La cría de perros de caza, una vida rodeado de sus 25 perros en Bergondo (La Coruña)

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FOTOGRAFÍA. BERGONDO (LA CORUÑA) ESPAÑA, 28.08.2019. La cría de perros de caza es desde hace años la mayor afición de Manuel Golpe que, después de largas jornadas de trabajo en su taxi, pasa la vida rodeado de sus 25 animales en la parcela de una sencilla casa de aldea en Bergondo (La Coruña), motivo por el cual se ve salpicado por algunas quejas. En la imagen, Manuel Golpe acompañado por algunos de sus perros. Efe

Lasvocesdelpueblo y Agencias – La cría de perros de caza es desde hace años la mayor afición de Manuel Golpe, que después de largas jornadas de trabajo en su taxi pasa la vida rodeado de sus 25 animales en la parcela de una sencilla casa de aldea en Bergondo (La Coruña), inclinación por la cual se ve salpicado por algunas quejas. Bergondo (La Coruña) España, jueves 29 de agosto de 2019. 

Su pequeña finca está enclavada en una zona del noroeste peninsular que sorprende al visitante por la opulencia de sus mansiones. Espectaculares chalés con piscina y pistas de tenis salpican una parroquia ahora habitada por los herederos de familias que enraizaron en la zona debido a una importante industria joyera.

Pero su solar es distinto a los de los demás. Hay trastos por todos lados, una cabeza de ciervo en el garaje, docenas de collares con tecnología GPS, carritos para el transporte de canes, un todoterreno de los noventa y muchos sacos de pienso.

Su pasión por la cría de perros comenzó cuando se casó con la hija de un cazador, cuenta Manuel Golpe en una conversación con Efe, y recuerda que iba «a un monte cercano en la moto, con la escopeta cruzada a la espalda y con el perro de acompañante en la parte delantera del asiento».

Ese estilo de entender la caza cambió, reconoce, pues ahora es necesario «hacer cientos de kilómetros para ver un conejo en un coto. En cambio, en las huertas de maíz de allí abajo padecen cada noche al jabalí» y la abundancia de este mamífero fue precisamente la que decantó su actividad cinegética, asegura.

«Poco a poco fui incorporando a mi cancela perros de otros cazadores que se deshacían de ellos o cachorros que nacían aquí», relata Golpe, quien también cuida canes que han sufrido con sus anteriores dueños, algunos traídos de refugios, y describe esta actividad como apasionante, aunque admite que requiere de mucho esfuerzo físico y psicológico.

Su ahínco al respecto no está exento de algún reproche; así las cosas, en fechas recientes por ejemplo, tal y como admite, ha sido criticado por un vecino que veranea en la zona y remitió un escrito al consistorio local en el cual se queja de que los ladridos no dejan dormir a su familia.

Una observación ante la que el taxista argumenta que algunas personas «vienen de ciudades lejanas solo unas semanas en verano y quieren vivir en el campo sin los ruidos del campo».

Golpe apunta como réplica que efectivamente los perros hacen ruido, pues ladran ante lo que consideran un peligro o una amenaza como ocurrió hace unos días cuando un zorro le mató nueve gallinas y «los perros se volvieron locos porque no tienen acceso al gallinero».

No obstante, «la vida aquí te enseña a buscar soluciones rápidas». Prueba de ello, otro vecino le regaló dos ocas que desde entonces mantienen al zorro lejos de sus gallinas, «aunque a algunos también les moleste el ruido de las ocas», ironiza.

Para zanjar esta polémica vecinal argumenta asimismo que en el Ayuntamiento de Bergondo están al tanto de las quejas de un único vecino, así lo han ratificado, y, según confirman a Efe fuentes municipales, el recinto está legalmente inscrito como «perrera deportiva» en el Registro de Animales Domésticos y Salvajes en Cautividad de Galicia, perteneciente a la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestructuras.

«Esta gente no entiende lo que es la vida en el rural. Quieren vivir en esta aldea y que los que estuvimos aquí toda la vida desaparezcamos con nuestras costumbres. Aquí ya no quedan granjas de vacas como las que había cuando los ricos compraron parcelas a precio de saldo», asevera rotundo el cazador, que, a su vez, no comparte tampoco ese modo de vida.

Es por ello que lamenta que ahora los «pozos están secos porque son demasiadas las piscinas que hay que llenar cada temporada», por lo que ya no se puede vivir de lo que produce la tierra como hacían antes, comenta.

Y, como Manuel Golpe reconoce que no escapa a los debates, cuenta, sobre la controversia de la caza, que él suele «ir al monte sin escopeta», pues sus perros son los encargados de levantar a las presas.

«En Galicia hay más de 40.000 licencias de caza. Matar animales por diversión no está bien, pero no podemos parar de cazar de la noche a la mañana. Es una tradición muy arraigada en la sociedad rural y nunca han sido tan necesarios los cazadores», explica en alusión a la cantidad de jabalíes.

Pero más que la caza, la actividad que le apasiona es la cría de perros, por lo que, pese a las largas jornadas atendiendo hasta la madrugada a sus canes y a los gastos económicos derivados de su cuidado, tiene claro que seguirá con esta rutina «hasta que el cuerpo aguante».

«Aunque estos perros de caza no necesitarían al hombre para sobrevivir, yo ya no puedo vivir sin ellos», concluye Manuel Golpe.