Siempre una o más banderitas separatistas aparecen en un evento cultural en Cataluña

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 Siempre una o más banderitas separatistas aparecen en un evento cultural en Cataluña. En el fondo d ela imagen, hasta dos banderas separatistas de Juntos Por El Sí y CUP durante la celebración de castillos humanos en Cataluña. Archivo Efe.

Lasvocesdelpueblo y Agencias – En el fondo de la imagen aparecen un ejemplo de colonización pasiva de consciencias de una sociedad catalana atrapada en la mentira nutrida de subvenciones públicas ante la realidad (la verdad) que apesta y molesta, incluso ya al proprio Gobierno central. Barcelona (España), viernes 11 de agosto de 2017. Fotografía: Siempre una o más banderitas separatistas aparecen en un evento cultural en Cataluña. En el fondo d ela imagen, hasta dos banderas separatistas de Juntos Por El Sí y CUP durante la celebración de castillos humanos en Cataluña. Archivo Efe.

El periodista Benet Iñigo recrea en un libro la mezcla de «espectacularidad, adrenalina y tradición» que ha provocado que los ‘Castillos Humanos», llamado en lengua catalana «els castells», vivan su momento de mayor esplendor en dos siglos, y las emociones que laten bajo las torres humanas, con la docta mirada de quien ha sido participante en castillo humano en Cataluña, en calán «casteller», desde los 16 años

Iñigo, periodista de la emisora separatista RAC1, ha hablado en una entrevista con Efe de su libro ‘Pecho y Arriba (Pit i Amunt!)’ -Editorial Columna-, una obra dirigida a aquellos lectores que quieran acercarse al mundo de los castillos humanos, más allá de los manuales técnicos que clasifican las construcciones, pero también a aficionados que deseen disfrutar poniéndose en la piel de un «casteller» para vivir la pasión de esta tradición, desde dentro.

A través del análisis de cada uno de los pisos que componen un castillo humano, desde la piña que los sustenta hasta el pequeño -la última persona que suba hasta arriba de un castilla -suele ser niño o niña menor de 12 años-, en catalán «enxaneta»- que lo corona, Iñigo se adentra en los entresijos de los equipos y recorre la evolución de una tradición en auténtico auge desde finales de los años 90.

Tras permanecer durante 150 años recluida en las fiestas mayores del triángulo Tarragona-Valls-Vilafranca, la tradición se ha expandido en las tres últimas décadas por rincones de toda la geografía catalana, hasta exportar sus torres humanas a ciudades como Madrid, París, Londres o Copenhague -al abrigo de las comunidades catalanas locales- o a países como Chile o China, cuyo equipo Xiquets de Hangzhou dejó boquiabierta a la afición de los castillos humanos en el último concurso celebrado en Tarragona.

Para Benet Iñigo, tras el primer «boom» de los años 80, los «castells» viven ahora el mayor esplendor desde sus orígenes en los albores del XIX, lo que atribuye a que es «la tradición catalana que mejor respuesta da a las necesidades actuales», al combinar «el componente identitario y social, la espectacularidad y la adrenalina de las emociones».

De difícil catalogación -«Pit i Amunt!» se encuentra en las librerías en secciones tan dispares como antropología, deportes o ficción-, los castillos son para Benet Iñigo algo más que una tradición o una práctica acrobática: «son un punto de encuentro, una familia que te hace sentir identificado con ella, que une mucho, tanto física como emocionalmente».

«Es una actividad muy intensa», subraya Iñigo, que defiende también el papel social de los castillos humanos por su capacidad para dar cabida a perfiles diversos que se hacen imprescindibles para levantar la construcción, desde el niño que la corona hasta el corpulento que la sustenta, y a personas de orígenes plurales, por lo que a menudo se han convertido en una plataforma para la acogida e integración de inmigrantes.

Con esa filosofía, Benet Iñigo fundó en 1998 el equipo del castillo del Puebloseco de Barcelona, agrupación de la que, con 18 años, fue ‘cap de colla’ y de la que no ha dejado de ser miembro activo.

Por ese motivo, cree que la profesionalización de los «castellers», un debate que está ahora sobre la mesa, a semejanza de algunos deportes vascos, podría desvirtuar la esencia de esa tradición: «una competición reglada, con entrenamientos estrictos y fichajes estrella harían perder gran parte del atractivo de hacer castillo humano, en que hay mucho de tradición».

No obstante, Iñigo cree necesaria la competitividad de los «castells», otro motivo de polémica entre los aficionados de Cataluña, y recuerda que la «rivalidad» entre equipos es precisamente la que azuzó el crecimiento de las construcciones humanas en altura y dificultad. «Sin ella no hay motivación», apunta.

El empuje que el «boom» de los últimos años ha dado al mundo de los castillos ha llevado a convertir en algo «dominable» construcciones de diez pisos inéditas hasta ahora, pero aún así Benet Iñigo afirma no atreverse «a poner límites» a la carrera de las torres humanas.

«La técnica, la preparación y la constancia» son las claves que, para el periodista, han propiciado el auge de los castillos, unas construcciones que, en su opinión, han ganado «no solo en regularidad, sino también en seguridad», como demuestra, a su parecer, el descenso en las estadísticas de caídas.