La gran mayoría de los inmigrantes «suben a los cayucos debido a la falta de empleo»

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FOTOGRAFÍA. COSTAS DE LIBIA CERCA DE ITALIA (MAR MEDITERRÁNEO), 12.08.2018. Imágenes facilitadas por la ONG Médicos Sin Fronteras. Las organizaciones humanitarias Médicos Sin Fronteras (MSF) y SOS Mediterránée reclamaron hoy a Europa un puerto seguro y lo más cercano posible para desembarcar a los 141 inmigrantes que salvaron en el mar y que están a bordo del Aquarius. Efe-Médicos Sin Fronteras. Efe

Lasvocesdelpueblo y Agencias – El 85 % de los hogares en Senegal (África) consultados afirmó haber «sufrido una disminución de sus ingresos». Así afirma la encargada del programa sobre migración en la oficina de la Fundación Rosa Luxemburgo en África occidental, Fatou Faye. En 2007 entonces los senegaleses se «subían a los cayucos debido a la falta de empleo». «Esta vez también es la falta de empleo», pero «son las consecuencias de la COVID-19 lo que se percibe en estas salidas». Arguineguín (España), sábado 14 de noviembre de 2020.

Los devastadores efectos de la COVID-19 están empujando a cientos de jóvenes a salir desde la costa senegalesa con rumbo a Canarias. Un fenómeno que evoca la «crisis de los cayucos» de 2006, cuando casi 32.000 personas llegaron a esas islas españolas desde Senegal, Mauritania y Marruecos.

Más de 1.500 candidatos a la migración irregular han sido detenidos en diferentes localidades costeras de Senegal, la mayoría de ellos el pasado octubre, precisa a Efe el portavoz de la Policía de este país, el comisario Mouhamed Gueye.

El último informe quincenal sobre migración irregular del Ministerio del Interior español, que abarca del 1 de enero al 1 de noviembre de 2020, indica que llegaron a Canarias por vía marítima 11.409 personas, una cifra muy superior a las 1.493 que arribaron en el mismo período en 2019.

Aunque Interior no da el desglose por nacionalidades o lugares de salida, Txema Santana, técnico de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en Canarias, asegura a Efe que «desde septiembre de 2020 se han incorporado a la ruta personas afectadas económicamente por la pandemia, principalmente procedentes de Marruecos y Senegal».

La encargada del programa sobre migración en la oficina de la Fundación Rosa Luxemburgo en África occidental, Fatou Faye, indica a Efe que la gente comenzó a salir desde las costas de Senegal a principios de mayo.

Entonces «no alarmó a nadie, pero ya había embarcaciones que salían y llegaban a buen puerto», matiza Faye, al señalar que si ahora el tema hace más ruido en la prensa y opinión pública es «porque ha habido muertos» que, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), superarían los 400 en lo que va de año.

UN 36 % PERDIÓ SU EMPLEO

Esta experta, que trabaja en cuestiones migratorias desde 2007, recuerda que en aquel entonces los senegaleses se subían a los cayucos debido a la falta de empleo.

«Esta vez también es la falta de empleo», pero «son las consecuencias de la COVID-19 lo que se percibe en estas salidas», puntualiza.

Según un informe publicado en septiembre por la Agencia Nacional de la Estadística y la Demografía de Senegal (ANSD), un 36 % de los «cabezas de familia» perdió su empleo durante la COVID-19, un 30 % de ellos por motivos ligados a la pandemia. Igualmente, el 85 % de los hogares consultados afirmó haber «sufrido una disminución de sus ingresos».

Para Faye, el aumento de salidas de cayucos se debe a la pandemia «porque el Programa de Resiliencia (contra la COVID-19) puesto en marcha por el Estado de Senegal no tiene en cuenta el sector informal», que se ha visto «muy impactado».

De acuerdo con un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicado este año, nueve de cada diez trabajadores ocupan un empleo informal y el 97 % de las empresas son informales en Senegal.

De 2014 a 2018, el crecimiento anual del producto interior bruto (PIB) de Senegal fue de más de un 6 %, pero «no genera más que unos pocos empleos formales de cara a una creciente cohorte de jóvenes, estimada en unos 100.000 nuevos cada año, que llegan al mercado de trabajo, principalmente en las ciudades», explica la OIT.

Las principales actividades con las que pueden ganarse la vida son el comercio ambulante o la artesanía, según la OIT, que advierte que el 50 % ingresa menos de 37.000 francos CFA (56,40 euros) al mes y el 92 % menos de 110.000 CFA (167,69 euros) mensuales.

El presidente de la Federación de Asociaciones de Africanos de Canarias (FAAC), Mame Cheikh, declara a Efe que, por los comentarios de algunas de las personas que han llegado recientemente a las islas, el motivo de su huida en barco es la pandemia, que también ha afectado al turismo en Senegal -que emplea a unas 100.000 personas- tras el cierre de sus fronteras desde el 20 de marzo.

«Pero lo más importante, la causa es lo que siempre decimos: que la juventud africana está en el país de origen sin opciones, sin expectativas y salen para buscar otro futuro y oportunidades», subraya Cheikh.

CIERRE DE FRONTERAS POR LA COVID-19

No obstante, dice a Efe Bakary Doumbia, jefe de misión de la OIM en Senegal, «partir en esas condiciones también indica que la gente no ha comprendido lo que está pasando en Europa, donde actualmente hay muchas personas que han perdido su empleo» como consecuencia del coronavirus.

Para Doumbia, es «muy difícil dar una causa única» del aumento de las salidas de cayucos desde las costas de Senegal, pero recuerda que «las rutas migratorias son muy dinámicas» y que, desde la OIM, creen que se debe a la restricción de movimientos en las rutas terrestres, debido al cierre de muchas fronteras por la COVID-19.

La ruta Atlántica se estaba utilizando desde principios de los 2000 y, tras la «crisis de los cayucos» de 2006-2007, el número de llegadas a Canarias desde Senegal, Mauritania y Marruecos descendió, pasando a unas pocas centenas con la puesta en marcha de dispositivos de vigilancia.

La criminalización de la migración irregular desde Agadez (norte de Níger) -desde donde se cruzaba a Libia y Argelia y de allí a Marruecos- con la ley aprobada en 2015 por el Gobierno nigerino y que prevé hasta 30 años de cárcel, desvió y aumentó los flujos migratorios subsaharianos desde 2016 hacia Marruecos a través de Mauritania.

«Si Libia es más difícil, si Marruecos se complica, si con la COVID-19 las fronteras no están oficialmente abiertas -concluye Doumbia- es de esperar que otra ruta sea utilizada».