Arrimadas, candidata oficialista de Cs, ante una resistencia del candidato Francisco Igea

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FOTOGRAFÍA. ESPAÑA, MARZO 2020. La presidente y portavoz del Grupo de Ciudadanos en el Congreso de los Diputados, Inés Arrimadas (i), conversa con el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Francisco Igea Arisqueta (d). Efe

Efe – En la votación de compromisarios, la participación fue del 51,67 por ciento, un dato que refleja que la militancia está un tanto desenganchada de un proceso clave para Ciudadanos tras el desastre electoral del 10N que dejó a Cs en la irrelevancia política. Las primarias de este fin de semana vienen precedidas del debate del pasado miércoles entre ambos candidatos que se desarrolló en un clima tranquilo aunque hubo muchas pullas y reproches, principalmente por el modelo de «baronías», la falta de autocrítica o las carencias de democracia interna. Madrid (España), sábado 7 de marzo de 2020. 

Los afiliados de Ciudadanos votan este fin de semana al nuevo líder de la formación naranja en una batalla política en la que la candidata oficialista, Inés Arrimadas, se ha encontrado con una resistencia en la candidatura crítica de Francisco Igea que no esperaba.

Aunque en la votación de compromisarios Arrimadas barrió a Igea al conseguir el 78 por ciento de los delegados a la Asamblea general frente al 5,9 por ciento que logró su oponente, en voto directo, la candidatura de los críticos afirma haber logrado en torno al 30%.

Desde la lista de Arrimadas reconocen que no se puede saber exactamente el respaldo exacto que tuvo cada una de las candidaturas, pero recuerdan que la elección fue mediante listas abiertas y voto mayoritario, y eso significa que Igea ha podido tener un apoyo superior al 5,9 por ciento pero también inferior.

En todo caso, la elección de los compromisarios es un termómetro para medir cómo afronta cada candidatura la batalla de las primarias pero no sirve para extrapolar los resultados y aventurar cómo quedarán finalmente las fuerzas.

Y no sirve, entre otras cosas, porque los militantes han podido votar una opción determinada para los delegados al cónclave y elegir una distinta para el relevo de Albert Rivera.

Las primarias de este fin de semana vienen precedidas del debate del pasado miércoles entre ambos candidatos que se desarrolló en un clima tranquilo aunque hubo muchas pullas y reproches, principalmente por el modelo de «baronías», la falta de autocrítica o las carencias de democracia interna.

Además de Arrimadas e Igea, hay un tercer candidato en discordia, un militante valenciano desconocido, Ximo Aparici, que se ha lanzado para defender la vuelta a los principios fundacionales del partido, aunque no tiene ninguna posibilidad en estas elecciones internas.

Con este tercer candidato, se repite el número de aspirantes a presidir Cs que concurrieron en las primarias de enero de 2017 cuando por primera vez el presidente de Ciudadanos fue elegido por el voto de la militancia.

Entonces, Albert Rivera obtuvo 5.999 sufragios (el 87,27 por ciento) mientras que sus contrincantes apenas rebasaron el 6 por ciento del apoyo: el militante de Las Rozas (Madrid) Juan Carlos Bermejo, que esta vez se ha sumado a Igea, y el sevillano Diego de los Santos.

La disputa para suceder a Rivera, que esta vez va a ser más reñida, empieza el sábado con la votación telemática y se cierra el domingo a las siete de la tarde con el voto en urna, una de las demandas de los críticos pero que, sin embargo, solo han solicitado el 3,8 por ciento de los militantes.

Por eso, solo estarán disponibles en ocho ciudades y ninguna en Madrid, Barcelona o Valencia.

Los militantes que pueden participar en este proceso son 20.979 (cumplen los requisitos de estar al corriente de pago y tienen una antigüedad en el partido de al menos seis meses) aunque el censo global se eleva a 27.402 personas.

En la votación de compromisarios, la participación fue del 51,67 por ciento, un dato que refleja que la militancia está un tanto desenganchada de un proceso clave para Ciudadanos tras el desastre electoral del 10N que dejó a Cs en la irrelevancia política.

Con los resultados del domingo, se cierra definitivamente la etapa de Rivera, que estuvo trece años dirigiendo el partido naranja, y se abre una nueva en la que, salvo sorpresas, todo apunta a que ganará Arrimadas con un proyecto y un equipo continuista, aunque con cambios para que el partido sea más horizontal y la militancia tenga un peso mayor.

Su contrincante también apuesta por dar más voz a las bases, pero quiere un modelo más descentralizado, en el que los coordinadores territoriales sean elegidos por la militancia.