El desarme no importa, «hace tiempo que ETA ha dejado de preocupar a la mayoría de los vascos»

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San Sebastián (España), 9 abril de 2017. (EFE).- La sociedad vasca, constantemente apelada como parte activa en el desarme de ETA, ha asistido con cierta distancia al proceso de entrega de los arsenales de la organización terrorista, que en los últimos años se ha visto relegada a posiciones postreras en la lista de preocupaciones de los vascos. Fotografía facilitada por los "mediadores" autodenominados "artesanos de la paz" de la localización de uno de los ocho depósitos de armas que ETA entregó ayer a la policía francesa. Efe.

Efe – La sociedad vasca observa con distancia el proceso de desarme de ETA. En 2010, antes de la declaración del fin del terrorismo de ETA, el sondeo determinó que la violencia de ETA alcanzó un «mínimo histórico» de preocupación, un 2 %, en un momento en el que el empleo era el problema que quitaba el sueño a la mayoría de los vascos (52 %). «Hace tiempo que ETA ha dejado de preocupar a la inmensa mayoría de los vascos, que, por lo demás, llevan años rechazándola y valoran de forma negativa su trayectoria».  San Sebastián (España), domingo 9 de abril de 2917. Fotografía: Fotografía facilitada por los «mediadores» autodenominados «artesanos de la paz» de la localización de uno de los ocho depósitos de armas que ETA entregó ayer a la policía francesa. Efe.

La sociedad vasca, constantemente apelada como parte activa en el desarme de ETA, ha asistido con cierta distancia al proceso de entrega de los arsenales de la organización terrorista, que en los últimos años se ha visto relegada a posiciones postreras en la lista de preocupaciones de los vascos.

El esquema ideado por ETA para desarmarse ha situado a la «sociedad civil» en el centro de las operaciones, aunque sus representantes han sido exclusivamente vascofranceses y ninguna organización social ni personalidad de Euskadi -al margen de la izquierda abertzale- ha figurado en primera línea, más allá de prestar su apoyo, como han hecho los sindicatos ELA, LAB, UGT y CCOO y todos los partidos excepto el PP y los gobiernos vasco y navarro.

ETA ha pasado de ser la principal preocupación de los vascos (39 %) en 2001 a su «práctica desaparición del horizonte cotidiano desde 2010», tal y como explica el profesor de la Universidad del País Vasco Francisco Llera, responsable de la elaboración del Euskobarmómetro.

Ya en 2005, en plena tregua de ETA, el terrorismo pasó de ser el segundo problema más acuciante para los vascos a convertirse en el cuarto, en un momento en el que este estudio sociológico detectó que incluso la mayoría de los votantes de la izquierda abertzale rechazaba el uso de la violencia.

Cinco años después, en 2010, antes de la declaración del fin del terrorismo de ETA, el sondeo determinó que la violencia de ETA alcanzó un «mínimo histórico» de preocupación, un 2 %, en un momento en el que el empleo era el problema que quitaba el sueño a la mayoría de los vascos (52 %).

«Hace tiempo que ETA ha dejado de preocupar a la inmensa mayoría de los vascos, que, por lo demás, llevan años rechazándola y valoran de forma negativa su trayectoria», sostiene Llera.

Ahora, casi seis años después del fin de la violencia, el mercado laboral, los problemas económicos o la corrupción siguen protagonizando los quebraderos de cabeza de los vascos, mientras que la violencia, el terrorismo, los presos y el proceso de paz fue mencionado por el 1 % de los encuestados por el Sociómetro vasco -la encuesta que elabora el Gobierno vasco- en septiembre de 2016.

«ETA fue preocupación de los vascos durante muchos años, pero el declive de la organización y el auge de otros muchos problemas, como la economía cada vez más precarizada, la corrupción, la falta de empleo, el medio ambiente, el exilio laboral o el TAV, han provocado que una gran mayoría de la sociedad vasca tenga como amortizado el rollo de ETA», sostiene Fabián Laespada, antiguo miembro de Gesto por la Paz, una de las primeras organizaciones sociales vascas que alzó su voz contra la violencia, y no sólo contra la de ETA.

Gesto por la Paz y otros colectivos similares, como Denon Artean, o, desde otra perspectiva, Elkarri y después Lokarri -ésta última organizadora junto con la francesa Bake Bidea de la Conferencia de Aiete- ya no tienen actividad y su relevo lo han asumido grupos del País Vasco francés, un ámbito en el que el acuerdo político ha resultado más sencillo que al sur del Bidasoa.

Sin ese músculo social, la exigencia a ETA para que se desarme y se disuelva ha correspondido a los políticos, mientras que la mayoría de los ciudadanos «han pasado ya página» y no existe una verdadera movilización social para exigir el fin definitivo de la organización terrorista, que la mayoría da por hecho.

«Los pasos que ha dado ETA siempre han sido tan lentos, tan deseados, tan meditabundos, que siempre le hemos adelantado por todos lados. Una vez más ETA llega muy tarde y la mayoría la miramos con desdén», explica Laespada, profesor de la Universidad de Deusto.

Sin embargo, en su comunicado del viernes, ETA afirma que sus armas están en «manos de la sociedad civil» y del «pueblo vasco», aunque los actores que han intervenido son exclusivamente vascofranceses y no son personas referenciales en la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra, las que realmente ha sufrido la violencia.

«Se están arrogando una representatividad que no es real, lo que forma parte de las tácticas propagandísticas de su movimiento», sostiene Llera, quien considera que la apelación a la «democracia participativa» en el proceso de desarme pretende «blanquear el pasado de muchos de sus responsables, cómplices, aprovechados y tontos útiles».

La multitudinaria concentración de ayer en Bayona, que pretendió ser un aval de la sociedad al desarme de ETA, reunió a miles de personas, la mayoría de ellas encuadradas en el sector de la izquierda abertzale.

Otros sectores, como los que se aglutinan en torno a las víctimas del terrorismo o del PP, se han visto representados esta semana por los manifiestos y actos impulsados por este partido y por un grupo de intelectuales y afectados por el terrorismo, lo que indica que no cabe hablar, como apuntó el filósofo Fernando Savater el jueves en San Sebastián, de una única masa social homogénea, sino de diferentes «sociedades civiles» con aproximaciones distintas al fenómeno de la violencia de ETA y su definitivo desarme.