El juez rechaza el relato de un testigo clave en el crimen de la policía urbana

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FOTOGRAFÍA. AUDIENCIA DE BARCELONA (BARCELONA) ESPAÑA, 05.02.2020. Los guardias urbanos Rosa Peral (d) y Albert López (i), el lunes en la Audiencia de Barcelona, acusados de matar a un compañero, que era pareja sentimental de ella, en 2017. Efe

Efe – El relato de uno de los testigos clave para dilucidar si los agentes de la Guardia Urbana de Barcelona Rosa Peral y Albert López son culpables del asesinato de su compañero Pedro Rodríguez, pareja sentimental de ella, ha sido rechazado este martes por el juez, que ha impedido que relatara su versión de lo sucedido. Barcelona (España), miércoles 5 de febrero de 2020.

El magistrado del jurado popular así lo ha decidido durante la tercera sesión del juicio del denominado crimen de la Urbana, que se celebra en la Audiencia de Barcelona desde el pasado lunes y en el que ambos acusados afrontan una petición del Ministerio Público de hasta 25 años de cárcel por asesinato con alevosía.

Una de las pruebas principales de este martes iba a ser la declaración de Antonia G., esposa del exmarido de Rosa, Rubén C., que en fase de instrucción explicó que la hija de la acusada había visto a su madre manchada de sangre la noche del 1 al 2 de mayo de 2017, la madrugada del crimen.

Sin embargo, cuando el fiscal ha formulado la pregunta, el juez ha impedido que la testigo respondiera porque no presenció directamente los hechos -sino que los conoce a través de la hija de Rosa- y, además, la menor se acogió a su derecho de no testificar en contra de su madre.

«Un testigo de referencia no puede sustituir el derecho de un menor a no declarar», ha recalcado.

En cambio, a petición del abogado de la acusación particular, Juan Carlos Zayas, sí ha permitido que Antonia mostrase al jurado mediante mímica los gestos que la niña hizo al contarle lo que presenció, una solución insólita, especialmente porque la testigo, al igual que su marido, han declarado a través de videoconferencia desde el mismo edificio judicial «por motivos de seguridad».

Durante la escenificación, Antonia se ha puesto ambas manos alrededor del cuello simulando un estrangulamiento y luego las ha alzado para aparentar que bajaba por las escaleras haciendo «clac-clac-clac» como «un robot».

Posteriormente, ha hecho ver que se limpiaba la cara «como si tuviera sangre», un comentario que le ha valido el reproche del magistrado, que ha alertado al jurado que sólo pueden tener en consideración los gestos y no las palabras.

Antes de Antonia ha sido el turno de Rubén, quien ha descrito a la acusada como una persona «caprichosa» pero «normal» de la que estaba «muy enamorado» hasta que «las cosas se torcieron».

Rubén ha negado que tuvieran una relación abierta pero admitido diversas infidelidades entre la pareja, que puso fin a su matrimonio a finales de 2016 poco antes de mantener varios desencuentros por la custodia de las niñas.

Ha detallado que en 2013 se enteró de que Rosa mantenía una aventura con Albert de quien ha dicho que era, según la acusada, «dominante y violento».

Rubén fue uno de los principales sospechosos del crimen después de que Rosa y Albert intentaran incriminarlo del asesinato acercando el móvil de la víctima hasta los alrededores de su domicilio garantizando así una pista falsa en caso de que la policía rastrease la señal.

Lo hicieron en el trayecto en coche hasta el pantano de Foix, donde los acusados presuntamente prendieron fuego al vehículo de la víctima con su cadáver dentro.

En la sesión de este martes también ha declarado Francisco Peral, el padre de Rosa, que ha rectificado la versión que dio ante los Mossos d’Esquadra y ha negado que viera a Pedro en casa de su hija el día después del crimen.

Francisco ha dicho que se «equivocó» y que, tal como le confirmó posteriormente Rosa, no era su yerno a quien vio, sino a un «vecino», a la vez que ha negado que su hija le pidiera que «mintiera».

El padre ha explicado que el día del asesinato lo pasaron juntos en familia y que, al día siguiente, no observó ni heridas ni comportamientos extraños en Rosa pese a que ésta le había dicho que Pedro «se había enfadado y se había ido».

Ha aseverado también que supo de la muerte de su yerno a través de una compañera de trabajo de Rosa pero que nunca lo habló con su hija: «No me metía en su vida matrimonial», ha zanjado.