Efe.- Madrid (España), Semana Santa 2023 (miércoles 5 de abril de 2023). Como si no hubiese pasado a la historia como el técnico con más conquistas de la Liga de Campeones, dos de ellas con el Real Madrid. Como si su segunda etapa en el banquillo madridista no hubiese dejado más títulos -cinco- que la primera -cuatro-. La sombra de la duda planeaba sobre Carlo Ancelotti, que este miércoles dio un golpe en la mesa de entrenador en el Camp Nou para meter a su equipo en la final de la Copa del Rey.
Se acostumbró Ancelotti a escuchar las últimas semanas que una temporada sin títulos grandes en el Real Madrid va asociada al cambio en el banquillo. La Supercopa de Europa con la que comenzó el año o el Mundial de Clubes conquistado con suma facilidad no servirían para que el técnico italiano pudiese cumplir su contrato firmado hasta junio de 2024.
Carlo, que ya se sabe el guion de los últimos meses como técnico del Real Madrid y la forma de funcionar del ventilador para restar prestigio (en su primera etapa se apuntó hacia su figura como técnico que no había evolucionado en su libreto), trabaja con la tranquilidad del que ya ha ganado todo lo que se podía ganar en el camino y disfruta de su sueño diario al mando del equipo en el que desea estar.
Pero, además, con las espaldas tan cubiertas que si ve el más mínimo atisbo de duda o una confianza mermada en las altas esferas del club, con la que le liga una gran relación, le espera un último reto para su carrera apasionante, la selección de Brasil. Tanto que se tuvo que retractar de una afirmación en rueda de prensa, cuando apuntó al Real Madrid como su última experiencia como técnico. Durase lo que durase.
Los tres clásicos perdidos en 2023, la falta de reacción táctica especialmente en los dos últimos, con impotencia en el dominio en la ida de las semifinales coperas ante un Barcelona replegado y un paso al frente tardío en LaLiga ante la necesidad de ganar, habían alimentado las dudas sobre la figura de Ancelotti. Algo debía retocar porque su apuesta por el mismo equipo no había funcionado.
Manteniendo a los «intocables», Toni Kroos y Luka Modric, porque si tiene que ‘morir’ lo hará con los suyos, con los que tanta gloria le han dado. Pero siendo más ofensivo con el retoque de la posición de Fede Valverde, alejado del ataque e incrustado en el centro del campo para permitir la entrada de Rodrygo arriba y aumentar la pólvora en los últimos metros.
A Ancelotti le salió bien hasta su apuesta por Eduardo Camavinga como lateral. Su equipo demostró el poso de las noches grandes, sintiendo cerca una final y un título, sin acusar nunca ir por detrás en la eliminatoria tras la derrota del Bernabéu o jugar ante un Camp Nou abarrotado.
Así dio forma ‘Carletto’ a su revancha con Xavi Hernández. Convirtió a un Barcelona intocable en el Camp Nou en LaLiga, con solo dos goles en trece partidos de local, en un equipo endeble, sin respuesta a los contragolpes, superado desde una inferioridad física y corriendo tras sombras en el centro del campo. Queriendo siempre el balón, apostando por el vértigo en los últimos metros y repitiendo la apuesta ofensiva que tan buen resultado le dio en Anfield frente al Liverpool.
Desde su conquista de la Copa del Rey hace nueve años, el Real Madrid no regresaba a la final de la competición. Lo hizo con su sexto triunfo ante el Barcelona, quizás el más necesitado para cortar de golpe la duda sobre su continuidad y lanzar el ánimo de su equipo antes de la eliminatoria ante el Chelsea de la Liga de Campeones.
