El pueblo de Ermua, «decepcionado» con el comunicado de disolución de ETA

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Manifestación convocada en Ermua el 11 de julio de 1997, para pedir la libertad de Miguel Angel Blanco secuestrado por ETA. Archivo Efe

Efe – «La gente con la que he hablado tiene sensación de decepción, quizá no una sensación de decepción meditada, pero sí de qué pesados son, qué mentirosos… Tienen esa percepción de que estos tíos (por los militantes de ETA) nos están contando mentiras e historietas». Ermua (Vizcaya) España, domingo 6 de mayo de 2018. Fotografía: Manifestación convocada en Ermua el 11 de julio de 1997, para pedir la libertad de Miguel Angel Blanco secuestrado por ETA. Archivo Efe

 Ermua, el pueblo vizcaíno que hace casi 21 años rompió por primera vez el silencio colectivo contra ETA y salió a la calle para reclamar a la banda que pusiera en libertad al edil del PP Miguel Ángel Blanco, se encuentra «decepcionado» con el comunicado de disolución de este grupo terrorista.

Así, al menos, lo percibe su alcalde, Carlos Totorika, quien en junio de 1997 lideró el clamor popular que reclamó la disolución inmediata de la banda terrorista, cuando ETA hirió de muerte al joven edil del PP.

«La gente con la que he hablado tiene sensación de decepción, quizá no una sensación de decepción meditada, pero sí de qué pesados son, qué mentirosos… Tienen esa percepción de que estos tíos (por los militantes de ETA) nos están contando mentiras e historietas», ha asegurado Totorika a Efe.

Pese a ello, el ambiente es de normalidad absoluta en las calles de este municipio donde, un día después de la disolución oficial de ETA, las conversaciones de bar giraban en torno a temas cotidianos como el mal tiempo en mayo o los planes de fin de semana.

Tampoco han aparecido estos días pintadas en favor de los presos, ni desconocidos han impreso y colgado el comunicado de ETA en las paredes de las calles, como han realizado en otros lugares de Euskadi.

Carlos Totorika, sin embargo, no oculta sentirse «disgustado» por el «cierre», la «auténtica engañiza» con la que ETA ha anunciado su final.

«ETA pretende esconder hacia los suyos su derrota final. No han logrado lo que querían: autodeterminación, la independencia, los presos a casa… Eso lo esconden absolutamente», reconoce.

El alcalde considera que no solo la banda terrorista elude hacer mención al daño causado o al dolor de las víctimas sino que, con la retórica con la que ha hecho pública su desaparición, «escenifica lo contrario».

Este hecho resulta, según el mandatario socialista, especialmente dramático para los jóvenes, los «más permeables al odio» que siembra este tipo de discursos.

«Mientras no se cambie el relato, los jóvenes verán a Totorika como el español antivasco y al etarra que sale de la cárcel como a un héroe», advierte.

Pese a ello, el alcalde observa que, a nivel de convivencia, «se ha avanzado mucho» en Ermua y en Euskadi, y no percibe ya en la calle las miradas de odio o los gestos de desprecio por parte de una minoría de la población, que tan comunes resultaron cuando ETA mataba.

«Ahora mismo, vas a tomar un vino y estás más pancho que el pipas y da igual si en el bar hay uno o cincuenta de la izquierda abertzale. Eso es un gran salto. Pero los discursos crean las realidades y, en este cierre de persiana de ETA, el discurso es basura», ha lamentado.

Carlos García, presidente del centro de Castilla y León de Ermua, confiesa que, en su municipio, se encuentran «tan tristemente acostumbrados» a los comunicados y la sinrazón de ETA, que el pueblo no ha visto como un logro el anuncio de su desaparición.

«La percepción es de que ahora no matan, que es lo mejor. Y el comunicado de su disolución no lo han vivido como un triunfo. Me gustaría que lo hubieran hecho: el triunfo no de que ETA lo ha dejado, sino de que se lo hemos hecho dejar», aprecia.

García, que fue concejal de Cultura por el PSE-EE a principios de los ochenta en Ermua, cree que en el municipio algunos simpatizantes de la izquierda abertzale conservan la «actitud de matón» de la que hacían gala en los llamados «años de plomo», cuando la actividad asesina de ETA era más virulenta.

«No les veo que hayan cambiado de actitud ni que tengan actitud de arrepentidos, y no lo voy a ver. Cuando era concejal me sentía totalmente solo. Teníamos mayoría absoluta pero luego cuatro impresentables nos reventaban los plenos», recuerda.

Fernando Lecumberri, edil del PP de Ermua desde 2007, tiene claro que su formación continuará recordando cada año a su compañero Miguel Ángel Blanco en el aniversario de su asesinato.

«Y vamos a hacerlo con la misma o más fuerza que antes porque no vamos a conseguir que esta gentuza cambie el relato de lo que ha ocurrido. Ellos no van a imponer el relato bajo ningún concepto», ha dicho.

«Vamos a seguir homenajeando a nuestras víctimas exactamente igual y nos vamos a mantener firmes en que todas y cada una de las víctimas tenga su memoria y su dignidad», ha prometido.