«El feminismo islámico fue como un niño no deseado por el islam político»

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FOTOGRAFÍA. FEZ (MARRUECOS), 07.06.2019. i-d) La historiadora estadounidense Margot Badran, la profesora universitaria, Fátima Sadiqi, y la activista Abir Ibourk, durante el coloquio "Feminismo islámico" celebrado en la ciudad de Fez. Efe.

Efe – El feminismo islámico «tuvo que pasar por la puerta de la religión», además de aclarar que el feminismo llegó después de que se concretara otra prioridad en el mundo árabe, como fue la lucha por la independencia de las potencias ocupantes. La profesora universitaria e investigadora marroquí Fatima Sadiqi indicó que una de las características de este movimiento feminista es su capacidad de «conseguir una reforma desde el interior del sistema islámico». Fes (Marruecos), viernes 7 de junio de 2019. 

El feminismo islámico busca argumentos en la religión musulmana para defender la igualdad de género y constituye una especie de respuesta al feminismo occidental, afirmaron hoy varios investigadores en un coloquio en la ciudad Fez (centro de Marruecos).

Expertos marroquíes e internacionales de diferentes tendencias coincidieron en que el feminismo islámico nació teniendo en cuenta las realidades locales de los países árabes. La historiadora estadounidense Margot Badran explicó que uno de los factores de éxito del feminismo islámico fue su uso de los textos religiosos para apoyar «la igualdad de género».

Pero dejó claro que este movimiento «tuvo que pasar por la puerta de la religión», además de aclarar que el feminismo llegó después de que se concretara otra prioridad en el mundo árabe, como fue la lucha por la independencia de las potencias ocupantes. La profesora universitaria e investigadora marroquí Fatima Sadiqi indicó que una de las características de este movimiento feminista es su capacidad de «conseguir una reforma desde el interior del sistema islámico».

Sadiqi subrayó en su intervención que este movimiento apareció a principios de los años noventa dentro del islam político, que comenzó con la revolución iraní a finales de la década de los setenta, para hacer llegar la voz de las mujeres musulmanas y defender sus derechos en la esfera pública y privada.

«El feminismo islámico fue como un niño no deseado por el islam político, pero al que le resultaba difícil oponerse», subrayó Sadiqi.

La resistencia a la idea viene del nombre mismo de «feminismo», un concepto generalmente rechazado en el mundo arabo-musulmán porque remite a Occidente y se interpreta como portador de ideas hostiles a la religión islámica.

De hecho, el feminismo islámico se bifurcó en dos tendencias, la primera de las cuales considera el feminismo un proyecto de reforma que reclama una revisión del texto religioso realizado por las mismas mujeres con el fin de conseguir más derechos.

Esta rama cuestiona a veces principios casi intocables de la religión, como cuando la pensadora musulmana estadounidense Amina Wadud decidió en 2005 dirigir por primera vez en la historia una oración del viernes, una responsabilidad hasta entonces exclusivamente masculina, ante las duras críticas de los teólogos entonces.

La segunda tendencia, más conservadora, es la que prefiere volver al patrimonio religioso en el Corán y el Hadith (tradición del Profeta) y reivindica más bien hacerlo renacer de nuevo.

Cercano a esta idea, el imán y profesor en la prestigiosa Universidad marroquí de Qarawiyyin, Driss Fasi Fihri, defendió que el Corán no ha establecido distinciones entre hombres y mujeres, ni según la fe ni en la jurisprudencia.

Para el imán marroquí, que en ningún momento pronunció la palabra «igualdad», el feminismo islámico debe buscar «un equilibrio en la sociedad», un concepto que, en su opinión, traerá la justicia entre los dos sexos.

El coloquio, que acogió un amplio abanico de participantes de diversos ámbitos (feministas, activistas de derechos humanos, universitarios y religiosos), insistió en los constantes «choques» entre el feminismo islámico y el occidental, pese a los esfuerzos realizados por expertos para encontrar puntos comunes.

Lo cual plantea, para Hamid Laazar, decano de la Facultad de Letras de Fez, un interrogante sobre «la compatibilidad» entre el islam como religión y el feminismo como movimiento «laico».

De hecho, una de las ideas que sobrevoló todos los debates fue la cuestión de las libertades individuales (como la homosexualidad), centrales para el feminismo occidental, pero que el feminismo musulmán generalmente rechaza.

Otra manzana de la discordia, según la historiadora Margot Badran, es el sistema de herencia musulmán que sigue siendo intocable en casi todo el mundo musulmán, pese al debate que dentro de sus sociedades se ha abierto para acabar con un sistema que otorga a la mujer (hija, hermana o sobrina) la mitad de la herencia que al hombre de su mismo grado de parentesco.