Burda manipulación de la Televisión que padecemos. El Gobierno esconde sus mentiras que menosprecian la inteligencia

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FOTOGRAFÍA. ESPAÑA, 19.04.2020. Un ciudadano sigue por televisión uno de los discursos del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la emergencia sanitaria del coronavirus (COVID 19). Efe

El gran Federico Fellini, lo vaticinó en la década de los 80 con su film satírico y premonitorio «Ginger y Fred», denunciando ya la mediocridad de la televisión (TV). Una emotiva obra sentimental donde Giulietta Masina y Marcello Mastroianni, encarnaban a una pareja madura que imitaban a los célebres bailarines de los años treinta, participando en un especial televisivo navideño, por el que desfilan una serie de personajes caricaturescos, un bestiario de fenómenos humanos llamados a testimoniar la vulgaridad más grotesca: desde la delegación folclórica que lleva al «fenómeno local», una monstruosa vaca con ¡innumerables mamas! hasta una mujer que ha abandonado a su marido e hijos porque se ha enamorado de un extraterrestre… o un inventor de lencería comestible. Músicos enanos, travestis ninfómanas, dobles de famosos y «frikis» de todo pelaje. Por fortuna, Pippo y Amelia son los únicos personajes dignos que recrean los números musicales de la famosa pareja americana Ginger y Fred con los que habían triunfado antiguamente en espectáculos de tercera fila. Quién nos lo iba a decir mejor que Fellini, el gran maestro fabulador de «Amarcord», Casanova, «La dolce vita» o «La Strada», y genio del séptimo arte.

Tras pasar del tubo catódico de entonces, al plasma o led de la era digital, la Televisión ha ido degenerando con el tiempo hacia situaciones lamentables y bochornosas en contenidos, la calidad brilla por su ausencia con programas penosos, horteras y zafios como anunció Fellini, donde personajillos buscan sus minutos de gloria. Agravada por una burda manipulación informativa constante que se viene perpetrando en los últimos meses, este gobierno inepto intenta esconder sus errores garrafales con omisiones, mentiras, grotescos eslóganes y burda propaganda que menosprecia la inteligencia de los ciudadanos. Es tan poca su credibilidad que, mucha gente prefiere informarse por redes sociales e internet, donde hay mucho más debate y reflexión con información más plural e independiente, aunque no quiero decir que todo es bueno en la red.

Siempre nos hemos quejado de la manipulación informativa en la Televisión pública que habitualmente la controla el gobierno de turno, de una u otra forma. Resulta curioso que en los viejos tiempos en que sólo existían dos canales, se hacía una programación de mucha mejor calidad que la actual, me refiero a contenidos culturales, teatro, cine en versión original con grandes ciclos dedicados a diversos temas, concursos de calidad que además de entretener eran enriquecedores y formativos, programas de debate y opinión aunque sufriéramos todavía la censura. Porque sin excesivos medios había imaginación y talento para sortear los inconvenientes. Yo era de los ingenuos que pensaba que cuando llegara la televisión privada, mejoraría la pluralidad informativa en sana competencia por servir a la sociedad, nada más lejos de la realidad, las privadas se han ido concentrando en dos o tres grupos de poder fácilmente reconocible que transmiten mantras de opinión sectarias y sin escrúpulos, en busca de cretinos a los que embelesar, solo les interesa ganar dinero al precio que sea (audiencias, publicidad y hasta mendigar ayudas públicas), pues tienen que mantener a sus estrellas mediáticas y domesticadas que exigen alta remuneración. Esos grupos se someten al mejor postor económico y de poder para sus intereses, no precisamente al servicio de una sociedad libre y democrática como presumen con cinismo.

Antonio Morales Sánchez