Mando de los Mozos: «Salimos de la reunión con Puigdemont convencidos de que había 1-O»

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FOTOGRAFÍA. MADRID (ESPAÑA), TRIBUNAL DEL PROCÉS, 08.03.2019. Vista del jefe de Información de los Mossos el 1-O, Manel Catellví, que ha revelado que los altos mandos de la Policía autonómica intentaron "concienciar" al Govern de Carles Puigdemont de las situaciones de violencia que se podían dar durante la jornada. Efe

Lasvocesdelpueblo y Agencias – «Salimos de allí convencidos de que se iba a realizar», ha señalado Castellví, el primer alto mando de los Mossos que verbaliza la responsabilidad de no desconvocar el 1-O en Puigdemont. Según ha dicho, la respuesta del entonces president, ahora huido en Bélgica, fue «que había un mandato del pueblo» y una «decisión del gobierno de llevarlo a cabo»; y lo mismo dejó ver Junqueras, pese a que manifestó que entendía su posición. Tribunal del Procés. Lo hicieron en dos reuniones. La primera fue el 26 de septiembre de 2017 en el Palau de la Generalitat, y según le informaron -ya que él no asistió-, fue convocada por el mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, para trasladar al Govern «la grave preocupación» por lo que podía suceder el 1-O «en el ámbito de la seguridad ciudadana y de orden público». Madrid (España), sábado 8 de marzo de 2019. 

El expresident Carles Puigdemont, tres días antes del 1-O, comunicó a los Mossos la «decisión» de continuar con el referéndum porque había un «mandato del pueblo» pese a las advertencias de la Policía autonómica, que trató de «disuadir» sin éxito al Govern ante la «escalada de violencia» que podía desatarse.

Es la versión del primer alto mando de los Mossos que testifica en el juicio del «procés», tras varios días escuchando relatos que apuntaban a una pasividad y connivencia de este Cuerpo para celebrar el 1-O en lugar de impedirlo.

No ha ido por esa línea la testifical del jefe de Información de los Mossos el 1-O Manel Catellví, que ha revelado que los altos mandos de la Policía autonómica intentaron «concienciar» al Govern de Carles Puigdemont de las situaciones de violencia que se podían dar durante la jornada.

Lo hicieron en dos reuniones. La primera fue el 26 de septiembre de 2017 en el Palau de la Generalitat, y según le informaron -ya que él no asistió-, fue convocada por el mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, para trasladar al Govern «la grave preocupación» por lo que podía suceder el 1-O «en el ámbito de la seguridad ciudadana y de orden público».

Ese día, ha dicho, intentaron hacer ver a Puigdemont que «aunque las informaciones y los llamamientos (a votar) fueran pacíficos» podía haber un «momento de tensión con escalada de violencia», si bien pese a que intentaron disuadirle, «salieron igual que entraron».

Dos días después se produjo, también a petición de Trapero (el principal señalado en los relatos policiales escuchados hasta ahora), la segunda reunión, en la que ya estuvo Castellví.

Además de él, el único miembro de la cúpula de los Mossos que no está imputado en un juzgado de Cornellá (Barcelona) por pasividad el 1-O, asistió Trapero, su segundo, Ferrán López -que ascendió a jefe de los Mossos con el 155-, y los comisarios Joan Carles Molinero y Emili Quevedo.

«Nos sentamos», ha proseguido, con el objetivo de volver a trasladar a Puigdemont, al vicepresident Oriol Junqueras y al conseller Joaquim Forn la «preocupación» de que la «actuación pasiva» de los congregados se convirtiese en «activa» cuando la Policía procediese a actuar.

Y les recriminaron que desde el Govern se estuviera «enviando un mensaje de tranquilidad a la población como si el 1-O fuera una jornada electoral» dando «cierta imagen de normalidad» al referéndum.

Según ha dicho, la respuesta del entonces president, ahora huido en Bélgica, fue «que había un mandato del pueblo» y una «decisión del gobierno de llevarlo a cabo»; y lo mismo dejó ver Junqueras, pese a que manifestó que entendía su posición.

Así, ha continuado Castellví, con una sensación de «frustración» al saber que el Govern seguiría adelante con el referéndum, «la reunión finalizó», no sin antes «dejar bien claro» al Govern que actuarían «en cumplimiento» del mandato judicial de impedir el referéndum.

«Salimos de allí convencidos de que se iba a realizar», ha señalado Castellví, el primer alto mando de los Mossos que verbaliza la responsabilidad de no desconvocar el 1-O en Puigdemont.

El comisario, ya en segunda actividad, ha admitido que el dispositivo policial conjunto fue «insuficiente» y que tras el 1-O fue consciente de que erraron en las previsiones porque nunca imaginaron «la magnitud del gran movimiento social que hubo el 1-O»: «En ese sentido quizá hemos fracasado (…) En el análisis de riesgos nos equivocamos todos».

Sin llegar a defender pero tampoco cuestionar la actuación de lo Mossos, tan duramente criticada por los altos mandos de Guardia Civil y Policía y del Ministerio del Interior -que incluso les llegaron a situar en la órbita del Govern-, Castellví ha admitido que la policía autonómica utilizó la fuerza en 23 de los 134 colegios que cerraron el 1-O.

Pero no ha precisado por qué no actuaron en los otros 2.000, donde en la mayoría únicamente había un binomio de Mossos, ni tampoco por qué no recurrieron en ningún momento a la unidad antidisturbios (BRIMO), pese a que el dispositivo estaba integrado por 7.850 efectivos, de los 11.000 agentes que trabajaban ese día.

Ante las acusaciones vertidas por altos mandos policiales, Castellví ha negado que desde este Cuerpo se hiciesen labores de vigilancia a las fuerzas de seguridad del Estado, si bien ha dicho desconocer que se controlasen las matrículas de los vehículos camuflados.

Sí que ha admitido actitudes impropias en agentes cuando el 1-O vio por televisión imágenes de mossos con «una actitud que no era acorde con el comportamiento que tiene que tener un policía», en relación a enfrentamientos con policías y guardias civiles.

En su relato, Castellví no ha hablado del 20-S frente a la Conselleria de Economía, dado que estaba de viaje, ni ha entrado en detalles sobre el grado de violencia percibido el 1 de octubre, como sí han hecho esta mañana los entonces jefes de Policía y Guardia Civil en Cataluña, Sebastián Trapote y Ángel Gozalo.

«Resistencia brutal» y «cadenas humanas» es lo que se encontraron los agentes, con activistas «muy violentos» que generaban la percepción de que incluso «tenían ganas» al instituto armado en una situación en la que «ni de broma» podían llegar a todos los puntos de votación, ni ellos ni los Mossos dado su «escasísimo» dispositivo. «Era una utopía», han dicho.