El australiano Caleb Ewan encuentra el tesoro, y Tom Dumoulin «la roja»

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EFE – El australiano Caleb Ewan (Orica), de 21 años, se presentó en sociedad ganando al esprint la quinta etapa de la Vuelta en la meta elevada de Alcalá de Guadaíra (Sevilla), donde un corte en la recta de llegada cambió la camiseta roja de líder a las espaldas del holandés Tom Dumoulin (Giant) e hizo perder a Valverde 10 segundos respecto a Chris Froome. <Fotografía: El ciclista australiano del Orica, Cadel Evans, se impone en la quinta etapa de la Vuelta Ciclista a España, con salida en Rota y llegada en Alcala de Guadaira, con una distancia de 167,3 kilómetros. Foto/Efe>.

El ciclista de Sydney, un ultraligero de 1,65 metros y 61 kilos, no estaba llamado para la fiesta prevista para un Sagan, un Degenkolb o un Valverde, pero los sueños se persiguen antes de alcanzarlos y a veces llegan. Quería ganar en una grande y se vio entre los grandes, bien colocado por el Orica. Y se lanzó con fe, sin complejos.

Atrevimiento juvenil en un esprint loco, desordenado, donde Ewan se metió tras la rueda de Degenkolb para superarle. Y a Sagan. «Vi el repecho final y creí que no ganaba, pero como iba bien colocado me la jugué». Gran decisión. Su primer gran tesoro estaba a punto de caer.

Una alegría para la escuadra australiana que dirige Neil Stephens, aunque perdiera el maillot rojo que portaba el colombiano Chaves desde la segunda etapa. El botín quedó reducido pero sigue la fiesta en la casa australiana.

El «escarabajo» se quedó en uno de los cortes de la última recta. La llegada tenía miga. El perfil del libro de ruta hablaba de etapa llana. Si, pero no al final. Había trampa y algunos cayeron en ella. El desorden hizo el resto.

La lucha entre los hombres rápidos abrió una brecha de 2 segundos, en la que entraron Dani Moreno y Chris Froome, muy atento a la hora de la verdad. A «Purito» Rodríguez y Chaves les «picaron» 8 segundos, a Nairo Quintana 10 y a Valverde, Aru y Landa 12. En la general, todos ellos en 8 segundos, en espera de la montaña de verdad.

Tom Dumoulin, aquel líder del pasado Tour que se retiró por una caída, ya se encontraba en el autobús del equipo lamentando no haber ayudado a ganar a Degenkolb cuando escuchó por la radio que era el nuevo líder. Abajo de nuevo, en dirección al podio para enfundarse «la roja». Una sorpresa inesperada. Tal vez le pasó lo mismo que a Ewan con su etapa.

Una jornada calurosa que nació junto al mar, en Rota, y desembocó después de 167 kilómetros en Alcalá de Guadaíra, localidad que reivindica el a menudo ignorado acento en la í, y la primera que cuando sale el sol en Sevilla da los buenos días.

A 9 kilómetros de Alcalá terminó el sueño del belga Iljo Keisse (Etixx), último superviviente del trío de aventureros que osaron escaparse de inicio. Con el viajaron bajo la calima el canadiense Duchesne (Europcar) y Tsgabu Grmay, el primer ciclista etíope que participa en la Vuelta a España.

Si África brilló en el Tour con el eritreo Teklehaimanot, que incluso lució el maillot de la montaña unos días, en la Vuelta el sueño del continente negro asomó de nuevo. Fue solo una escapada, pero todo el mundo vio el empeño de este corredor formado en el Centro de Ciclismo de Aigle (Suiza).

El guión marcaba esprint. No explicó Valverde si volvió a tirar de la informática para ver el final que le esperaba, pero lo cierto es que le venía bastante bien. Como a Purito. Y también a Sagan y Degenkolb. El Tinkoff trató de colocar el tren para el eslovaco, pero todos querían mojar y la última recta ascendente se convirtió en un lío fenomenal.

Sálvese quien pueda. Los elegidos entraron juntos en la subida, pero era cuestión de medir las fuerzas, pues un repecho seguía a otro, y el último estaba escondido. El grupo se rompió y Degenkolb atacó desde muy lejos, demasiado.

Hubiera sido suficiente la explosión física del alemán, que machaca los pedales con una fuerza brutal, pero no esperaba la visita de Ewan, quien sí atacó en el momento preciso, justo, para irse directo hacia su tesoro. Nada menos que una victoria en una grande, en la misma carrera donde se dio a conocer su compañero y compatriota Michael Matthews. «Esto es algo enorme para mi. La llegada me venía bien, pero pensé que ganarían Degenkolb o Sagan. Al verme bien colocado me lancé y he logrado un éxito que me hace superfeliz», dijo.

Con su cara de rasgos orientales, ya que su madre es coreana, y su figura diminuta, se presentó en el podio. Con ustedes una de las perlas del ciclismo australiano, el mismo que sueña con una etapa y el maillot verde en el Tour de Francia. Armas tiene para ello. Juventud, divino tesoro. Mañana se disputa la sexta etapa entre Córdoba y Sierra de Cazorla, de 200 kilómetros.