La postura firme del PSC de votar en contra de Rajoy amenaza con abrir una nueva crisis PSOE-PSC

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Un gran bandera de España en acto del campaña de las elecciones autonómicas catalanas del 27 de septiembre de 2015, donde el líder del PSOE, Pedro Sánchez, mostró su orgullo español ante la sorpresa de la militancia del PSOE Catalán. Lasvocesdelpueblo.

Lasvopcesdelpueblo y Agencias – Este marco establece que ambos partidos constituyen una federación, aunque los socialistas catalanes tienen personalidad jurídica propia, lo que les permite, entre otros aspectos, concurrir de forma separada a las elecciones generales. La postura firme de los socialistas catalanes de votar en contra de Mariano Rajoy amenaza con abrir una nueva crisis en la relación entre el PSOE y el PSC, dos partidos hermanados, pero cuya relación en los últimos 40 años ha estado salpicada de discrepancias y desencuentros. Madrid (España), domingo 15 de octubre d e2016. Fotografía: Un gran bandera de España en acto del campaña de las elecciones autonómicas catalanas del 27 de septiembre de 2015, donde el líder del PSOE, Pedro Sánchez, mostró su orgullo español ante la sorpresa de la militancia del PSOE Catalán. Archivo Lasvocesdelpueblo.

Uno de los enfrentamientos de mayor calado lo motivó la decisión de los diputados del PSC, salvo Carme Chacon, de votar a favor de la propuesta de golpe secesionista catalanista en Cataluña en febrero de 2013.

Tampoco gustó en sectores del PSOE el apoyo que el PSC brindó al expresidente de la Generalidad de Cataluña Artur Mas Gavarró para que la Fiscalía no actuara contra él tras el golpe secesionista catalanista del noviembre de 2014.

Desde el congreso fundacional del PSC de 1978, cuando se unieron las tres familias socialistas catalanas -el PSC-Reagrupament, el PSC-Congrés y la Federación Catalana del PSOE-, el vínculo con el PSOE está definido por un protocolo de relaciones.

Este marco establece que ambos partidos constituyen una federación, aunque los socialistas catalanes tienen personalidad jurídica propia, lo que les permite, entre otros aspectos, concurrir de forma separada a las elecciones generales.

El PSC también mantiene una total autonomía de acción política en Cataluña, pero en virtud de su interdependencia con el PSOE, participa en sus órganos federales de decisión y representativos -la Ejecutiva, el Comité Federal y el congreso-.

Del mismo modo, comparte un proyecto político sobre el que en ocasiones han surgido roces que han llegado, incluso, a poner al borde de la ruptura la relación entre ambos.

Las cuestiones relacionadas con el modelo de Estado, el uso del catalán y la financiación autonómica han sido los principales motivos de los encontronazos surgidos en los últimos años.

También la discusión periódica planteada por el PSC de tener grupo parlamentario propio en el Congreso, como ocurrió entre 1977 1982.

En los primeros años de mandato de Felipe González, mantuvieron posiciones distintas durante la elaboración de las primeras normas relativas al empleo del catalán, lo que llevó al PSC a alinearse con los partidos nacionalistas respecto al recurso presentado por el Gobierno central contra la ley de normalización lingüística.

Sin embargo, la primera discrepancia pública entre el PSOE y el PSC no llegó hasta febrero de 1998, cuando los socialistas catalanes empezaron a definir una nueva estrategia con vistas a las elecciones autonómicas del año siguiente que incluía una nueva propuesta de financiación autonómica, inspirada en los modelos federalistas de los países más avanzados, y mayor autogobierno.

A partir de este momento los desencuentros entre las dos direcciones fueron más frecuentes, en especial, cuando en febrero de 1998, Pasqual Maragall comenzó a hablar del denominado «federalismo asimétrico», acrecentando sus diferencias con barones socialistas de entonces como el castellanomanchego José Bono y el extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra.

Las disensiones abiertas se resolvieron parcialmente el 9 de septiembre con la aprobación por la Ejecutiva socialista catalana del manifiesto «Por Cataluña», en el que se planteaba la necesidad de avanzar hacia la federalización del modelo autonómico como manera de solucionar el encaje de Cataluña en España.

En marzo de 1999, Maragall pidió una relectura del protocolo de relación con el PSOE y meses después, en puertas de las elecciones generales de 2000, reclamó también más presencia de Cataluña en la UE, la reforma del Senado y una mayor autonomía fiscal.

La creación del tripartito entre PSC, ERC e ICV en 2003, que puso fin a 23 años de mandato de Jordi Pujo al frente de la Generalitat, fue también el desencadenante de varios rifirrafes con el PSOE.

Uno de ellos fue la entrevista que el líder de ERC, Josep Lluis Carod Rovira, mantuvo con dirigentes de ETA el 4 de enero de 2004 y que obligó a Maragall a forzarle su dimisión como el primer consejero del gobierno autonómico de Cataluña.

Las posiciones de los dos partidos han chocado también en varias ocasiones en el Senado, donde durante varias legislaturas el PSC ha tenido grupo propio con ERC e ICV bajo el nombre de Entesa.

Entre otros casos, los socialistas catalanes votaron, en septiembre de 2000, en contra del PSOE una moción que instaba al Gobierno a regular el acceso a las viviendas de regímenes protegidos y, en 2002, se alinearon con CiU en su propuesta de que fueran devueltos a Cataluña los fondos históricos del Archivo de Salamanca.

La sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto autonómico de Cataluña en junio de 2010 también dio pie a tiranteces entre el PSC y el PSOE.

El entonces presidente de la Generalidad de Cataluña, José Montilla, lideró la manifestación en contra del fallo, algo que no sentó bien en algunos sectores del PSOE.

Uno de los enfrentamientos de mayor calado lo motivó la decisión de los diputados del PSC, salvo Carme Chacon, de votar a favor de la propuesta de golpe secesionista catalanista en Cataluña en febrero de 2013.

La crisis pudo resolverse después de que el entonces secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, decidiera reunir a los barones para, de una vez, sentar las bases del modelo territorial por el que abogaban los socialistas.

Esto se plasmó en la llamada Declaración de Granada aprobada en julio de 2013, en la que se promovía la reforma de la Constitución para avanzar hacia un modelo federal que reconociese las singularidades de Cataluña.

Sin embargo, con el acelerón del desafío independentista, los roces volvieron a aflorar el pasado verano, cuando el PSC planteó, con vistas a su congreso de noviembre, recuperar ‘la ley canadiense’ para celebrar una consulta en Cataluña acordada con el Estado en caso de que fracase la vía de la reforma constitucional.

El presidente asturiano y ahora cabeza de la gestora del PSOE, Javier Fernández, pidió al PSC «repensar su relación» con los socialistas si mantenían esta propuesta en su ponencia, al considerar que reabría el debate sobre la organización territorial del Estado que los socialistas dieron por resuelto con la Declaración de Granada.

Tampoco gustó en sectores del PSOE el apoyo que el PSC brindó al expresidente de la Generalidad de Cataluña Artur Mas Gavarró para que la Fiscalía no actuara contra él tras el golpe secesionista catalanista del noviembre de 2014.

Este gesto de solidaridad llevó al exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra a elevar su crítica a los socialistas catalanes. «O cambian de estrategia o cambian de partido», les emplazó Guerra.