COVITE denuncia que la libertad sigue secuestrada en el País Vasco y en Navarra

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MADRID (ESPAÑA), 25.10.2018. La presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE), Consuelo Ordoñez, recibe el premio del «X Premio Enrique Ruano Casanova». Se trata de un destacado galardón que entrega anualmente la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid a figuras que han tenido un papel destacado en la lucha por los Derechos Humanos. En su anterior edición, fue otorgado al opositor al régimen venezolano Leopoldo López. Ñ Pueblo Lasvocesdelpueblo

Redacción – La presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE), Consuelo Ordoñez, ha reafirmado su compromiso por «continuar en la lucha» contra la radicalización que se vive actualmente en el País Vasco y Navarra, dado que en estos territorios «aunque ya no nos maten, siguen secuestrando nuestra libertad». Así lo ha asegurado esta tarde en su discurso, tras recibir el premio Enrique Ruano Casanova Pro Derechos Humanos en Madrid, como reconocimiento a una trayectoria de más de veinte años de activismo contra ETA y su entorno. Madrid (España), viernes 26 de octubre d e2018. fotografía: MADRID (ESPAÑA), 25.10.2018. La presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE), Consuelo Ordoñez, recibe el premio del «X Premio Enrique Ruano Casanova». Se trata de un destacado galardón que entrega anualmente la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid a figuras que han tenido un papel destacado en la lucha por los Derechos Humanos. En su anterior edición, fue otorgado al opositor al régimen venezolano Leopoldo López. Ñ Pueblo Lasvocesdelpueblo

Se trata de un destacado galardón que entrega anualmente la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid a figuras que han tenido un papel destacado en la lucha por los Derechos Humanos.

En su anterior edición, fue otorgado al opositor al régimen venezolano Leopoldo López, quien no pudo acudir personalmente a recogerlo por encontrarse privado de libertad en su país.

En su representación acudió al acto su padre, Leopoldo López Gil, quien recibió el premio de manos del ex presidente del Gobierno Felipe González.

Ordoñez ha resaltado que el hecho de que colectivos víctimas del terrorismo como COVITE sigan existiendo dos décadas después de fundarse pone de manifiesto que aún “hay tareas pendientes” que merecen el compromiso de todos.

«Una parte de la sociedad, radicalizada, ha asumido los postulados de la banda terrorista y llega, incluso, a rendir honores a los terroristas excarcelados», ha afirmado, a la vez que ha denunciado los intentos del nacionalismo vasco de construir un sentido de exculpación en torno a los antiguos miembros de ETA frente al resto de la sociedad.

La presidenta de Colectivo, que compartió galardón con Maite Pagazaurtundúa, ha recordado de forma emotiva a los primeros activistas que iniciaron la rebelión cívica contra ETA allá por los años 90.

El premio, ha asegurado, no hubiera sido posible sin la inspiración que le transmitieron esos compañeros de pancarta de la plataforma ¡Basta ya!, algunos de los cuales fueron posteriormente asesinados por la banda terrorista. «En esas manifestaciones conocí a los mejores ciudadanos del País Vasco: a los más valientes, a los más íntegros y a los más dignos. Donde muchos optaron por llevar una vida tranquila al no significarse públicamente contra ETA, hubo quienes optaron por colocar su dignidad por encima del miedo», ha relatado.

MADRID (ESPAÑA), 25.10.2018. La presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE), Consuelo Ordoñez (D), recibe el premio del «X Premio Enrique Ruano Casanova». Se trata de un destacado galardón que entrega anualmente la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid a figuras que han tenido un papel destacado en la lucha por los Derechos Humanos. En su anterior edición, fue otorgado al opositor al régimen venezolano Leopoldo López. Ñ Pueblo Lasvocesdelpueblo

Consuelo Ordoñez también ha puesto énfasis en la importancia de la deslegitimación social de ETA, tarea pendiente en los tiempos actuales, en los que el entorno radical reivindica sus postulados en calles e instituciones.

«Si han dejado de matarnos no es porque hayan renunciado a su ideología o proyecto político. Han dejado de matarnos por razones estratégicas. Ahora les es más rentable perseguir sus fines por medios no violentos. Es necesario seguir luchando contra los objetivos de ETA al igual que antes luchábamos contra sus medios violentos», ha asegurado.

DISCURSO X PREMIO ENRIQUE RUANO CASANOVA

25 de octubre de 2018

«Buenas tardes.

Muchas gracias a todos los que habéis venido hoy a esta entrega del X Premio Enrique Ruano Casanova. Para mí es un gran honor estar rodeada de personas a las que admiro tanto. En primer lugar, quisiera agradecer a la Universidad Complutense de Madrid la organización de este acto y a todos los que estáis involucrados en la entrega de estos premios. Quiero agradecer de forma especial a mi gran amigo y referente Fernando Savater sus palabras y el papel que ha tenido en esta edición del premio.

Si hay una persona que merece todo nuestro reconocimiento por su incansable lucha por la libertad y la dignidad de las víctimas, si tenemos que señalar a un resistente, él es Fernando Savater. Si hay alguien que se ha caracterizado por su generosidad por los más débiles, por la defensa de los derechos humanos y de los derechos de las víctimas del terrorismo en el País Vasco frente a los que se hacían fuertes como abanderados de un nacionalismo obligatorio, él es Fernando Savater.

Hay algo que les agradezco a los proetarras, que me hayan concedido el privilegio de haber compartido cartel y diana con Fernando. Ocurrió una madrugada de diciembre de 2000. Por la mañana, San Sebastián amaneció empapelada con carteles en los que se veían nuestras caras rodeadas de una diana. Me sentí orgullosísima de que me hubieran elevado a la misma categoría de enemigo que a Fernando, que ya por entonces era un objetivo prioritario para los terroristas, incluso en tiempos de tregua.

Lucha contra ETA y por los derechos humanos

En realidad, yo no supe lo que era el activismo hasta que ETA mató a mi hermano. No fui una ciudadana comprometida como lo fue Enrique Ruano ni otras personas que estáis hoy aquí hasta que tocó a mi propia familia. Desde entonces, salir a la calle, codearme con la primera línea del activismo, se convirtió en mi vía de escape, en mi mejor estrategia para sobrellevar el duelo. Tenía que recoger el testigo de mi hermano en su lucha por los derechos más básicos. Creedme, se lo debía.

Unos meses después de su asesinato, comencé a ir a las concentraciones que pedían la liberación del secuestrado de turno. Se celebraban muy cerca de mi casa, en la Paloma de la Paz. Iba sola. Yo estaba en

pleno duelo y aquellas tardes parecían ahondar en el horror. Cuando salíamos a la calle, los proetarras convocaban una contramanifestación: a un lado, nosotros, en silencio; al otro, una jauría gritando «ETA mátalos». Y justo después, comenzaba la lluvia de piedras, tornillos y hasta tapas de alcantarillas.

En esa batalla cívica hubo un día clave: el 7 de septiembre de 1995, cuando una de esas piedras me abrió la cabeza. Aquella piedra fue clave, esa piedra sí significó el comienzo mi trayectoria de activista, ya que me convirtió en una persona pública, dio el pistoletazo de salida de una campaña de acoso del entorno de ETA hacia mi persona. Sin embargo, en la adversidad, me curtí, me crecí: que los radicales me odiaran significaba que les recordaba a mi hermano, él si fue un luchador incansable por la democracia y la pluralidad ideológica en el País Vasco y estaba contagiando su valentía a miles de vascos. Precisamente por eso ETA lo asesinó, no podían permitirse que estuviera transformando esa sociedad que ellos dominaban por completo.

En esas manifestaciones tuve el privilegio de conocer a los mejores ciudadanos del País Vasco: a los más valientes, a los más íntegros y a los más dignos. Esos ciudadanos eran admirables para mí, su compromiso con la libertad y los derechos humanos les llegó sin que el terrorismo hubiese llamado a la puerta de su casa.

Durante muchos años, en uno de los lugares más privilegiados de España, el País Vasco, donde muchos optaron por llevar una vida tranquila y llena de comodidades simplemente guardando silencio, hubo quienes optaron por colocar su dignidad por encima de su miedo. Todas aquellas personas decidieron posicionarse del lado de las víctimas del terrorismo en un momento y en un lugar en el que hacerlo significaba poner en riesgo su propia vida.

La lucha por los derechos humanos desde ¡Basta Ya!

Y con ellos he tenido el honor de compartir manifestaciones, pancartas y foros en los que clamábamos contra el terrorismo, reivindicábamos las libertades y defendíamos el Estado de derecho frente al nacionalismo obligatorio que se pretendía imponer en el País Vasco. La cobardía es contagiosa, pero la valentía también lo es. Con este grupo de ciudadanos valientes y dignos formé parte de un colectivo al que llamamos ¡Basta ya!

El nombre era un grito dirigido a los terroristas de ETA: les pedíamos que dejaran de matarnos, de herirnos, de perseguirnos, de amenazarnos y de secuestrarnos. Y también era un grito para el resto de conciudadanos que miraban para otro lado. Les

queríamos recordar que, en ese pequeño rincón del norte de España, una banda terrorista arropada por una red de organizaciones sociales y políticas estaba infundiendo el terror. Que ahí se estaban cometiendo verdaderos ataques a los derechos humanos.

El hecho de atrevernos a fundar y a pertenecer a ¡Basta Ya! nos convirtió casi inmediatamente en objetivos de ETA. Compañeros activistas, miembros del colectivo, fueron asesinados: Fernando Buesa, José Luis López de Lacalle y mi amigo Joseba, el hermano de Maite. Joseba encarnaba la definición de hombre bueno y comprometido, de alguien que sabía que lo iban a matar y ni siquiera por eso dio un paso atrás. Se dice pronto, pero les pido que se imaginen cómo sería su vida si se levantaran todas las mañanas pensando que podría ser la última.

Otros miembros de ¡Basta Ya! resultaron heridos, como José Ramón Recalde. Y otros, como Cristina Cuesta, Fernando Savater o yo misma, nos convertimos en desterrados forzosos de nuestra tierra.

COVITE

Unos años antes del destierro, en 1998, tres mujeres familiares de víctimas del terrorismo, Teresa Díaz Bada, Cristina Cuesta y yo fundamos COVITE. Que dos

décadas después sigamos existiendo y trabajando con todas nuestras fuerzas solo puede implicar que hay tareas pendientes que merecen nuestro compromiso.

Porque en el País Vasco y en Navarra, aunque ya no nos matan, siguen secuestrando nuestra libertad. Los años de terror no han sido en vano. Una parte de la sociedad, radicalizada, ha asumido los postulados de la banda terrorista y llega, incluso, a rendir honores a los terroristas excarcelados. Otra parte, bastante amplia, participa de esa equidistancia, de esa falsa gramática del conflicto y del impúdico reparto de responsabilidades. Y entretanto el nacionalismo dominante y gobernante, preocupado por cómo lo reflejará la Historia con mayúscula, se afana en lograr la exculpación. Para lograrlo promueve una visión del pasado donde todos fuimos culpables —y entonces, parafraseando a Hana Arendt, nadie lo es— y todos fuimos víctimas, porque todos sufrimos, con independencia de los motivos. En definitiva, en tiempos de fakes news, en el País Vasco y Navarra vivimos la mentira nacionalista perfectamente organizada.

Para los militantes de la libertad, solo hay una opción: continuar. Luchemos un poco más, demos la batalla, aunque sea la última. Yo la daré desde COVITE. Hace más de veinte años que recogí el testigo de mi hermano

y desde hoy me empuja también esa lucha este premio con el nombre de Enrique Ruano.

Enrique Ruano Casanova y Derechos Humanos

Tanto mi hermano Gregorio como Enrique Ruano fueron víctimas de la violencia política. Las víctimas no nos politizamos, sino que nos politizan al asesinarnos, secuestrarnos, herirnos o perseguirnos. Nos convertimos, sin querer, en un sujeto político y por eso la línea clara que ha determinado la actuación de COVITE ha sido el cumplimiento y la defensa del Estado de Derecho. Y, también por eso, yo nunca he sido partidaria de defender ideologías extremistas, dogmáticas, sean del signo que sean y tengan los objetivos que tengan. Los fanatismos, los totalitarismos, no conducen a nada bueno y a menudo recurren al uso de la violencia y de la intimidación para imponerse.

Precisamente por esta razón considero que es tan importante deslegitimar a ETA: porque si han dejado de matarnos no es porque hayan renunciado a su ideología o proyecto político, ese que quisieron imponernos por medio de la violencia. Si han dejado de matarnos ha sido exclusivamente por razones estratégicas. Han visto que, ahora, les es más rentable perseguir sus fines por medios no violentos. Es

necesario, por tanto, seguir luchando contra los objetivos de ETA al igual que antes luchábamos contra sus medios violentos, como diría Fernando Savater. Porque los principios democráticos son los únicos que nos garantizan la libertad y, mientras se sigan defendiendo valores antidemocráticos en las instituciones y en las calles, nuestra libertad seguirá secuestrada. Mientras no hayamos ganado la batalla de la libertad, ¿quién nos garantiza que la historia no se repita?

Hay todavía mucho por lo que luchar, pero, afortunadamente, también hay muchas personas dispuestas a hacerlo. Los activistas que he conocido a lo largo de mi vida son incansables en la defensa de su causa, incorruptibles hasta en las más difíciles de las circunstancias y firmes en su compromiso con la libertad. Los activistas que he conocido me han hecho mejor persona y han hecho esta sociedad mejor. Y la siguen haciendo.

A ellos quiero dedicarles este premio. Hace 23 años recogí el testigo de mi hermano. Hoy recojo el de Enrique Ruano y los valores asociados al galardón que lleva su nombre. Hoy me comprometo a mirarme en sus respectivos espejos. De ellos, y de los activistas que me topé en el momento más duro, he aprendido que la defensa de la libertad es, más que una causa, una forma de vida. Hoy os digo que continuaré en la lucha. Cuento con vosotros.

Muchas gracias.