Estuvieron en la Zona Cero: Vidas marcadas por el 11S

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FOTOGRAFÍA. NUEVA YORK (EEUU), 11.09.2000. Hace 20 años, se produjo un punto de inflexión en miles de vidas cuando dos aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas. De entre sus escombros se ha levantado una sociedad que, sin olvidar el pasado pero mirando hacia adelante, ha luchado por construir un mundo mejor. Estas son algunas de sus historias. Efe

Efe.- Nueva York (Estados Unidos), miércoles 8 de septiembre de 2021. Hace 20 años, se produjo un punto de inflexión en miles de vidas cuando dos aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas.

VÍDEO.

De entre sus escombros se ha levantado una sociedad que, sin olvidar el pasado pero mirando hacia adelante, ha luchado por construir un mundo mejor. Estas son algunas de sus historias.

JOHN FEAL: «AQUEL OLOR ME PERSEGUIRÁ EL RESTO DE MI VIDA»

Doce horas después del derrumbe, John Feal se apresuró a la primera línea de la Zona Cero y dio lo mejor de sí como supervisor de demolición durante cinco días y medio hasta que sufrió un aparatoso accidente cuando una viga de metal de casi 4 toneladas le cayó en un pie, tras lo que pasó once semanas hospitalizado.

FOTOGRAFÍA. NUEVA YORK (EEUU), 11.09.2000. Hace 20 años, se produjo un punto de inflexión en miles de vidas cuando dos aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas. De entre sus escombros se ha levantado una sociedad que, sin olvidar el pasado pero mirando hacia adelante, ha luchado por construir un mundo mejor. Estas son algunas de sus historias. Efe

«Los trabajadores no uniformados, miembros de sindicatos, comerciantes, electricistas y fontaneros comunes superamos en número a los policías y bomberos, cinco a uno.

Hoy seguirían limpiando la Zona Cero si no fuera por esos hombres y mujeres que llegaron, ciudadanos de a pie, y pusieron su salud a un lado», reivindica.

Feal habla con Efe desde su despacho en la FealGood Foundation (un juego de palabras entre su apellido y la expresión ‘sentirse bien’), con la que ha apoyado a otros trabajadores de emergencia en el 11S que afrontan problemas de salud y ha contribuido a que se aprueben 13 medidas legislativas en su favor.

«Nunca olvidaré el olor, el olor me perseguirá el resto de mi vida y por eso probablemente no duermo mucho, pero elijo recordar lo bueno, la empatía, la humanidad», apunta.

«Dejamos a un lado los títulos, ideologías, afiliaciones políticas, agendas, color de piel, religiones, y nos convertimos de nuevo en seres humanos».

De cara al vigésimo aniversario, lamenta que el mundo ha perdido la habilidad para «conectar» con los demás y pide recuperar aquel espíritu: «Que solo recordemos a quienes perdimos, esa deuda terrible por la violencia sin sentido. Y que recordemos a quienes seguimos perdiendo por sus acciones heroicas».

LUZ GARATE: «CAMBIÓ COMPLETAMENTE MI VIDA»

Trabajaba como limpiadora en las oficinas del número 5 del World Trade Center, pero la mañana del 11 de septiembre, día electoral, Luz Garate estaba ayudando como voluntaria para su sindicato unos bloques más al norte, en el barrio de Tribeca, donde pronto empezaron a llegar personas cubiertas de ceniza entre sirenas de ambulancia.

«En ese entonces yo me sentía inútil, no podía hacer nada (…) y pensaba en las personas que estaban adentro, compañeros, los que trabajaban en el día, ‘tenants’ (inquilinos) que conocías y son cercanos a uno… Yo trabajé 13 años en esos edificios», dice sobre aquel día del que asegura no haber hablado en mucho tiempo.

Su sindicato, SEIU32BJ, convirtió sus instalaciones en un «centro de crisis» durante semanas para localizar y ayudar a sus miembros.

Fallecieron 24, y miles perdieron sus empleos. Garate asegura que vivir el 11S cambió su vida «completamente», sobre todo «a nivel de ayuda al prójimo, no solo con los compañeros, sino de buscar un cambio y justicia social, tanto en lo económico como la racial», por lo que en ese sentido agradece la «oportunidad» que le dio el sindicato para unirse a sus filas.

Hoy líder de distrito en Nueva Jersey, la sindicalista hace balance y sostiene que las familias «han sufrido mucho» y se «debería conocer la historia», pero critica que se hayan perdido tantas vidas «por una guerra que no nos ha llevado ni nos va a llevar a nada».

LILA NORDSTROM, UNA ENTRE 300.000 QUE ENFERMARON POR LA TOXICIDAD DEL AIRE

El 11 de septiembre de 2001, Lila Nordstrom era una estudiante en su tercer día de clases en el Instituto de Stuyvesant, en el bajo Manhattan.

Notó el suelo temblar, escuchó una enorme explosión y desde la ventana observó una «bola de fuego» en lo alto del World Trade Center.

«Acabé en la estampida de gente que iba hacia el norte», relata Nordstrom, quien volvería al aula pocas semanas después por una «decisión política», critica, que marcó su salud y la de toda una comunidad que acabó desarrollando problemas a consecuencia de la toxicidad del aire cerca de la Zona Cero.

Nordstrom se volcó en el activismo y creó la organización StuyHealth junto a un compañero diagnosticado con linfoma -tuvo varios- para reivindicar el derecho de los niños, particularmente los escolarizados en el área, a ser incluidos en las compensaciones para gastos médicos como las que recibían los equipos de emergencias.

Su lucha, que la llevó hasta el Congreso de EE.UU., está recogida en unas memorias que ha publicado recientemente, «Some Kids Left Behind: A survivor’s fight for health care in the wake of 9/11», con las que quiere dejar constancia de la experiencia de «gente normal» como ella.

«No tenemos acceso a la narrativa del heroísmo, como los primeros intervinientes. Solo somos víctimas de una mala política», explicó, calculando que «hay entre 300.000 y 400.000 personas que encajan con el criterio federal» para pedir ayudas por haber desarrollado enfermedades relacionadas con el 11S.

Dos décadas después, no le preocupa tanto que las nuevas generaciones recuerden la historia de los ataques como que aprendan «que pueden y deberían defender sus intereses cuando se conviertan en víctimas de una gran crisis», concluye.

DECLARACIONES DE JOHN FEAL, LUZ GARATE Y LILA NORDSTROM, TESTIGOS DEL 11S

John Feal:

Los policías y bomberos son héroes independientemente del 11S en todo el mundo. Pero después de que las torres cayeron en el 11S, los trabajadores no uniformados, miembros de sindicatos, comerciantes, electricistas y fontaneros comunes superamos en número a los policías y bomberos, cinco a uno. Hoy seguirían limpiando la Zona Cero si no fuera por esos hombres y mujeres que llegaron, ciudadanos de a pie, y pusieron su salud a un lado. Casualmente yo era uno de ellos

«Nunca olvidaré el olor, el olor me perseguirá el resto de mi vida y por eso probablemente no duermo mucho, pero elijo recordar lo bueno, la empatía, la humanidad. Recuerdo el 12 de septiembre como un día en que Dejamos a un lado los títulos, ideologías, afiliaciones políticas, agendas, color de piel, religiones, y nos convertimos de nuevo en seres humanos».

Aunque sea por un breve momento en la Historia, rezo para que en esta conmemoración de los 20 años pongamos a un lado nuestras diferencias e ideologías. Que solo recordemos a quienes perdimos, esa deuda terrible por la violencia sin sentido. Y recordemos a quienes seguimos perdiendo por sus acciones heroicas.

Lila Nordstrom:

Era una estudiante en el Instituto Stuyvesant el 11S, una escuela con estudiantes de toda la ciudad de Nueva York en el bajo Manhattan, y era nuestro tercer día de clase. Estaba en el aula en una clase de mañana con vistas al World Trade Center y tuve una vista muy directa de lo que pasó. Estabamos a mitad de clase, escuchamos esta enorme explosión y el suelo tembló y nos giramos y había una enorme bola de fuego arriba del World Trade Center.

Hay unos 100.000 primeros intervinientes (afectados) y tenemos una buena idea de quiénes son porque su salud ha sido monitoreada bastante efectivamente todo este tiempo. En la comunidad, como no se monitoreó a nadie tras los ataques, el número de personas afectadas es una incógnita pero se estima que entre 300.000 y 400.000 personas encajan con el criterio federal (para las ayudas)

Es imposible sacar esa historia, no hay interés en contarlo y las comunidades afrontan cargas realmente grandes cuando no pueden encajarse en una especie de contexto de guerra, no pueden llamarse héroes. No somos héroes, somos gente normal que seguimos con nuestra vida en la ciudad. No tenemos acceso a una narrativa de heroísmo, como los primeros intervinientes. Solo somos víctimas de una mala política.