Memoria democrática (RIP)

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FOTOGRAFÍA. ADRID (ESPAÑA), 20.06.2020. La vicepresidente primera del Gobierno, Carmen Calvo, en una entrevista con Efe a pocas horas de que finalice el estado de alarma, ha defendido las decisiones tomadas desde que estalló la pandemia del coronavirus y se declaró el estado de alarma y ha dicho que el Gobierno no se merecía el acoso irracional y constante del que ha sido objeto, sobre todo por el PP, durante este tiempo. Efe

Quieren hacer de Cuelgamuros el cementerio donde enterrar la democracia, si bien dudo de que algo tan grande quepa en ese lugar, por grande que este sea. Los dictadores son así de expeditivos, necesitan imperiosamente enterrar cuanto les delata, les refleja o les saca los colores; y la democracia es justamente su antagónica.

Hay demasiadas cosas, mucha gente, mucha historia, mucho valor, mucha honradez, mucha democracia que se les opone. Y es que la democracia reúne, concita, acumula y combina muchas, demasiadas cosas difíciles de separar; se necesita un gran mausoleo donde sepultarla, y Cuelgamuros es muy grande, pero no basta.

«No podemos esperar un día más» clamaba la Calvo (vice primera del gobierno de España, militante PSOE y radical sanchista, y zapaterista en su día). Ella reivindica aquel pasado 5 de octubre de 1934 en Asturias donde más de 100 asesinatos perpetraron, con violencia, destrucción y declarando todo ello como heroísmos que hoy perduran porque fueron PSOE.

El gran problema de Calvo y cía, que a nadie se le oculta, es que aquello no triunfó, solo mató; pero esto es solo memoria democrática «oculta». Por esa y otras muchas memorias ocultas de los años 30 del siglo XX, hay que enfrentar a los españoles, deshacer España, recuperar aquella sangre hoy, para añadirla al covid-19 y tenemos otra ración de víctimas. ¿Qué hacemos? ¿Las enterramos a todas en las ruinas de Cuelgamuros? ¿Sería el mejor cementerio de la democracia? Cementerio donde se entierran muchas más memorias que las expuestas en la ley que Calvo quiere aprobar. Se trata de «tapar, ocultar, acallar, borrar…» más asesinatos, más violencia, más destrucción, más crímenes que los memorizados. Los años 30, el PSOE y el comunismo tiene mucho más que ocultar que la ridícula memoria poco democrática que intentan dar a luz.

El complejo de Cuelgamuros lo erigió el pueblo español para la reconciliación, la fraternidad, el perdón, la convivencia y la paz. ¿Entiende algo de todo esto la Sra. Calvo y cía?

Ella «no puede esperar un día más» para destruir todo eso. Y lo harán en nombre, en recuerdo y memoria de la democracia que allí sepultarán con mucho odio, con división, solo con sombras y sin luces y, si es preciso, con violencia… por la paz.

Sabemos que el rencoroso vive en el pasado, y si, además, es un insatisfecho por sus limitaciones, sus desvaríos y su pobre reputación, le resulta consolador distorsionar el pasado para revitalizar su ingenio mendigante. De ahí pueden salir toda suerte de aberrantes manejos y propósitos, declaraciones rimbombantes llenas de humo y palabrería (retrato fidedigno de la Calvo).

Eliminar el pasado, toda la realidad histórica para imponer una nueva historia porque no gusta la real. Una nueva historia hecha de ocultación, de fantasía, de ilusión, de invención y destructividad. Una nueva historia que entierre juntamente el pasado, la realidad, la historia y la actualidad democrática.

Un gran logro de aniquilación. Pero demasiado grande para ser enterrado en Cuelgamuros bajo escombros de viejas historias reales de esforzado trabajo, de heroísmo, de concordia y de paz.

El entretenimiento de la vice Calvo, ya que nada más tiene que hacer, es fantasear creando nuevas historietas, buscando palabrería para difundirlas, inventando sus propias leyes tapadera que le den nombre, prestigio, grandeza y sillones.

¿Por qué no está ocupando su ociosa vida en ayudar contra el virus, contra el hambre de tantos españoles, contra el desempleo, etc. que tanto necesitan de ella y de otros como ella? Todo eso sí que «no puede esperar un día más». Al contrario que sus historias que ni producen, ni ayudan, ni aportan, ni cambian nada fuera de su enfermiza mente y para mayor desgracia de los españoles.

¡Ayude Sra. Vice, y no estorbe, por favor!

Isidro García Getino (Drociano)