¿A qué esperamos todos? A votar para que España no se rompa

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Readacción: Ignacio Valentín Luna Tomas – El 30 de Noviembre era aprobado en el parlamento español, entre aplausos y con el único voto en contra de Don Blas Piñar Lopez, diputado de Alianza Nacional y presidente de Fuerza Nueva, el estatuto de autonomía de Cataluña. Barcelona, 27 de septiembre 2015. <Fotografía: Una parella muestra su amor a España. Foto archivo>.

El diputado nacional ya advertia entonces de que si era aprobado tal estatuto en dos generaciones ya no se podria ser catalán y español y español y catalán. Como muy bien indicaba mi gran amigo, camarada y siempre jefe JJ. A.T. Don Blas indicó; «Los llamamos constuticionalistas ( PP, PSOE, que han hecho el trabajo sucio a los nacinalistas ), esos que ahora se echan las manos a la cabeza, entonces le llamaban» radical y exagerado. Si camaradas en 1979 ya teniamos razón, de hecho siempre la hemos tenido, aunque no hayamos sabido defenderla, o no nos hayan dejado.

Y el Domingo a votar para que España no se rompa. A votar a uno de esos partidos, complices necesarios, para que toda esta turba desquiciada y maligna no se salga con la suya. A votar con la nariz tapada, la moral en vilo y el alma rota. A votar Ciudadanos, PP, PSC, UDC!!! A esos que nos han traido aquí al estercolero de CDC, ERC, CUP, Iniciativa o al de ETA y PNV en el norte o a la mierda imperante en el declive de la sociedad española. ¿Si iremos a votar como no, o nos vamos a quedar en casa mientras España agoniza?.

No, pero os aseguro, que diarrea, dolor de espiritu y vergüenza moral, sólo serán algunas de las pocas cosas que nos sucederan este Domingo de dolores y no me refiero, por ello va en minusculas, a nuestra señora.

Si nos salvamos por el momento de un trágico e indeseable destino, no podemos retrasar por más tiempo la ineludible tarea de salvar y restituir a España al lugar que le corresponde en el Mundo, en la historia y en los hombres y devolver su gloria y su buen nombre a sus hijos, encauzarla en su destino en lo universal. ¿A qué esperamos todos?