Saltan las alarmas en el sector turístico por el repunte de la inseguridad en Barcelona

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FOTOGRAFÍA. BARCELONA (ESPAÑA), 23.08.2019. La Guardia Urbana de Barcelona, los Mossos d'Esquadra y la Policía Portuaria se han desplegado en varios puntos de la capital catalana, especialmente en la Barceloneta y el Port Vell, para saturar el espacio con presencia policial en un dispositivo para evitar la instalación de vendedores ambulantes no autorizados. Efe

Efe – El repunte de la inseguridad que vive la ciudad de Barcelona ha hecho saltar las alarmas en el sector turístico, que teme que pueda impactarle en un momento de recuperación tras el convulso periodo de finales de 2017 y principios de 2018, por lo que exige medidas inmediatas para atajar la crisis. Barcelona (España), viernes 23 de agosto de 2019. 

El director general del Gremio de Hoteles de Barcelona, Manel Casals, ha reclamado a las administraciones, en declaraciones a Efe, que tomen cartas en el asunto para evitar que la capital catalana sufra «una pérdida de reputación» como destino turístico de primer nivel.

«Hemos notado el incremento de la inseguridad, que nos preocupa no sólo por el efecto sobre el turismo sino como ciudadanos, y exigimos medidas para darle la vuelta a la situación actual», ha señalado.

Además de la mayor presencia de efectivos policiales en los puntos más conflictivos de la ciudad, el presidente del gremio de hoteleros considera urgente que haya juzgados especializados en la «delincuencia urbana» para que delitos como los hurtos puedan juzgarse en pocos días, lo que tendría un efecto «disuasorio» entre los delincuentes y haría bajar la reincidencia.

Casals también ha valorado de manera positiva el plan de choque contra la inseguridad en el que colaboran Mossos y Guardia Urbana, tras lamentar «la dejadez» con la que Barcelona, a su juicio, ha gestionado en los últimos años fenómenos como la venta ambulante o la delincuencia.

Pese a que la crisis de seguridad de la capital catalana haya saltado ya a los periódicos de países emisores de turismo como Alemania y Gran Bretaña o a la alerta lanzada por la embajada de Estados Unidos, Casals asegura que, de momento, no se han resentido las reservas de este verano.

De hecho, prevé que la temporada de verano acabe con «un ligero incremento» tanto en precio medio de la habitación como en ocupación y en facturación en relación al año anterior, que tuvo un inicio complicado como consecuencia de los acontecimientos de finales de 2017, marcados por el referéndum ilegal del 1-O.

El presidente de la Asociación Corporativa de Agencias de Viajes Especializadas (ACAVE), Martí Serrate, comparte la preocupación por los sucesos de este verano y exige «cortar de tajo» la crisis de seguridad con medidas como un despliegue acorde de los efectivos policiales por la ciudad.

En declaraciones a EFE, ha pedido a las administraciones «capacidad de reacción» para no dañar la marca Barcelona, «que lleva 27 años en boga y que ha demostrado su resiliencia», tras superar el impacto de los ataques terroristas, el proceso independentista y los brotes de turismofobia.

Serrate también ha pedido medidas legales para frenar la alta reincidencia en delitos como los hurtos, de los que suelen ser víctimas los turistas, y ha advertido que, de lo contrario, se está alimentando el efecto llamada.

De momento, la asociación de agencias de viaje tampoco ha detectado anulaciones en los paquetes contratados y augura un buen cierre de temporada de verano, pese a que se han recuperado destinos próximos como Egipto.

La crisis de seguridad parece haber dejado en un segundo plano la turismofobia, las acciones contra la masificación del turismo que protagonizaron el debate público el verano pasado, aunque la Federación de Asociaciones de Vecinos (FAVB) ha llevado a cabo una campaña pidiendo a los turistas que no expliquen a nadie su visita a Barcelona para reducir la llegada de éstos.

Adriana Roca, la portavoz de la organización juvenil de izquierda independentista Arran, muy crítica con la masificación del turismo, ha explicado a EFE que las campañas que promueven «son contra un modelo turístico que satura la ciudad y, aunque impacta más negativa que positivamente en sus habitantes, se sigue fomentando y promocionando desde las instituciones públicas».

«No odiamos al turista, nuestras acciones son de capitalismofobia por la precariedad laboral, la gentrificación o el uso del espacio público», ha dicho, tras insistir en que Arran pide la expropiación de parte de los pisos turísticos o la limitación de los cruceros.

La actividad turística supone cerca del 15 % del PIB de la ciudad y genera decenas de miles de puestos de trabajo.