Defensa del 1-O: «Ancianos y niños en primera fila y patadas en los testículos de Policías»

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FOTOGRAFÍA. MADRID (ESPAÑA), TRIBUNAL SUPREMO (TRIBUNAL DEL PROCÉS), 16.04.2019. Captura de la señal institucional del Tribunal Supremo. Andreu Van Den Eyden (abajo - d), abogado de Oriol Junqueras y Raül Romeva, interviene en el juicio del "procés", en presencia de los abogados Jordi Pina (abajo - i) y Francesc Homs (abajo - 2i), y los acusados, Joaquim Forn (arriba - i), Raül Romeva (arriba - 2i) y Oriol Junqueras (arriba - d), durante la sesión del juicio de este martes. Efe.

Lasvocesdelpueblo y Agencias – Testimonios de Policías de la «Operación Copérnico» contra el golpismo en Cataluña ante el Tribunal del Procés: «Nos acometieron contra la tapia del colegio» y en otro «se abalanzaron sobre nosotros», han dicho dos policías, para quienes los ciudadanos «no atendían a razones» y actuaban a «golpes e insultos». En esta jornada, tres agentes han introducido los golpes que recibieron en los testículos, uno en las costillas, dos las urnas lanzadas contra sus cabezas y otros dos el lanzamiento de motos. O el caso de un agente que ha mandado el enésimo recado a los mossos al describir por qué actuó cuando vio a un compañero abandonado en una intervención al que pisoteaban: «No puedo estar cruzado de brazos como hicieron los mozos de Escuadra» independentistas bajo órdenes del delincuente ex mayor del Cuerpo, José Lluís Trapero. Madrid (España), miércoles 17 de abril de 2019.

Una procesión de policías ha reforzado ante el tribunal del «procés» la fotografía de violencia organizada el 1-O, con casos de «ancianos y niños en primera fila de una resistencia activa» del independentismo durante el golpe de estado del pasado 1 de octubre de 2017 (1-O) que incluía «lanzamientos de motos, urnas arrojadas a las cabezas y patadas en los testículos y costillas».

Veinticuatro policías han descrito de forma gráfica el «ambiente violento» que a modo de bienvenida se encontraban en la mayoría de los colegios en los que tuvieron que intervenir y que más allá de los detalles han resumido así: «Nos estaban machacando». Sus testimonios se sitúan en las antípodas de la versión que dan por acreditada las defensas de los presos golpistas del Procés cuando les interrogan a los héroes nacionales españoles que salvaron a la democracia del Reino de España aquel 1-O cuando, curiosamente, el Gobierno del PP de Mariano Rajoy Brey y Soraya Saénz de Santamaria Antón, quienes prometieron meses, antes durante aquella campaña electoral de la legislatura fracasada de diciembre de 2015 (Junio de 2016) garantizaron pidiendo el voto que nunca permitirían ese Referéndum y la independencia de Cataluña, se despertaron y volvieron a la cama para dormir más hasta que los propios Policías de la «Operación Copérnico» decidieron por su propio cuenta salir de sus barcos y tiendas de campaña —donde el ministerio de Interior del Gobierno del PP, el Zoido, les tenía encerrados y les daba de comer como unos presos, denunciaron los Policías en la Nochebuena de 2016— a defender a España y su pueblo. De hecho, el propio Gobierno de Rajoy y Rajoy, interrogados en el Juicio Procés, afirmaron que nunca dieron ninguna orden a los Policías del 1-O a salir actuar durante la Jornada del 1-O. Una situación que ha provocado la airada protesta de la Fiscalía, poco dada a hacer uso de esta práctica: «aquí no se está juzgando a la Policía».

Poner en tela de juicio los testimonios de los policías se está convirtiendo en una constante en las últimas sesiones, como así ha evidenciado un molesto juez Manuel Marchena que hoy ha reconocido que lleva días intentando sin éxito advertir a las defensas de que no formulen sus preguntas dando por acreditado lo que ellos exponen.

Y es que los letrados han tratado de desacreditar con sus preguntas una y otra vez a los agentes, cuyos relatos de violencia reflejan también una autoridad bajo mínimos, como sucedió en un colegio de Tarragona, cuando los votantes les arrebataran las urnas de sus propias manos, desistiendo en ocasiones de recuperarlas porque el «ambiente estaba muy violento».

Su insistencia en colar los excesos policiales es inversamente proporcional al escenario agresivo y hostil con el que responden los agentes, más exponencial si cabe a medida que unos letrados crispados les preguntan si vieron a la gente sentada en base a una resistencia pasiva, al grito de democracia y con las manos en alto.

«Nos acometieron contra la tapia del colegio» y en otro «se abalanzaron sobre nosotros», han dicho dos policías, para quienes los ciudadanos «no atendían a razones» y actuaban a «golpes e insultos».

En esta jornada, tres agentes han introducido los golpes que recibieron en los testículos, uno en las costillas, dos las urnas lanzadas contra sus cabezas y otros dos el lanzamiento de motos.

Mención aparte merece un episodio que han contado dos agentes en Girona cuando interceptaron a un coche que les perseguía haciéndoles fotos. Pese a la negativa de la conductora a parar el motor e identificarse, uno de sus acompañantes accedió a enseñar su DNI pero cuando un agente metió la mano por la ventanilla para cogerlo, «se rió», subió la ventanilla, le pilló «voluntariamente» el brazo y el coche inició levemente la marcha.

Al ver lo que pasaba, un agente agarró la ventanilla y acabó rompiéndola para liberar a su compañero. Ambos resultaron heridos.

O el caso de un agente que ha mandado el enésimo recado a los mossos al describir por qué actuó cuando vio a un compañero abandonado en una intervención al que pisoteaban: «No puedo estar cruzado de brazos como hicieron los mozos de Escuadra» independentistas bajo órdenes del delincuente ex mayor del Cuerpo, José Lluís Trapero.

Todo esto sucedía después de encontrarse a ancianos y mujeres con niños en las primeras filas de la resistencia ciudadana a quienes tenían que sacar «cuidadosamente», aunque la sorpresa llegó cuando en el colegio Dolors Monserdà de Barcelona vieron a una mujer pasear con un carrito de bebé, en el que sin embargo no había ningún bebé, que trataba de interponerse entre «la masa» y los policías.

Un término, el de masa, que ha enervado a Marchena cuando el abogado Benet Salellas ha pedido a un testigo que explique si la masa es gente intentando votar. «Llevamos 20 sesiones hablando de la masa, usted no está pidiendo una descripción, sino un debate».

Esa «marabunta» (sinónimo de masa que dan algunos) hizo, según el coordinador del dispositivo de orden público en Girona, que sus efectivos estuvieran «bloqueados» y «totalmente confinados» en el Colegio Verd, por lo que dio la orden de utilizar las defensas al comprobar que estaban «sufriendo una agresión tremenda».

Tanto él como un compañero se han afanado en justificar el uso de las defensas reglamentarias, que está «perfectamente legitimado», para contrarrestar las reiteradas preguntas de las defensas para demostrar un uso desproporcionado de la fuerza policial.

Se han amparado en que los agentes «no tenían más remedio» al estar arrinconados en el colegio, y han señalado que nunca vieron que se golpease a los votantes en las partes superiores del cuerpo aunque han reconocido que el impacto no siempre se puede dominar y que si fue así, desde luego fue «involuntariamente», si bien su intervención no difirió de las que suelen hacer los antidisturbios.

Pese a que la temática policial ha dominado la jornada del juicio, ésta se ha visto interrumpida una vez más por la política cuando se ha conocido un informe de la Fiscalía en el que se opone a que el tribunal conceda permisos a Jordi Turull, Josep Rull y Jordi Sànchez, candidatos a las generales, para que asistan a actos de campaña ni les permita atender a los medios, dar ruedas de prensa y grabar vídeos electorales en el Supremo durante los recesos.