Informáticos del PP sobre el Gürtel: Era habitual y normal borrar ordenadores

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FOTOGRAFÍA. MADRID (ESPAÑA), JUNIO DE 2019. La sede nacional del Partido Popular en la calle Génova de Madrid. Efe

Efe – Los testigos citados por el PP y los tres empleados acusados por la destrucción de los ordenadores de Luis Bárcenas han afirmado este viernes que el borrado era una práctica habitual y que no se forzó la cerradura de la sala que ocupaba el extesorero en la sede de Génova, porque había llave. Madrid (España), sábado 22 de junio de 2019. 

Su testimonio en la tercera sesión de la vista que se celebra en el juzgado de lo penal número 31 de Madrid se contradice con el prestado por los testigos citados por las acusaciones populares, que dijeron ayer no saber nada de un protocolo de borrado seguro de ordenadores y han sostenido hoy que de la sala en cuestión sólo tenía llave Bárcenas.

Queda en manos del juez determinar si los acusados cometieron delitos de daños informáticos y encubrimiento al borrar discos duros en los que Bárcenas sostiene que había información sobre la caja B del partido y que, según los populares, estaban vacíos.

Dos trabajadores del área de sistemas informáticos del PP han señalado que el borrado de ordenadores era una práctica habitual, aunque ellos no se dedicaba a ello, y han asegurado que es normal el método que se usó sobre los ordenadores de Bárcenas, en cuyos discos duros se sobrescribió 35 veces.

Uno de ellos, junto a otra compañera del área citada también como testigo, ha destacado además el especial interés por cumplir la normativa de protección de datos del jefe del departamento, José Manuel Moreno, acusado en el juicio junto a la extesorera Carmen Navarro y el responsable de la asesoría jurídica, Alberto Durán.

Por su parte, el responsable de los servicios generales del partido, Javier Colás, ha afirmado que se entró con llave a la sala que usaba Bárcenas en Génova cuando se le quitó el despacho, por orden de Durán, y ha negado que sólo tuviera copia el extesorero.

Eso habían declarado poco antes la que fuera secretaria de Bárcenas durante dos décadas, Estrella Domínguez, y el exjefe de seguridad del PP Antonio de la Fuente, cuñado del extesorero aunque, ha precisado, no mantenían una relación cercana.

La secretaria ha ratificado además que tiró las agendas en las que había apuntado reuniones, comidas y actos del extesorero y ha dicho que nadie le dio indicaciones para hacerlo.

Se las pidió a través de un sms la mujer de Bárcenas cuando el partido prohibió que el extesorero entrara en la sede, pero ya no las tenía. No vio entonces que su contenido podía ser relevante para la investigación abierta en la Audiencia Nacional sobre la supuesta contabilidad B del PP.

El exjefe de seguridad ha recordado que impidió un primer intento de la secretaria de la entonces secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, de entrar en la sala que usaba Bárcenas como despacho, para lo que le habían dicho que habían llamado a un cerrajero. Cuando finalmente entraron, él no estaba.

De la Fuente ha confirmado también que no pudo facilitar el registro de entrada en Génova correspondientes a varios años que le reclamó la Audiencia Nacional porque se borraba de forma automática cada 30 días, en aplicación de la Ley de Protección de Datos.

Ha puesto en conexión todos esos datos el director de El Español, Pedro J. Ramírez, citado como testigo por las acusaciones para dar detalles de la «conversación» que tuvo con Bárcenas poco antes de que ésta entrara en prisión y que publicó en 2013 cuando dirigía El Mundo.

A su juicio, hay «un itinerario coherente» entre la falta de los registros de entrada en Génova, la desaparición de las agendas, el borrado de los ordenadores y la operación Kitchen, de la que él también se sintió víctima porque era espiado cada vez que se reunía con el entorno del extesorero.

Bárcenas, que ayer también vinculó el borrado de los discos duros con esa operación presuntamente montada por Interior para espiarle y robarle documentación, le contó que en esos ordenadores había información que completaba los papeles que ya se habían publicado y, en concreto, la contabilidad opaca de 1993 a 1996.

«No tengo ninguna duda de que con la publicación de ese articulo se pone en marcha la operación para mi destitución como director del periódico que había fundando 24 años antes», ha subrayado Pedro J.