
Redacción.- Barcelona (España), martes 2 de febrero de 2022. Al mundo lo mueven las ideas, y hoy en cada pequeño mundo —comunidad, país, región, continente o proto-estado— hay dos mundos.
Uno, el mundo «progre», el de las ideas políticamente correctas, abusivas y degeneradas, cultura de muerte y omnímodo poder. Mundo cerrado, sectario, impositivo, aherrojado por grupos de poder foráneos que penalizan toda libertad fuera de su obtuso pensamiento único, su ideología de género deshumanizadora y su agenda 2030 precursora del Nuevo Orden Mundial (NOM).
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Dos, el mundo de la gente libre, políticamente incorrecta. Pensamiento abierto a la naturaleza, la tradición, la historia (sin pérfida memoria), la cultura, la trascendencia, a todo lo humano en su más genuino sentido de solidaridad, respeto, amor y servicio. Mundo de principios y valores con arraigo y fundamento, defensor de la vida, la familia y la libertad como cimientos de la sociedad. Patria, democracia y unidad como formas de asociación, libertad, convivencia y desarrollo.
El mundo «progre» regresa rápido avasallando, aplastando todo y a todos los que no aceptan sus planteamientos (no pensamientos, que no los tiene). Van a lo suyo, y lo suyo es cultura de muerte; lo suyo es el descarte, incluido el infanticidio, eliminar deficientes e implantar eugenesia; también la pederastia que viene pisando fuerte para ser legal. Cultura de género epiceno, con el insulto y la amenaza como armas permanentes.
Mundo «progre» del humanicidio: no maternidad, no familia, no compromiso ni crianza… Cultura del disfrute, el gusto del momento, irresponsable, ni cargas ni prójimo, pero sí colegas. Cultura estatalista, estilo comunista: Papá Estado controla todo, maneja todo, impone todo; los súbditos son eso, súbditos-rebaño pastando en las praderas estatales regadas con deuda pública para mayor supeditación a lobbies y proto-estados de los que dependen con servilismo, limosneo, subsidiarios de la explotación y el abuso de plutócratas desalmados que ¡¡exigen porque pagan y a callar!!
Es lo «progre», cuyo culmen está en la implantación forzada y forzosa de la ideología de género —nacida ayer de mentes desnortadas y revanchistas, inventores de la pólvora incendiaria de cuerpos y espíritus pusilánimes; excrecencia del marxismo fracasado que renace en la nueva lucha, ahora de sexos, para eliminar cualquier vestigio de naturaleza, ciencia y humanismo—.
En países donde antes, y más que en España, ha progresado tal ideología, ya vislumbran le necesidad de dar el vuelco a la situación, ellos están de vuelta, nosotros estamos en plena la vorágine. Experimentamos ya el máximo desastre con la desorientación de nivel nacional, exacerbado en niños y adolescentes cebados en escuelas con la ideología que les desquicia por la
inseguridad y la indefensión confusas a que son sometidos; carentes de identidad y seguridad, justamente lo más necesario en edades pre y adolescentes.
Los efectos de tales situaciones son, sencillamente demenciales; a ellos nos llevan los «progres». Para ellos todo eso es el progreso que, en aras de una chusca reivindicación LGTBIQ+, destruyen infancia y juventud. Lo que quede será tierra quemada, fértil para el NOM que viene con su agenda 2030.
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Otros, los que podemos mantener el mundo de los LIBRES. Libres de los fanatismos de la corrección política; libres de cultura de muerte; libres de ideología anti-natura. Mundo que navega en la barca de la historia, que tiene memoria a largo plazo, con cultura que fluye desde unas bases judeo-cristianas con filosofía griega y derecho romano, con 25 siglos de humanismo y con apoyo en tres valores inmutables —verdad, belleza y bondad— de los que emanan otros muchos valores cultivados por los mejores de entre los muchos pueblos y grupos que nos han traído hasta aquí.
Libres para ser y crear. Este mundo entiende los muchos errores y fallos que su larga historia ha tenido y, a la vez, lo fecunda y valerosa humanidad que ha producido. Consciente del momento, quiere construir, mejorar, avanzar, vivificar y re-humanizar. Se rebela y se levanta para ello contra esa cultura de muerte, de selección destructiva, de venganza anti-natura, de ideología pudre-todo.
Es preciso elegir, por supervivencia y por imperativo natural:
1.- Cultura de muerte o cultura de vida. – Género fluctuante o sexo natural.
2.- Cancelación o derecho a la vida. – Confusión o fundamentos naturales
3.- Progresismo o desarrollo racional. – Sometimiento o liberación.
Nos lo han puesto así y nos alzamos para elegir. Una sociedad que se precie, una democracia de verdad, nunca construirá sus leyes y sus normas de convivencia sobre la mentira, contra la naturaleza, contra la ciencia, y coronándolas con la cultura de la muerte y la destrucción de su infancia y juventud sagradas.
La sociedad no puede ser una marioneta en manos del último arlequín titiritero y de la horda de la moción fallida. Luchamos y votamos por una sociedad LIBRE del social-comunismo «progre».
Isidro García Getino
