Desencanto, la Izquierda intocable y la Derecha a medio gas

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Redacción – La izquierda intocable, encima del pódium de los éxitos conforme a la justicia. Los Podemitas, la revolución justiciera, una traca de donaciones, aplauso a los okupas, a la inmigración ilegal, a los manteros. Pero lo más miope es el juego con el lenguaje, rompen las reglas gramaticales, una obsesión con lo femenino, siempre es el toque, el aderezo de la frase, unos antisistema. La derecha a medio gas, sin crear un discurso para replicar las falacias y eslóganes del contrario, sin saber dar a conocer sus aciertos, sin hacer pedagogía de lo que es la libertad, la igualdad ante la ley, el esfuerzo personal, el buscar el rendimiento, la formación, crear iniciativas. Sólo los personalismos imperan ahora en esa derecha dividida. Barcelona (España), sábado 20 de julio de 2019.

El modelo de Estado y de gobierno que nos rige requiere muchos elementos imprescindibles para su buen funcionamiento. En estos momentos faltan varios pero el más notorio es la ausencia del sentido de compromiso que deben tener los políticos.

Los ciudadanos hemos cumplido con las urnas en los distintos comicios que nos plantearon y da la coincidencia que alguno fue convocado a capricho, por interés partidista. Se gestó la moción de censura con el apoyo de los que no pretendían mejorar el bienestar de los ciudadanos y con la promesa de ir con rapidez a nuevas elecciones. El tiempo no consta para ellos, pasa sin preocupación alguna: uno paseándose como presidente en funciones y otros trazando sus planes rupturistas.

Los decretos ley han proliferado sin debate, no cumplen las sentencias, actúan sin ajustarse al marco constitucional o puede ser que ni lo conozcan. La vicepresidenta, la señora Carmen Blanco con sonrisa en los labios y con cierta ironía adjudica a los socialistas los hitos conseguidos en democracia. Manipulación constante y un trato vejatorio a los sectores sociales que dicen representar. Los «ciento y pico años de honradez» es la frase al alcance en las intervenciones ante los medios.

La izquierda intocable, encima del pódium de los éxitos conforme a la justicia. Los Podemitas, la revolución justiciera, una traca de donaciones, aplauso a los okupas, a la inmigración ilegal, a los manteros. Pero lo más miope es el juego con el lenguaje, rompen las reglas gramaticales, una obsesión con lo femenino, siempre es el toque, el aderezo de la frase, unos antisistema.

La derecha a medio gas, sin crear un discurso para replicar las falacias y eslóganes del contrario, sin saber dar a conocer sus aciertos, sin hacer pedagogía de lo que es la libertad, la igualdad ante la ley, el esfuerzo personal, el buscar el rendimiento, la formación, crear iniciativas. Sólo los personalismos imperan ahora en esa derecha dividida.

Ausencia de sentido de Estado, ni unos ni otros lo tienen. Les puede más sus «egos» que el estar para servir a la ciudadanía. Escucharles produce estupor, tristeza, desaliento, rabia y repulsa. Estamos en manos de unos políticos imberbes, poco formados, faltos de experiencia en la carrera del éxito. Diseñan hasta el escenario que recoge la pantalla de televisión: el líder ante el micrófono rodeado de otro o varios compañeros, rígidos, mujeres y hombres, en las manos algún carpetón con las siglas del partido o una frase de marketing mirando al supuesto público; el líder en grupo, en manada avanzando como buscador de oro, atisbando ya el botín, la Moncloa. Éstas son las dos panorámicas diseñadas cara a la ciudadanía.

El futuro está en reformas profundas, libertad dentro de los partidos, en las Cámaras legislativas, en los tribunales, en la sociedad. Libertad para saber elegir, para saber presentarse en una candidatura, para saber responder, para responsabilizarse de lo dicho y hecho, pero eso sí, calidad, formación, seriedad y experiencia. Y por encima la ley, cumplirla y respetarla. La acción de gobierno transparente, el presupuesto controlado, los gastos, sobre todo las subvenciones, pocas y registradas.

La democracia parlamentaria liberal es un sistema político que nos pide participación continua, estar informados de los aconteceres en las cámaras de debate, de los pactos y de su transcendencia, comunicar nuestro aplauso o rechazo, confiar en nuestros representantes pero siempre cercanos al momento o lugar donde actúan, nuestro seguimiento es imprescindible.

Somos soberanos, cada uno en particular, los derechos son individuales y ellos son nuestros delegados en las Cortes. Cada uno de ellos está allí por cada uno de nosotros, no lo olvidemos.

Ana María Torrijos.