Turquía amenazar veladamente con alentar a los inmigrantes árabes a cruzar hacia Europa

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FOTOGRAFÍA. Madrid 11 de septiembre de 2015. Ola de inmigrantes que invade a Europa desde Turquía. España acogerá un total de 17.680 refugiados. En la imagen, centenares de miles de inmigrantes islamistas en las puertas de Europa. La sociedad española se prepara para recibir a los refugiados sirios que huyen de la muerte y la miseria en la que se ha sumido su país por culpa de la guerra civil. Las muestras de solidaridad y compromiso se suceden por toda España por parte de múltiples instituciones, organizaciones privadas y particulares. Colectivos profesionales, abogados y médicos, han ofrecido desinteresadamente sus servicios a los refugiados. Efe

Efe – El Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Josep Borrell, lanzó este miércoles desde la frontera greco-turca un mensaje de solidaridad con Grecia y una advertencia al Gobierno de Ankara, que en las últimas semanas ha vuelto a amenazar veladamente con alentar a los migrantes a cruzar hacia Europa. Bruselas (Bélgica), jueves 25 de junio de 2020

«Las fronteras griegas son también las fronteras de la Unión Europea… Estamos decididos a proteger las fronteras exteriores de la UE y apoyar firmemente la soberanía de Grecia», dijo Borrell tras visitar con el ministro de Exteriores griego, Nikos Dendias, un puesto militar en la frontera y acercarse hasta el cruce de Kastaniés, en el norte de Grecia.

El jefe de la diplomacia europea recalcó, no obstante, la necesidad de que Grecia tenga una relación de buena vecindad con Turquía, «para proteger nuestros intereses y fortalecer la estabilidad regional».

Dendias acusó a Turquía de chantajear a Europa con la instrumentalización de los refugiados, y le reprochó «violar sistemáticamente la soberanía de Libia, Siria, Irak y nuestro socio europeo, la República de Chipre».

El ministro aseguró que su país está listo para negociar con Turquía pero no bajo amenazas.

Con ello aludió, entre otros, a unas declaraciones de su homólogo turco, Mevlut Cavusoglu, que hace unos días aseguró que ambos países debían retomar el diálogo, pero al mismo tiempo sostuvo que «responderá» a cualquier intento de Grecia de detener las exploraciones energéticas que planea al sur de la isla de Creta.

En los últimos meses las tensiones entre Grecia y Turquía han vuelto a aumentar a causa de las pretensiones energéticas de Ankara en una zona marítima que Grecia considera suya.

Tras la firma en noviembre del año pasado de un acuerdo con el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) en Trípoli, reconocido por Naciones Unidas, Turquía ha delineado una zona económica exclusiva (ZEE) que llega hasta aguas marítimas de la isla de Creta.

Turquía niega que las islas tengan una plataforma continental, y por eso reivindica esas aguas, planteamiento que no solo Grecia sino la Unión Europea y Estados Unidos no aceptan.

El Gobierno del conservador Kyriakos Mitsotakis lleva pidiendo desde entonces a la Unión Europea una respuesta más clara frente a lo que considera constantes provocaciones por parte de Turquía.

En esta nueva disputa, que se suma a las muchas que tienen históricamente ambos países, Ankara ha utilizado la crisis de la migración como arma arrojadiza.

Hace casi cuatro meses el cruce de Kastaniés que visitó hoy Borrell fue escenario del intento de miles de migrantes y refugiados de entrar en Grecia desde Turquía.

Lo hicieron alentados por el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan, que había asegurado que las fronteras habían abierto. La crisis de la COVID-19 ayudó a contener este frente, al estallar tan solo pocos días después de este momento de tensión fronteriza.

La tensión en la frontera llevó a que, el 3 de marzo, la cúpula de la Unión Europea se desplazase hasta ese mismo cruce para lanzar un mensaje de simbolismo similar al de hoy.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, agradeció a Grecia entonces actuar como un «escudo europeo» y recalcó que la prioridad de la UE es asegurar que «se mantenga el orden en la frontera exterior griega, que también es una frontera europea».

Ahora que las fronteras están reabriendo los refugiados vuelven a convertirse en víctimas del juego de poder entre ambos países, y ante las insinuaciones de Ankara de que podría haber un nuevo intento masivo de cruces, Atenas ha reforzado la frontera terrestre y ha incrementado la vigilancia marítima.

Para ello recurre aparentemente a métodos denunciados como ilegales por ONG, como la devolución en caliente, tanto por mar como por tierra.

Numerosos documentos gráficos publicados en las últimas semanas muestran a la guardia costera griega interceptando botes con refugiados, a los que obligan a volver a aguas turcas, golpean con varas o hacen ver que los rescatan para luego abandonarlos a su suerte en aguas del país vecino.