Los católicos de Oaxaca (México) acudan a la Iglesia a bendecir a sus mascotas

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FOTOGRAFÍA. OAXACA (MÉXICO), 31.08.2019. Esta singular tradición se remonta a comienzos del siglo pasado, cuando los antiguos habitantes de la ciudad, llevaban sus animales de carga y de corral al atrio del templo, para que el sacerdote los bendijera en nombre de San Ramón Nonato. Efe

Efe – La tarde del día 31 de agosto, día de San Ramón Nonato, es costumbre que los católicos de la sureña ciudad mexicana de Oaxaca acudan al Templo de la Merced a bendecir a sus mascotas. Oaxaca (México), domingo 1 de septiembre de 2019.

Infinidad de animales como pericos, perros, gatos y otras especies menos comunes son llevados al atrio de este templo ubicado en el centro histórico de Oaxaca donde son rociados con agua bendita por el sacerdote.

La creencia sugiere que este santo es protector de los animales, y bendiciéndolos este día, los animales gozarán de su cuidado.

Antes de la bendición, el sacerdote Francisco Reyes, encomendó este sábado a los amos de estas mascotas a cuidar y respetar la vida, porque San Ramón Nonato, que quiere decir «no nacido», nació por cesárea tras el fallecimiento de su madre.

«Y hoy ponemos en manos del señor la vida de estos animalitos que ustedes, hermanos, cuidan, quieren, protegen», dijo Francisco Reyes, párroco del Templo de la Merced de la ciudad de Oaxaca.

Al ritual de la bendición, acuden decenas de niños con sus mascotas confiando en que el santo los ayude a estar sanos o a recuperarse de alguna enfermedad.

Patricia explicó a Efe que trajo su perro porque «hace poquito se hirió mientras jugaba, y entonces queríamos traerlo para ver si así se podía curar un poco su naricita».

«No pues según dicen que es el patrón de los animalitos y es para que tengan salud,y duren años», dijo a Efe Cristian, habitante de la ciudad de Oaxaca.

También son llevados animales no tan comunes en las casas como tarántulas, gallos de pelea, gansos y peces, cuyos amos gozan de su compañía.

Esta singular tradición se remonta a comienzos del siglo pasado, cuando los antiguos habitantes de la ciudad, llevaban sus animales de carga y de corral al atrio del templo, para que el sacerdote los bendijera en nombre de San Ramón Nonato.