Los «Boinas Verdes» del Ejército de España salvan la vida de periodista secuestrado por terroristas

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FOTOGARFÍA.  ZARAGOZA (ESPAÑA), 18.07.2020. Fotografía tomada el 12 de julio de 2020, del VLOE (Vehículo Ligero de Operaciones Especiales) durante una práctica de movilidad, en el campo militar de San Gregorio, en Zaragoza. EFE-Ejército de Tierra-Miguel Ángel Escribano-Mando de operaciones Especiales (MOE). Efe 

Efe – En la noche más profunda, sin apenas visibilidad y con una precisión de cirujano los «boinas verdes» del Ejército, denominados «guerrilleros», realizan sus maniobras con la más absoluta discreción y eficacia, como ha comprobado Efe en un operación simulada, en la que estos soldados salvan la vida de un periodista secuestrado por terroristas. Zaragoza (España), domingo 19 de julio de 2020. 

En un contexto complicado por la crisis del coronavirus, el Mando de Operaciones Especiales (MOE) del Ejército ha realizado una semana de entrenamientos, denominada OE-Mobility 20, del 7 al 17 de julio.

El campo militar de San Gregorio, en Zaragoza, el tercero más grande de Europa con una extensión de 33.839 hectáreas, ha acogido a más de dos centenares de efectivos de los cerca de 900 que componen esta división, considerada, por muchos, como la élite de las fuerzas armadas españolas.

Son expertos en operaciones que, por su alta especialización, no pueden desarrollar otras unidades, como el rescate de rehenes, reconocimientos especiales o capturas de jefes de redes criminales en territorio hostil.

Para ello, cuenta con paracaidistas, tiradores de precisión y personal experto en montaña y actividades subacuáticas y guerra electrónica, entre otros, con una media de poco más de treinta años, una de las más jóvenes del Ejercito.

Desde su creación, en los años 80, Afganistán es el país donde más misiones han realizado (55), seguido de Líbano (25) y Bosnia (24).

Muchos de estos soldados acaban de llegar a España de prestar asistencia militar en Irak y Afganistán y de misiones en Líbano, mientras que otros han colaborado en la operación «Balmis», desarrollada durante la pandemia. Lo hicieron en la provincia de Alicante, que es donde tiene la sede su mando y donde fue requerida su presencia.

JERARQUÍA, DISCIPLINA Y UNIDAD DE UNA «FAMILIA»

Planear de día y ejecutar de noche es su rutina de trabajo, como se ha podido comprobar en Aragón.

Cada jornada, sobre las siete de la mañana, los capitanes de cada equipo reciben unas instrucciones, y tienen cuatro horas para planear un operativo.

Posteriormente, los mandos tiene que dar una respuesta afirmativa al dispositivo propuesto, lo que marca el inicio de las pruebas sobre el terreno.

Mediante el uso de drones, aviones o incursiones de personas, que son capaces de estar en un territorio hostil durante varios días sin ser detectados, recopilan datos para efectuar su intervención esa misma noche.

Con todos los supuestos analizados al milímetro, llega el momento de ejecutar la acción. En este caso, la liberación de un periodista que ha sido secuestrado por parte de un grupo fundamentalista en el país ficticio de ‘Balia’, donde la corriente radical de Pirán perpetra acciones terroristas.

La vida del rehén está en las manos del general, apodado ‘Cíclope’, y su grupo, entre los que se encuentran otros integrantes con curiosos motes como ‘Padilla’, ‘Flato’, ‘Veleta’, ‘Café’, o ‘Menos’.

Todos los nombres están relacionados con historias de sus inicios en la división. ‘Flato’ tenía problemas al correr, ‘Padilla’ supo ‘torear’ en una situación complicada o ‘Veleta’ se lió en sus trabajos de orientar a los vehículos.

SALVAR AL PERIODISTA

Una vez se pone el sol, en la oscuridad más absoluta, se inician los primeros movimientos del grupo, a bordo de vehículos militares ligeros y silenciosos, que ‘tunean’ a su gusto para adaptarlos a las misiones que tienen por delante.

Los grande relieves, invisibles en la noche, salvo con gafas de visión, no impiden a los expertos conductores llegar a su complicado destino.

Cada uno de los vehículos se distribuye en un punto del perímetro del inmueble, donde supuestamente se encuentra el hombre secuestrado, desde donde aguantan horas con viento, frío y lluvia hasta tener el visto bueno para comenzar la acción.

Los tiradores, situados a cientos de metros de la ubicación, confirman que en ese emplazamiento está el rehén y se precipitan los acontecimientos. Con un ritmo frenético, todos los vehículos rodean el inmueble de los terroristas para evitar su huida.

Una reacción que se produce con gran rapidez, sin titubeos, y de forma orquestada y simultánea por todos los miembros que conforman el escuadrón, quienes entran en el inmueble como un relámpago.

En este simulacro, en el que no hay armas de fuego, uno de los dos enemigos, que es representado por otro militar maño, es abatido, pero los soldados consiguen el objetivo de volver a la base con el reportero, tras más de seis horas de trabajo de campo.

Durante la vuelta, los agentes tienen que combatir situaciones adversas, como un coche-bomba simulado, que hiere a uno de ellos requiriendo asistencia sanitaria, o el pinchazo de una rueda, hecho real que pone a prueba las dotes de mecánica en absoluta oscuridad para evitar ser localizados.

ES UNA «VOCACIÓN»

Para todos ellos, este trabajo es mucho más que un oficio; una «vocación». «Es un orgullo formar parte de este equipo al que quería entrar desde la academia», explica a Efe ‘Cíclope’, uno de los dos capitanes del grupo, que, por poco, supera la treintena y ya ha desarrollado importantes misiones fuera de nuestro país.

Una de las máximas de esta unidad es el compañerismo y el sentimiento de «familia» que tienen entre todos ellos: clave a la hora de ejecutar sus comandos de planear, ejecutar y volver.

El objetivo de estos entrenamientos es preparar, tanto física como mentalmente, a estos soldados de élite ante las condiciones extremas que se presentan en el campo de combate.

Y es que aunque el conflicto en ‘Balia’ sea irreal, el MOE está preparado para actuar ante cualquier desafío que se presente en cualquier parte del mundo.