Sus 2 amigas intimas y uno de sus amantes la ponen contra las cuerdas ante el Tribunal

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FOTOGRAFÍA. AUDIENCIA DE BARCELONA (BARCELONA) ESPAÑA, 05.02.2020. Los guardias urbanos Rosa Peral (d) y Albert López (i), el lunes en la Audiencia de Barcelona, acusados de matar a un compañero, que era pareja sentimental de ella, en 2017. Efe

Efe – En la jornada de este jueves, 6 de febrero de 2020, los testimonios de dos amigas cercanas de la policía (Guardia Urbana de Barcelona), Rosa Peral, y el de un vecino que fue su amante han puesto en entredicho la coartada de Rosa, quien acusa a su novio Policía (Guardia Urbana de Barcelona), Pedro Rodríguez, de haber matado a Pedro Rodríguez, del que «estaba profundamente enamorada», y cuyo cuerpo, que apareció en un coche calcinado en el pantano de Foix, asegura que sólo ayudó a quemar porque fue amenazada. Sin embargo, una interna de la cárcel de Wad-Ras ha asegurado que la acusada le confesó haber drogado a Pedro la noche del crimen con un medicamento que generalmente tomaba su exmarido Rubén. La reclusa también ha explicado que la acusada «quería matar a Rubén» y hacerle «magia negra» y que llegó incluso a investigar si alguna presa conocía a un «sicario» que pudiera «hacerle daño». (…) La amiga también ha explicado que, tras descubrirse el cadáver, Rosa insinuó que la «mafia» podría estar detrás de la muerte, pero más tarde -cuando ya intuía que las pesquisas apuntaban hacia ella- infundió sospechas sobre Albert. Barcelona (España), sábado 8 de febrero de 2020.

El relato de dos íntimas amigas y el de un amante han puesto este jueves contra las cuerdas la versión que sostiene la policía Rosa Peral, acusada de haber asesinado junto al agente Albert López a su pareja y compañero de la Guardia Urbana Pedro Rodríguez en mayo de 2017.

Con la declaración de estos testigos ante el jurado popular de la Audiencia de Barcelona ha concluido la primera semana del juicio, en el que ambos acusados enfrentan hasta 25 años de cárcel por haber acabado con la vida de Pedro Rodríguez a raíz de un triángulo amoroso que el fiscal ve lleno de «mentiras, manipulaciones y toxicidad».

En la jornada de este jueves, 6 de febrero de 2020, los testimonios de dos amigas cercanas de Rosa y el de un vecino que fue su amante han puesto en entredicho la coartada de Rosa, quien acusa a su novio Albert de haber matado a Pedro, del que «estaba profundamente enamorada», y cuyo cuerpo, que apareció en un coche calcinado en el pantano de Foix, asegura que sólo ayudó a quemar porque fue amenazada.

Sin embargo, una interna de la cárcel de Wad-Ras ha asegurado que la acusada le confesó haber drogado a Pedro la noche del crimen con un medicamento que generalmente tomaba su exmarido Rubén.

Según le habría dicho Rosa, con quien compartía charlas en su celda, esa madrugada la pareja tuvo una fuerte discusión y la enjuiciada decidió suministrar a su novio una medicina indicada para problemas de ciática con agua «para que se calmara».

De ser cierto, ello encajaría con la versión de Antonia, la actual esposa de Rubén, que a petición expresa del juez representó mediante mímica cómo la hija mayor de Rosa le contó que la noche del crimen vio a su madre con sangre y a Pedro bajando las escaleras «como un robot».

La reclusa también ha explicado que la acusada «quería matar a Rubén» y hacerle «magia negra» y que llegó incluso a investigar si alguna presa conocía a un «sicario» que pudiera «hacerle daño».

No obstante, su declaración ha estado plagada de lagunas e inconcreciones, que ha atribuido a la «falta de memoria» y la «ansiedad» que le provocó su primera declaración en instrucción, tras la cual -ha dicho- apareció publicada su fotografía tachándola de «narco».

De hecho, sus entrecortadas explicaciones han ido aumentando ante la severa mirada de Rosa al punto de pedir «no declarar más», lo que le ha valido una reprimenda del juez.

Por otro lado, Irene G., otra amiga cercana de Rosa, ha explicado que tres semanas antes del crimen la acusada lucía un anillo de compromiso en cada mano, uno de la víctima y otro de Albert, que se lo entregó «para que se lo pensara».

Rosa lo recibió «sorprendida» y decidió ponérselo en una mano, mientras en la otra continuaba llevando el que le había regalado su novio Pedro, a quien consideraba «un poco controlador» y «celoso».

Según Irene, Rosa «tenía dudas» entre ambos hombres: «Decía que Albert estaba más cariñoso pero que Pedro tenía sus cosas. Que no es oro todo lo que reluce (…) Que la ataba muy corto».

La amiga también ha explicado que, tras descubrirse el cadáver, Rosa insinuó que la «mafia» podría estar detrás de la muerte, pero más tarde -cuando ya intuía que las pesquisas apuntaban hacia ella- infundió sospechas sobre Albert.

La tercera versión que ha debilitado hoy la coartada de Rosa ha sido la de Manuel G., el vecino de la casa de enfrente a quien el fiscal Félix Martín ha avisado que estudiará solicitar deducción por falso testimonio.

El Ministerio Público considera que ambos tenían una relación más íntima de lo que éste ha admitido en el juicio, en el que ha reiterado que su relación con Rosa era «de vecinos» y que se limitó a un único encuentro sexual.

Se trata del mismo testigo que ante el magistrado instructor dijo haber escuchado el ruido de una motosierra la mañana del 3 de mayo de 2017, cuando el cadáver de Pedro supuestamente ya había sido trasladado al pantano de Foix, una exposición en la que se ha reafirmado.

Manuel ha aseverado también que el día anterior se encontró con Rosa y con sus padres cuando volvía de hacer la compra y que «supone» que saludó de lejos al padre de ésta, un detalle en el que el abogado de Albert ha insistido después de que el progenitor rectificara el martes su declaración.

El padre de Rosa admitió que se «equivocó» al decir a la policía que vio a su yerno en casa el día después del crimen y que realmente vio a un vecino, cuyo nombre no reveló.

Por otro lado, Manuel ha recalcado que su relación con Rosa «no es tan estrecha como parece», aunque ha admitido que «tuvieron un escarceo hacía bastantes meses», una tesis que se ha venido abajo con la lectura de unos mensajes de texto entre ambos.

Los whatsapp han revelado que flirtearon otras veces, que se emplazaron para «repetir» el encuentro y que, tras la muerte de Pedro, éste le mandó una foto de contenido sexual.