El asesino de Anna y Olivia habría dado muerte a estas niñas para provocar a su expareja el mayor dolor

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FOTOGRAFÍA. SANTA CRUZ DE TENERIFE (ESPAÑA), 10.06.2021. El buque del Instituto Español de Oceanografía (IEO) Ángeles Alvariño sigue rastreando este jueves los fondos marinos de la costa de Santa Cruz de Tenerife en busca de pistas sobre el paradero de las niñas Anna y Olivia, desaparecidas junto a su padre, Tomás G., desde el 27 de abril. Efe

Efe.- Santa Cruz de Tenerife (España), sábado 12 de junio de 2021. Tomás Gimeno, el padre desaparecido en Tenerife desde el 27 de abril junto a sus hijas Anna y Olivia, presuntamente habría dado muerte a las niñas en su finca de Igueste de Candelaria en un plan preconcebido que tenía como fin provocar a su expareja el mayor dolor que pudiera imaginar.

Esta es una de las premisas que señala la magistrada titular del Juzgado de 1ª Instancia e Instrucción número 3 de Güimar en un auto dictado este sábado para informar al Ministerio Fiscal sobre la procedencia de dejar sin efecto la vigente orden internacional para la detención de Gimeno por delito de sustracción menores.

La jueza a su vez ha pedido otra orden internacional para la detención de Tomás Gimeno por la presunta comisión de dos delitos agravados de homicidio y uno contra la integridad moral en el ámbito de la violencia de género, al tiempo que pide que el caso pase al Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Santa Cruz de Tenerife.

Según el auto, Beatriz Zimmermann y Tomás Gimeno mantuvieron una relación fruto de la cual nacieron Anna y Olivia. Dicha relación se rompió hace aproximadamente un año, lo que implicó el cese de la convivencia, residiendo desde entonces Tomás en Igueste de Candelaria y Beatriz junto a sus hijas en Radazul. Desde ese momento, Tomás mantuvo de forma constante hacia Beatriz un trato vejatorio y denigrante, dirigiéndole a diario comentarios descalificativos, ofensivos y ultrajantes, en particular enfocados a menospreciarla por haber rehecho su vida con una nueva pareja, manifestando además, de forma reiterada, que no toleraba que compartiera momentos con sus hijas.

Arrojadas al mar

A las 21.05 horas del 27 de abril y tras haber presuntamente matado a sus hijos, Tomás se desplazó con su vehículo, en cuyo interior presuntamente se encontraban los cuerpos, hasta Santa Cruz, parando un momento en casa de sus padres, donde a escondidas dejó su perro, dos tarjetas de crédito con sus claves y dos juegos de llaves de un Alfa Romeo que había dejado la madrugada del mismo 27 de abril, hacia las 00.30 horas, en la finca donde ejercía su actividad profesional, situada en Guaza.

Beatriz llegó a las 21.00 horas al domicilio de Tomás, a quien llamó por teléfono y quien le dijo que iban a comer algo y que le dejaría a las niñas en casa. Sin embargo, poco antes de las 21.30 horas Tomás regresó hasta la Marina. Tras estacionar el vehículo, realizó tres viajes desde el coche hasta su barco para llevar distintos objetos, entre los que estaban las bolsas de deporte en cuyo interior presuntamente se encontraban los cuerpos de Olivia y Anna. Finalmente, a las 21.40 horas zarpó con la embarcación. A las 21.50 horas Beatriz llamó de nuevo a Tomás, quien le comunicó que ya estaba fuera de la isla con las niñas. Poco después, le telefoneó de nuevo y Tomás le dijo que ya no iba a ver ni a las niñas ni a él, que se iba con ellas y que iba a empezar una nueva vida. A las 22.30 y a las 22.40 horas, Beatriz repitió la llamada, ya desde el Puerto de la Guardia Civil, siendo la respuesta de Tomás la misma, aun cuando intervino un agente de la Guardia Civil.

Cuando ya estaba suficientemente alejado de la costa y sobre una zona que conocía profunda, hacia las 22.30 horas, Tomás arrojó al mar desde su barco las bolsas de deporte que contenían en cuerpo sin vida de su hija Olivia y presuntamente el de su hija Anna, ambas amarradas a un ancla por medio de una cadena y un cabo, quedando las bolsas, junto al ancla, depositadas al fondo del mar. A las 22.30 horas, Tomás volvió a llamar a Beatriz, llegando a decirle que él no podía permitir que sus hijas crecieran sin su padre. A las 22.44 horas el teléfono de Tomás aparentemente se quedó sin batería, por lo que decidió regresar a puerto.

En la bocana de la Dársena Pesquera, hacia las 23.15 horas, Tomás se cruzó con una embarcación de la Guardia Civil, que realizó una propuesta de sanción contra él por incumplir el toque de queda. Seguidamente, volvió a atracar su barco. A las 23.45 horas, Tomás se dirigió a una gasolinera cercana y compró un cargador de móvil, cigarros y agua, regresando minutos antes de las 00.00 horas a la Marina, dirigiéndose con el vigilante de seguridad a su oficina a cargar el móvil. A las 00.27 horas, Tomás regresó de nuevo a su marco y zarpó por última vez.

Tomás volvió a hablar a las 01.28 horas con Beatriz, quien le planteó que las niñas necesitarían a su madre, a lo que él contestó que sabía que eso le iba a costar pero que con el tiempo estarían bien con él, ya que tenía suficiente dinero para vivir. A las 02.11 horas habla por última vez con Beatriz, despidiéndose definitivamente. Además, mandó varios mensajes de despedida a sus amigos, a los que comunicó que les dejaba varias de sus pertenencias, y a su padre, diciéndole que lo sentía de verdad, que lo sentía por él, pero que necesitaba esto y que por fin estaría bien y como quería. El último mensaje lo remitió a las 02.27 horas.

La autopsia no aclara la causa de la muerte de Olivia

Este sábado se han conocido los resultados de la autopsia realizada a la niña Olivia Gimeno, que han revelado que su muerte se produjo como consecuencia de un edema agudo de pulmón, que puede producirse tras una intoxicación por envenenamiento respiratorio al inhalar algo tóxico, según ha explicado a la agencia Efe el vicepresidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), Germán Peces-Barba. Este neumólogo considera que si Olivia falleció por edema pulmonar agudo estaba ya muerta cuando fue lanzada al agua, ya que «si hubiera sido un ahogamiento tendría que haber agua aspirada por vía pulmonar».

Mientras tanto, el buque oceanográfico ‘Ángeles Alvariño’ del Instituto Español de Oceanografía (IEO), ha regresado al puerto de la capital tinerfeña por primera vez en trece días a causa de una avería en el equipamiento, según la Guardia Civil, y para proceder al avituallamiento y relevo de la tripulación, según otras fuentes conocedoras de la investigación. Es la primera vez que este barco se utiliza para localizar personas y en este caso se desplazó a Tenerife desde su base en Vigo para ayudar en la búsqueda de Tomás y sus dos hijas, rastreo que iba a finalizar esta semana y que se decidió prolongar después de que el lunes se hallasen sumergidos una botella de submarinismo y un edredón que pertenecían al padre.

Tres días más tarde, el ‘Ángeles Alvariño’ localizó el cuerpo sin vida de Olivia dentro de una bolsa de deporte atada a un ancla, a mil metros de profundidad en la zona de búsqueda frente al Puertito de Güímar, donde se perdió la geolocalización del teléfono móvil del padre de Anna y Olivia.

Mientras tanto, a la desazón instalada en la sociedad canaria en particular, y en el conjunto de España por extensión, tras el hallazgo del cadáver de la pequeña Olivia se suma la tensa espera por localizar el paradero de su hermana Anna, de 1 año, y del padre de ambas. Una espera que puede verse prolongada en función de la demora para reparar la avería del ‘Ángeles Alvariño’, ahora que todos los ojos están puestos en lo que pueden esconder las abruptas profundidades del litoral canario.