La gloriosa bandera española, por Amaya Guerra

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FOTOGRAFÍA. BARCELONA (ESPAÑA) 06.09.2019. La Bandera Española más grande, desplegada por las plataformas españolas en Cataluña que se hacen llamar Brigada de Limpieza (de la contaminante amarilla separatista). foto Claudia M. Gaeta Ruffo/Ñ Pueblo Lasvocesdelpueblo. Lasvocesdelpueblo

El Ayuntamiento de Valencia (socialista) acaba de prohibir a la Policía mostrar la bandera española en la mascarilla.

Los cuerpos de seguridad tienen como objetivo proteger a la nación y sus ciudadanos, y en su rutina diaria se incluye arriesgar la vida en la consecución de ese fin. La bandera nacional es un símbolo, una representación de nuestras raíces, nuestra Constitución, y el pueblo español. Y aquellos que están dispuestos cada día a morir por todo ello, ni siquiera están autorizados a lucirla en el atuendo. Lógica e inquina izquierdistas. El argumento, la excusa para justificar el enésimo arrinconamiento de la bandera española (y con ello lograr el desarraigo de España, con su consecuente vulnerabilidad), es que el uniforme completo de los policías ha de ser «homogéneo».

Cientos de miembros del cuerpo se han visto obligados a abastecerse de mascarillas mediante financiación propia porque las ofrecidas por el Ayuntamiento, con frecuencia eran defectuosas. Como el sindicato policial parece ser el único organismo español preocupado por la salud y la vida de los héroes azules, les ha provisto desde marzo de varias partidas de mascarillas (en perfectas condiciones) que incluyen la insignia nacional, que ahora el consistorio censura.

Analicemos el tratamiento que la bandera española recibe en el extranjero: durante la primavera del presente año, el monte Cervino (en la frontera entre Suiza e Italia) se iluminó durante semanas con nuestra bandera.

El año pasado, en el día de la Hispanidad, el edificio más alto del mundo, el Burj Khalifa, y el rascacielos Adnoc Group Tower, ambos en Dubai, reflejaron los colores rojigualdos y nuestro escudo constitucional.

En el verano de 2017, el ejército libanés, tras recuperar un tercio del territorio que el Estado Islámico controlaba en las montañas entre Líbano y Siria, ondeó en ese punto una bandera española, con el objeto de rendir tributo a los fallecidos dos días atrás en los atentados que los jihadistas perpetraron en Barcelona y Cambrils. En el momento del recuerdo de España mediante la exhibición de su bandera, en Líbano se encontraban 600 militares españoles como parte de una misión de Naciones Unidas.

En el querido Marruecos, el 28 de septiembre de 2018, varios jóvenes fueron condenados a penas de cárcel por «ultrajar la bandera nacional«, definición que en aquellas latitudes se otorgó a enseñar la bandera española en el estadio deportivo Saniat Ramel (Tetuán) y a continuación en la calle, durante una protesta multitudinaria de jóvenes marroquíes a causa de la situación política, económica y social que el país padece y el comportamiento autócrata que el rey Mohammed VI mantiene. Pese a que Vascongadas y sobre todo Cataluña se jacten de haber alcanzado un nivel de desarrollo y progreso a la altura de los holandeses, lo cierto es que en lo que a enarbolar la bandera española se refiere, la reacción hostil por parte del gobierno local es parecida a la de un país en vías de desarrollo.

Durante la noche de Nochebuena reflexiono sobre la contradicción aciaga de que nuestra gloriosa bandera sea más respetada y ondeada en el extranjero que en territorio nacional.

Amaya Guerra

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Amaya Guerra
Amaya Guerra es aprendiz de todo y maestra de nada. Ferviente creyente en las Humanidades, en las posibilidades del ser humano de superar la crueldad, la estupidez y la ineficiencia, de lograr el avance de la civilización, mediante el cultivo del intelecto y la sensibilidad, mediante el reconocimiento de la experiencia, y la transmisión de valores morales (esfuerzo, seriedad, exigencia y disciplina). En España la izquierda representa el neofranquismo, en la actualidad sufrimos la misma falta de libertad de expresión y respeto a la diversidad que en 1950: se ataca a la disidencia por el hecho de ser (aunque su comportamiento sea pacífico y legal). Hace décadas se fusilaba en el paredón, hoy se aniquila en internet. Existen pocas verdades universales, la visión propia suele depender de la perspectiva desde la que se mira; ésta es la mía. No necesito seguidores ni palmadas en el hombro, sólo argumentos y contraargumentos. Aquellos que no nos doblegamos ante el totalitarismo del siglo XXI (fin de las libertades individuales, verdad oficial, vigilancia y control absolutos del individuo a través de la tecnología), aquellos que no cedemos ante la deshumanización, encarnamos la Resistencia. Por lo tanto, unámonos... y ejerzamos.