Con nuevo elemento sorpresa, el juicio a la policía y su amante que mataron a su novio

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FOTOGRAFÍA. BARCELONA (ESPAÑA), 13.02.2020. Se trata de un llavero con sus nombres inscritos que la víctima, Pedro Rodríguez, y su esposa entregaron a los invitados a su boda y que se ha presentado este jueves ante el jurado popular de la Audiencia de Barcelona, que juzga a los guardias urbanos Rosa Peral (d) y Albert López () por el asesinato del novio de esta y también agente del cuerpo. Efe

Efe – La séptima sesión del juicio del «crimen de la Urbana» ha arrancado con un nuevo elemento sorpresa, un llavero hecho con una bala que la víctima y su exmujer regalaron el día de su boda y que podría ser como la que se halló en el interior del vehículo calcinado con el cuerpo de Pedro Rodríguez. (…) El 7 y el 8 de mayo, animada por el hermano de la víctima, acudieron al domicilio de Rosa para recuperar algunas pertenencias pero la acusada les dio «largas» y evitó dejarlos bajar al piso inferior de la casa, donde supuestamente se cometió el crimen, por lo que supusieron que «quería» que se fueran. «Me impactó mucho todo lo que decía y su apariencia. Yo me había pasado tres o cuatro días llorando a mares, parecía un monstruo y ella estaba normal. No entendía nada», ha matizado. Barcelona (España), viernes 14 de febrero de 2020. 

Se trata de un llavero con sus nombres inscritos que la víctima, Pedro Rodríguez, y su esposa entregaron a los invitados a su boda y que se ha presentado este jueves ante el jurado popular de la Audiencia de Barcelona, que juzga a los guardias urbanos Rosa Peral y Albert López por el asesinato del novio de esta y también agente del cuerpo.

Un elemento que el juez ha aceptado este jueves incluir en la causa como prueba de convicción para cotejarlo con la bala que se encontró dentro del coche carbonizado.

De hecho, de acuerdo con el informe de balística que consta en el sumario, la bala que se encontró en el interior del vehículo era un proyectil del calibre 9 mm, el mismo tipo de munición que usan las armas reglamentarias de los agentes de la Guardia Urbana y los Mossos d’Esquadra, aunque con revestimientos distintos.

El magistrado ha tomado esta decisión a instancias del fiscal, quien ha solicitado que pueda compararse con la bala del llavero, que ha sido mostrado al jurado popular y a las diferentes partes.

Según Patricia, la ex mujer de la víctima, acabaron «sobrando» muchos ejemplares del mismo y se guardaron en la casa conyugal, la misma en la que se quedó Pedro tras la separación, en julio de 2016.

Durante su declaración, también se han leído unos correos electrónicos que Patricia intercambió con Pedro la noche del crimen e incluso uno que supuestamente este le respondió el 2 de mayo de 2017, un día después de ser asesinando.

En los mensajes, ambos conversan sobre el día en que la víctima debe pasar a recoger a su hijo y sobre el domicilio nuevo al que se ha mudado.

«Me sorprendió porque él era muy tajante, iba muy a saco y me sorprendió que me contestara tan suave», ha señalado la testigo, quien aseguró que no le «cuadró» que Pedro se disculpara con ella por no haberle mencionado antes la dirección de su nueva vivienda: «Fue demasiado amable».

La acusación cree que estos mensajes podrían haber sido escritos por Rosa cuando Pedro ya había muerto.

Patricia ha aseverado también que, tras enterarse de que había aparecido el coche de su ex con restos mortales dentro en el pantano de Foix, contactó con Rosa para «entender qué había ocurrido».

Ambas entablaron algunas conversaciones de consuelo por whatsapp e intercambiaron algunas confidencias sobre las respectivas relaciones, entre las cuales la acusada admitió que quería «pegarle dos tiros» a quien hubiera matado a Pedro.

«Lo mataba y lo metía en el maletero», escribió Rosa en uno de los mensajes, en el que también explicó a Patricia que creía que el autor de la muerte de Pedro no había sido «un solo tío» sino que debían haber sido «dos como mínimo».

«Me sorprendía porque yo no estaba en ese punto de pensar más allá todos esos detalles», ha señalado.

El 7 y el 8 de mayo, animada por el hermano de la víctima, acudieron al domicilio de Rosa para recuperar algunas pertenencias pero la acusada les dio «largas» y evitó dejarlos bajar al piso inferior de la casa, donde supuestamente se cometió el crimen, por lo que supusieron que «quería» que se fueran. «Me impactó mucho todo lo que decía y su apariencia. Yo me había pasado tres o cuatro días llorando a mares, parecía un monstruo y ella estaba normal. No entendía nada», ha matizado.

Finalmente, ha apuntado que «era muy raro» que Pedro apagara el teléfono y ha confirmado que los medicamentos que tomaba para los problemas de espalda le provocaban una fuerte somnolencia: «Lo tumbaban».