. Generar riqueza también es democracia.
 
O democracia o democracia. La deuda pública es otro factor inquietante. Hace tiempo que reiteramos que un repunte del 1% en los tipos de interés que paga hoy el Reino de España subiría el coste del servicio de la deuda en aproximadamente 10.000 millones de euros anuales.
 
En este punto, quisiera hacer un inciso para referirme, muy brevemente, a las finanzas de la Generalidad. De acuerdo con nuestras estimaciones, que deberá confirmar dentro de unos meses la Intervención General del Estado (IGAE), el déficit de la Generalitat correspondiente al 2016 será del 0,9%, casi dos puntos menos que el del 2015, y 3,6 puntos menos que en 2010.
 
Es decir, que en sólo 6 años hemos conseguido reducir nuestro déficit un 80%. Y esto, a pesar de la política arbitraria y de centrifugación del déficit asignado por Europa que protagoniza el gobierno español. Gracias a este esfuerzo sostenido, en 2017, por primera vez en muchos años, conseguiremos que el peso de la deuda de la Generalitat sobre nuestro PIB no sólo se estabilice, sino que empiece a disminuir.
 
Y este es un dato muy importante para un país que aspira a la plena soberanía. Porque si estamos en manos de los mercados, atrapados por una deuda gigantesca, difícilmente podremos ejercer la soberanía con plenitud. Y eso, también es democracia.
 
O democracia o democracia. Cataluña es una economía vigorosa, abierta y con una inmensa capacidad de adaptación y progreso. La capacidad exportadora de Cataluña ha contribuido, en buena medida, a socorrer España en los peores momentos de la crisis. Los crecimientos registrados durante los últimos años son fruto de un trabajo bien hecho, del rigor y del trabajo.
 
Y son crecimientos alcanzados con unas herramientas de política económica excepcionalmente limitadas. Quién sabe dónde habríamos llegado si la Generalitat hubiera tenido competencias para influir más positivamente sobre el mercado laboral -a través de políticas activas de empleo y de estímulo a la contratación laboral- o para diseñar un marco regulador de la competencia que acompañara mejor el expansión de nuestras empresas.
 
Y, por supuesto, quien sabe todo lo que conseguiríamos si pudiéramos gestionar y aprovechar todo el esfuerzo fiscal de los ciudadanos de Cataluña. O, sencillamente, con unas infraestructuras al servicio de la economía productiva y de la gente, como una red de cercanías como es debido, sin la penalización sangrienta de los peajes, con el corredor mediterráneo, con un aeropuerto competitivo y no subordinado o con un puerto de Barcelona bien conectado: unas infraestructuras racionales y al servicio del conjunto de los ciudadanos también es democracia.
 
O democracia o democracia. Ejercer la soberanía es irrenunciable. No hay alternativa a la democracia y no puede ser que esta se coarte apelando al imperio de las ley o apelando a los tribunales, para que éstos también estaban hace cuarenta años.
 
La prioridad del gobierno catalán es y será el bienestar de la ciudadanía y el progreso económico y social. Y a la vez con una defensa absoluta de los derechos fundamentales, los derechos civiles del conjunto de nuestros ciudadanos, pisados ​​por un Estado empeñado en maltratar la ciudadanía.
 
Y hoy estos derechos implican un referéndum de autodeterminación sí o sí, que nunca subordinado al permiso del Gobierno de España para hacerlo sería tanto como posibilitar un veto permanentemente si bien ello no obsta para desear fervorosamente un referéndum como el que acordaron el gobierno británico y el escocés.
 
De hecho, en la defensa de los derechos fundamentales somos tan moderados, o tan conservadores incluso, como lo fue David Cameron. Y si bien lo hemos intentado infinidad de veces, topando con un muro de incomprensión y rechazo frontal, no cejaremos tampoco ahora, lo probaremos hasta el último minuto, una misión que encabeza el Pacto Nacional por el Referéndum y lo hace con una premisa, aviso navegantes: el referéndum es irrenunciable y hay un compromiso parlamentario —transparente, sólido, mayoritario— celebrarse antes de finales de septiembre. Qué mayor expresión democrática hay que defender y ejercer el derecho a votar para decidir?
 
O democracia o democracia. O referéndum o referéndum. Y en eso, también en esto, estamos conjurados con el presidente Carles Puigdemont, sin matices, con determinación, en la celebración de un referéndum legal y vinculante. 
 
En primer lugar, con el ansiado acuerdo para celebrarlo pactado con el Estado. Y no es que seamos ilusos, sino que queremos seguir cargando de razones.  En defecto, con el beneplácito del Parlamento de Cataluña, legítimo representante de la soberanía popular, tal como expresaba la presidenta Carmen Forcadell en su discurso de toma de posesión: «Viva la democracia, viva el pueblo soberano, viva la República Catalana!» el referéndum no es canjeable. Sencillamente, porque la democracia tampoco lo es».
 
Sentencia Oriol Junqueras Vies.