Moldavia, república exsoviética fronteriza con Ucrania de sólo 2,5 millones de habitantes, teme ser el próximo objetivo de Rusia y lucha por poner coto a la propaganda rusa

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FOTOGRAFÍA. CHISINAU (MOLDAVIA), 27.03.2022. Una mujer pasa por delante de un cartel del mayor proveedor de servicios de internet, televisión y telefonía en Moldavia, este domingo en el centro de Chisinau Efe

Efe.- Chisinau (Moldavia), domingo 27 de marzo de 2022. El ruso y el rumano son las dos lenguas de comunicación en Moldavia, una república exsoviética fronteriza con Ucrania de sólo 2,5 millones de habitantes que teme ser el próximo objetivo del expansionismo militar de Rusia y que lucha por poner coto a la propaganda del Kremlin.

Desde que empezara la agresión rusa contra Ucrania, el Gobierno moldavo ha invocado la situación de urgencia que vive la región para suspender los noticieros y los debates políticos producidos por cadenas oficialistas de Moscú.

«Los canales rusos son parte del paquete de televisión por cable al que están abonados los moldavos, y muchas cadenas locales ofrecen contenidos de televisiones rusas en segmentos importantes de su parrilla», explica a Efe Liliana Vitu-Esanu, presidente del Consejo Audiovisual de Moldavia.

PELÍCULAS DE GUERRA

Además de los programas estrictamente políticos, Moldavia ha suspendido también la emisión de películas de temática bélica.

El trasfondo es que las televisiones rusas promueven su narrativa propia sobre la guerra contra Ucrania, a la que asocian con los nazis, con producciones de exaltación del heroísmo soviético en la II Guerra Mundial.

Pese a que sólo una quinta parte de la población moldava declara tener el ruso como lengua materna, los contenidos producidos por las grandes cadenas rusas suelen ser más atractivos para el público ante la mayor calidad audiovisual que lo ofrecido por las teles locales.

DEL ENTRENAMIENTO A LAS NOTICIAS

«Mucha gente ve programas de entrenamiento en las televisiones rusas y se queda después a ver las noticias», explica Vitu-Esanu.

La periodista fue designada a finales de 2021 como presidenta del órgano encargado de velar por la integridad de los contenidos audiovisuales por la mayoría reformista y pro-europea que está en el poder en Moldavia.

A diferencia de medios oficiales rusos en otras lenguas, ahora prohibidos en la Unión Europea, como RT o Sputnik, las cadenas cercanas al Kremlin no se limitan solo a desacreditar a las democracias occidentales o a presentar una visión idealizada de la Federación Rusa.

Muchos promueven a diario mensajes que van desde las amenazas nucleares a potencias rivales a apología de la reconstrucción de un Imperio Ruso que incluya no solo a Ucrania, sino también a Moldavia, Georgia y las tres repúblicas bálticas.

IGNORAR LA GUERRA

El Consejo Audiovisual castiga con multas y sanciones administrativas la desinformación sobre la invasión rusa de Ucrania, por lo que las televisiones pro-rusas que funcionan en Moldavia -propiedad, por lo general, de oligarcas locales leales a Moscú- han optado por ignorar la guerra.

Según medios locales, algunas grandes multinacionales prefieren contratar espacios de publicidad en estas cadenas en lugar de otras que sí informan de la campaña militar rusa contra Ucrania, pues consideran que no les conviene asociar su marca a una realidad trágica.

Por eso, las autoridades moldavas buscan fórmulas para evitar que una cobertura periodística ética les cueste dinero a las televisiones moldavas no alineadas con el Kremlin.

«EL RUSO NO ES EL PROBLEMA»

Victor Ciobanu era especialista en inteligencia artificial durante la época soviética y empezó a hacer periodismo y activismo cívico con la caída del sistema comunista en Moldavia hace tres décadas.

«Aproximadamente un 50 % de la población prefiere informarse en lengua rusa y un 50 % prefiere los contenidos en rumano», asegura a Efe Ciobanu.

«Para mí, es un reto poder ofrecer información honrada, veraz y de calidad también en idioma ruso», añade.

Junto con otros dos periodistas, Ciobanu tiene un programa semanal en ruso en el canal privado Jurnal TV, y además elabora vídeos cortos en ruso sobre temas de actualidad para informar y educar a la opinión pública en internet y en las redes sociales.

«El problema no es la lengua rusa, que sin duda es un activo para Moldavia, sino la desinformación rusa», asegura Ciobanu, quien aspira a construir en su país un debate público de calidad en idioma ruso.

RUMBO EUROPEO

Durante buena parte de sus tres décadas como país independiente, Moldavia ha estado gobernada por mayorías pro-rusos como el hoy líder de la oposición, Ígor Dodón, de quien se dice que controla dos de las principales televisiones privadas del país.

Dodón perdió las elecciones de diciembre de 2020 ante la actual presidenta, la pro-occidental Maia Sandu.

Tanto Vitu-Esanu como Ciobanu son optimistas sobre la solidez del rumbo europeo que ha tomado Moldavia bajo la presidencia de Sandu.

Por una parte, las generaciones más jóvenes miran más a Occidente que aquellos que crecieron en la era soviética.

Y la diáspora moldava -más de un millón de personas- también se inclina cada vez más hacia la democratización y las reformas.

Por último, coinciden los dos expertos, la invasión rusa de Ucrania hará más difícil defender en Moldavia tener lazos más fuertes con Moscú.