Discurso «sectario» de la nueva presidente del Parlamento de Cataluña Laura Borràs (JxCAT) de inauguración de la XIII legislatura

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FOTOGRAFÍA. PARLAMENTO DE CATALUÑA (BARCELONA) ESPAÑA, 12.03.2021. La imputada por corrupción por el Tribunal Supremo del Reino de España, Laura Borrás Castanyer (JxCAT), elegida presidente del Parlamento de Cataluña de la XIII Legislatura. Fuente Parlamento de Cataluña, constitución de la XIII legislatura. Lasvocesdelpueblo (Ñ Pueblo)

Nota: Laura Borrás Castanyer está imputada por corrupción por el Tribunal Supremo. Parlamento de Cataluña, Barcelona, viernes 12.03.2021. Muy buenos días. Gracias, a todos. Muy honorables presidentes de la Generalitat de Cataluña, presidente Joaquim Torra Pal y presidente Carles Puigdemont Casamajò, que no son en esta sala, pero nos están sintiendo; presidentes del Parlamento, que también están aquí presentes; honorables miembros del Gobierno, vicepresidente y consejeros; miembros de la Mesa, represaliados, que también están aquí, como el vicepresidente Pep Costa y Lluís Guinó; trabajadores de la casa; ilustres diputados, miembros de la Mesa, mi primer gesto, después de haber contado con su confianza para ser la máxima autoridad de la cámara que representa la soberanía del pueblo de Cataluña, quisiera que fuera un minuto de silencio por todas las víctimas de esta pandemia que estamos sufriendo, en reconocimiento por tantas pérdidas, y también en homenaje a las mujeres y hombres de este país que desde todos los espacios han hecho posible que estemos superando una situación tan grave.

Si quieren acompañarnos… (La sala, de pie, guarda un minuto de silencio.) Gracias. (Aplausos.)

Muchos gracias a toti y todos los araneses que nos están siguiendo, también.

No somos dentro del hemiciclo, es una muestra bastante contundente de la insólita situación en que se produce la sesión de constitución de esta cámara y el inicio de la nueva legislatura, una excepcionalidad que tiene una doble vertiente: el primero, de excepcionalidad sanitaria por la situación de pandemia que vivimos en el país y que, entre otras muchas consecuencias, ha impedido que la sesión de hoy se pueda celebrar en las circunstancias y en el escenario habituales; y el segundo vertiente de excepcionalidad democrática, porque no queremos ni podemos olvidar que la convocatoria de las elecciones que nos han llevado a ser hoy aquí vino propiciada por la arbitraria inhabilitación del muy honorable presidente Quim Torra, que justamente hoy hace un año confinó perimetralmente la Conca d’Òdena e Igualada y mostró su liderazgo en la lucha contra la covid 19.

Permitidme, sin embargo, que comience agradeciendo el inmenso honor que hoy se me otorga. Se me hace confianza y la agradezco de entrada para presidir la cámara que encarna la voluntad soberana del pueblo de Cataluña, un cuarto -quiero recordarlo- que es heredera del primer Parlamento republicano de 1932, que se tuvo que disolver un primero de octubre de 1938 ante el embate del fascismo, como aquel lo era de una larga tradición parlamentaria, la de las Cortes Catalanas, que durante casi quinientos años fueron pioneras del parlamentarismo europeo y que quedaron abolidas nuevamente por el autoritarismo borbónico.

El Parlamento de Cataluña es la máxima expresión de la terca voluntad de ser y de persistir de un pueblo que no se quiere sometido de nadie, que no se quiere sumiso y que no necesita ni acepta tutelas de ningún tipo para decidir libremente cómo debe regir su destino colectivo.

Los intentos de laminarlo, de controlarlo y incluso de abolirlo no son lamentablemente una realidad pretérita. La legislatura que acabamos de finalizar nació de uno de estos intentos: la ilegítima aplicación del artículo 155 de la Constitución española, que supuso el cese de nuestro Gobierno y la disolución de esta cámara.

Quiero recordar, porque no podemos ni queremos olvidar nunca, que nuestro presidente legítimo, el muy honorable Carles Puigdemont, a día de hoy puede circular libremente por todos y cada uno de los países de la Unión Europea, pero no puede poner los pies en esta democracia que se llama «consolidada y modélica» que representa que es España.

Que la muy honorable señora Carmen Forcadell, a quien tengo el placer y el honor de suceder en el cargo, lleva 1.086 días privada de libertad, cumpliendo una pena que ha sido reiteradamente condenada por numerosos organismos internacionales neutrales y que debería hacer enrojecer a cualquier demócrata. Que los honorables consejeros legítimos Dolors Bassa, Raül Romeva, Jordi Turull y Josep Rull defecto llevan 1.118. El honorable consejero Quim Forn y el vicepresidente Oriol Junqueras, 1.227 días, y el señor Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, 1.244. Y que el honorable consejera Clara Ponsatí, el consejero Toni Comín, el honorable consejero, y desde hoy también ilustre diputado -que recuperará pronto su derecho a voto- Lluís Puig, deben permanecer todavía hoy exiliados además de mil kilómetros de su casa para poder hacer valer su causa,

Y permitidme que salude de manera especial la ilustre diputada Meritxell Serret, que ayer mismo pudo volver a su casa, como hoy vuelve a esta casa de todos, después de casi tres año y medio. Ojalá que su sea el primero de todos los reencuentros que han de venir y que no quisiéramos tener que diferir ni un solo día más.

Hago una mención especial a la presidente Carme Forcadell, condenada para permitir el debate en esta casa de la palabra, que es lo que es un parlamento. La tarea que hizo como presidenta del Parlamento merece todo mi respeto y mi admiración. De hecho, mi objetivo es continuar el trabajo allí donde ella la dejó, porque ningún tribunal ni ninguna prisión nos hará renunciar a sus ideas, a nuestras ideas. Que la presidente Forcadell, que tan dignamente dirigió esta cámara, esté hoy cumpliendo pena de prisión por haber permitido que este Parlamento pudiera debatir cuestiones tan esenciales como los anhelos nacionales de nuestro país es una anomalía democrática que no nos cansaremos de denunciar.

«La esencia de la democracia es que la palabra en el Parlamento debe ser libre. En el Parlamento debe poder hablar absolutamente de todo». Estas palabras, que la presidenta Forcadell pronunció ante el tribunal que la acabaría condenando a once años y medio de encarcelamiento por un supuesto delito de sedición, ilustran el espíritu con que los exhorto a encarar esta nueva legislatura, a trabajar para recuperar la dignidad de esta cámara y para concederle la relevancia política que le corresponde como sede de la soberanía del pueblo y protegerla para que sea una institución soberana.

Sin separación de poderes no hay democracia y es nuestro deber mantener la inviolabilidad de este Parlamento, su independencia, no permitiendo injerencias de los otros poderes, ni del ejecutivo ni del judicial. Quede dicho como declaración de intenciones de un parlamento que debemos querer fuerte, independiente y libre, porque sin un parlamento soberano hacia anhelo de libertad de la ciudadanía será respetado. Como lo formulaba el presidente Macià, convertimos-en el instrumento político de su libertad colectiva.
Este es mi propósito y mi compromiso, que esta casa, que es la casa de la soberanía del pueblo de Cataluña, preserve los derechos de todos los diputados, que es la manera de preservar los derechos de sus electores y se oponga a el recorte de libertades de sus miembros y, por extensión, de toda la ciudadanía que todos los que estamos aquí presentes representamos.

Como presidenta, haré que esta soberanía sea respetada y defendida contra cualquier injerencia exterior.

He aceptado someterme a la votación para presidir esta cámara con plena conciencia no sólo de la alta dignidad que implica, sino sobre todo de la enorme responsabilidad que supone presidir y representar una cámara que ha sido, que es y probablemente seguirá siendo un los principales objetivos de la guerra sucia y antidemocrática del Estado español contra Cataluña.

Es de todos sabido que concurrí a las últimas elecciones -y me permitirán esta nota personal- no con el objetivo de presidir el Parlamento, sino de presidir el Gobierno de la Generalitat, pero el pueblo de Cataluña, que es el único a quien se debe cualquier cargo público, al igual que ha concedido por primera vez una mayoría en votos y en escaños netamente independentista en esta cámara, también ha concedido la prelación a otro grupo. Entrar a formar de nuevo parte del Gobierno de mi país, como ya hice, habría sido un honor inmenso, no hace falta decirlo, pero quizás incluso, personalmente, una opción más confortable, pero no abandoné mi vida académica y la dedicación a las letras y decidí dar el paso de presentarme a unas elecciones en este Parlamento buscando el confort. Fue el contexto excepcional del

Ha sido esta convicción la que ha guiado todos y cada uno de los pasos que he hecho desde entonces, y si hoy tengo el honor de poderme dirigir a esta cámara es nuevamente porque durante las últimas semanas he procurado hacer una lectura honesta y rigurosa de los resultados de los comicios y he llegado a la conclusión de que, ahora más que nunca, esta cámara tiene que tener un papel clave en el desarrollo del futuro político de nuestro país. Y tanto la mayoría de la Mesa, como especialmente su presidencia, estamos llamados a hacer nuestro un compromiso insobornable con el mensaje que el pueblo de Cataluña nos ha dirigido.

La legislatura que hoy empezamos debe marcar un punto de inflexión en el avance hacia la independencia de Cataluña, porque así lo han querido y decidido más de la mitad de los ciudadanos.

Sin embargo, sabemos perfectamente que lo que España no consigue ganar en las urnas, intenta ganar a los tribunales. La judicialización de la política, que España ha convertido en su única respuesta desde hace diez años, es la demostración más grande de impotencia política.

Si no hay diálogo, no puede haber política. Y España, no sólo ha renunciado a dialogar, está dispuesto a decidir sobre qué y sobre qué no pueden dialogar los demás; especialmente, está dispuesto a decidir sobre qué y sobre qué no se puede dialogar en esta cámara, quien lo puede hacer y quién no, de qué manera se puede hacer y de qué manera no se puede hacer. Y quiero dejar bien claro, desde este primer momento, que mientras sea presidente de esta cámara, esto no sucederá. Los diputados del Parlamento de Cataluña no tendrán más limitaciones que aquellas que imponen los principios democráticos.

Lo que no tiene cabida en una democracia ni en un parlamento son la xenofobia y el racismo, el machismo y cualquier tipo de opresión nacional o personal. Desafortunadamente, ninguna sociedad occidental está vacunada contra estas lacras, pero Cataluña ha sido siempre un ejemplo de libertad y esta Mesa velará para que así siga siendo. Como presidenta, seré tolerante con la diversidad y con la discrepancia, pero seré también implacable contra el machismo y la xenofobia. Las mujeres -y espero que todos los diputados de este Parlamento- seremos un muro contra el machismo; un muro en defensa de la democracia.

Y quisiera remarcar que, por primera vez, la presidenta y las dos vicepresidencias son mujeres, en este Parlamento. Sesenta y cinco de los 135 electos son diputadas. Un porcentaje que crece en más de cuatro puntos respecto de la legislatura anterior. Y continuaremos, desde el Parlamento, desarrollando el Plan de Igualdad a través de un plan de acción que consiga erradicar las discriminaciones de género y alcanzar la igualdad efectiva, combatiendo también el fascismo político que quiere recortar los derechos de las mujeres.

Nunca ha habido tantas mujeres en el hemiciclo. Un reflejo tardío de lo que está pasando socialmente y de lo que todavía tiene que pasar más. Que nunca haya habido tantas, de mujeres, es el reflejo de que durante demasiado tiempo ha habido demasiado pocas. Esta legislatura debe ser, igualmente, la de la reanudación; la de la reanudación de nuestra vida cívica, la de nuestra vida cultural, la vida comercial, la vida profesional en plenitud después de la pandemia del Covidien-19. Y para alcanzar esta plenitud y paliar los efectos devastadores que esta crisis sanitaria ha tenido en todos los ámbitos será crucial no sólo la orientación y la voluntad política del Gobierno, sino también el impulso legislativo de esta cámara.

La garantía del progreso económico y social de una sociedad es directamente proporcional a su capacidad legislativa, porque las leyes que tendremos encomendadas de hacer, todos nosotros, compañeros diputados, son las herramientas con las que garantizamos, protegemos y, sobre todo, anticipamos el nuestro futuro.

Estamos en el 2021, pero no tenemos un parlamento del siglo XXI, que sirva para estar actualizado y para proteger y mejorar y actualizar todos los derechos políticos. Trabajaré para que sea un parlamento líder. Tan útil, digital y avanzado como sea posible. Hoy, precisamente, hace treinta y dos años que Tim Berners-Lee redactó un primer borrador que definió conceptos tan importantes como el de «la web» o el concepto de «hipertexto». Una propuesta que, sin lugar a dudas, ha terminado marcando las bases en la red global de conocimiento colectivo. En este sentido, aprovecho esta ocasión para que tenemos que hacer, desde el Parlamento también, una apuesta decidida por la modernización de esta institución y de todos sus procedimientos.

En el tramo final de la legislatura anterior, la pandemia nos ha demostrado lo absurdo de las limitaciones tecnológicas que pervirtieron su arranque. Porque se da la paradoja que hoy constatamos que los debates y las gestiones telemáticas no sólo han sido y son posibles, sino que actualmente son imprescindibles.

No tengo ninguna duda de que todos y cada uno de nosotros a trabajar, desde hoy mismo, para hacer posible la recuperación económica y social del país. Que lo haremos desde la conciencia de que todas las crisis, también esta, golpean con una dureza especial los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Y precisamente por eso, el impulso legislativo de esta cámara debe tener como principal preocupación la protección de quienes no tienen sino las instituciones públicas para protegerlos.

Trabajaré, trabajaremos para que este Parlamento sea ejemplar y transparente, austero e íntegro. Si todas las instituciones públicas al servicio de la ciudadanía deben ser ejemplares, el Parlamento debe ser aún más. Porque no es fiscalizado por nadie, dado que su independencia es sagrada. Por ello, su ejemplaridad y la transparencia de todos y cada uno de los procesos debe ser máxima. Y en tiempos de crisis, en tiempos de dificultades económicas severas, la austeridad debe ser un mandato y la integridad una razón de ser. Este, pues, es el espíritu con el que los invito a trabajar ya legislar para dar respuesta a las necesidades de la ciudadanía, a las aspiraciones democráticas representadas por la mayoría de los diputados del Parlamento, constituido a raíz de lo que el pueblo de Cataluña ha expresado en las urnas.

El Parlamento de Cataluña es la representación de todos los catalanes y su labor debe ser hecha para todos los catalanes. Mi compromiso -y estoy segura que lo uso extensivo al resto de miembros de la Mesa- es el de trasladar y trabajar incansablemente para que la voz de la ciudadanía esté presente en cada una de nuestras actuaciones. Y en este sentido, los invito, naturalmente, a hacer política en la sala de plenos, pero les pido que no conviertan esta institución en una casa cerrada en sí misma, sino que la abrimos, que potenciamos su función de espacio para el debate social, para el debate intelectual, para el debate cultural. Haré uso de las prerrogativas que sólo sé que, al menos, haya llevado a cabo un presidente de esta casa, Ernest Benach, invitando personalidades del mundo científico o cultural a dirigir, a dirigir palabras a los diputados. En aquella ocasión fue el maestro Joan Solà y tuve -fue mi profesor- el gran privilegio de acompañarlo.

En aquella ocasión, el profesor Solà exhortó a los diputados diciéndoles: «Afortunadamente, nuestro país tiene una voluntad inequívoca de salir adelante. De hacerlo, a pesar de todo. Tiene un potencial humano, técnico y científico de primera categoría para conseguirlo. Aprovechamos, señores diputados, ustedes y todos los demás responsables de la sociedad, este enorme potencial. Levantamos nuestro país. Defendemos inequívocamente su múltiple personalidad. » Son palabras de Joan Solà. Y hablando de su especialidad, hablando de la lengua. La lengua de los Países Catalanes, añadió: «Su defensa es una tarea de todos los catalanohablantes, pero ustedes, como parlamentarios elegidos por el pueblo y como legisladores, tienen una responsabilidad mayor.» Tengámoslo presente también en la responsabilidad que tenemos hacia la columna vertebral del país: la lengua propia; el catalán en el Principado -y también la lengua de signos catalana-, así como el aranés en Arán.

Decía antes que la composición de esta cámara es el reflejo de la opinión expresada por los ciudadanos en las urnas. Y decía y sostengo que en esta casa la palabra debe ser libre. Pero los representantes de las fuerzas democráticas debemos conjurar, también, para no dar eco a las ideas totalitarias que se afanan por extenderse peligrosamente en nuestra sociedad. El fascismo es incompatible con la democracia, no podemos normalizar en nuestro escenario político; cuento con todos ustedes para hacerlo. Tenemos, sin embargo, el reto también, un reto colectivo, de prestar atención a las causas de su crecimiento.

Los ciudadanos han escogido con la fuerza inapelable de su voto un parlamento que debe mantenerse firme en la defensa de los valores democráticos y que debe tener el coraje para hacer frente a la represión. Este es el encargo de las urnas y no lo podemos rehuir. Como presidenta, pienso defender el cumplimiento del mandato electoral del 14 de febrero. En democracia, es siempre la ley la que debe adaptarse a la voluntad popular y no al revés. Estamos en una cámara legislativa y hemos de poder -y podremos- legislar sobre todo lo que esta mayoría de esta cámara decida, porque el único límite que tiene este Parlamento es la aspiración de los ciudadanos de Cataluña que nosotros representamos, y llegaremos hasta donde ellos, democráticamente, nos lleven. Hacemos nuestras las palabras que Simone de Beauvoir dejó escritas: «Que nada nos limite,

Diputados y diputadas, los invito a no poner límites a la democracia ya hacer posible que la libertad de Cataluña llegue allí donde sus ciudadanos quieran decidir. Los electores han depositado en nosotros su confianza; una confianza para contribuir a convertir Cataluña en un país más libre, más próspero y más justo. Que no sea decepcionada su esperanza, que no sea escarnecida su confianza.

Queda constituida la decimotercera legislatura.

Viva la Cataluña democrática, justa y libre que desde hoy representamos. Y los invito a ponerse en pie y cantar nuestro himno nacional.

Muchas gracias.

(Aplausos. La sala de pie, canta Los segadores.)

Se levanta la sesión.