La monja separatista Teresa Forcades: de su hábito blanco y negro de monja al trapo separatista

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La monja Teresa Forcades conduce el viejo coche de su padre camino de una asamblea de Procés Constituent
Lasvocesdelpueblo y EFE – La monja separatista catalana, Teresa Forcades Vila, del convento a la calle -plazas públicas y de su famoso hábito blanco y negro de monja al trapo separatista excluyente catalán para construir la República Catalana. Forcades tiene un nuevo reto: escoger la ropa del día. La líder de del partido regional ‘Proceso Constituyente’ aspira a liderar una gran confluencia izquierdista catalana para las próximas elecciones autonómicas catalanas del 27-S, pero a primera hora de la mañana, en el piso de su madre en una pequeña callejuela del barrio de Gràcia (Barcelona) llena de balcones con trapos separatistas catalanes -‘Estrelladas’-, su primera decisión es qué ponerse para salir de casa.

<Fotografía: Barcelona 06/07/2015. La monja Teresa Forcades conduce el viejo coche de su padre camino de una asamblea de Proceso Constituyente, el pasado sábado. Forcades aspira a liderar una gran confluencia de izquierdas para el 27S, pero a primera hora de la mañana, en el piso de su madre en una pequeña callejuela del barrio de Gràcia (Barcelona) llena de balcones con ‘estelades’, su primera decisión es qué ponerse. Antes era fácil, pero después de su exclaustración temporal para dedicarse a la política, su famoso hábito blanco y negro de monja benedictina ha dejado paso a una camisa fina de flores estampadas rosas y lilas. «Me la ha dejado mi madre», confiesa con una sonrisa. Foto /EFE/Alberto Estévez>. 

Antes era fácil, pero después de su exclaustración temporal para dedicarse a la política, su famoso hábito blanco y negro de monja benedictina ha dejado paso a una camisa fina de flores estampadas rosas y lilas. «Me la ha dejado mi madre», confiesa con una sonrisa.

La famosa monja, adalid de la izquierda separatista catalana, feminista y anticapitalista, aprovecha para limpiar los platos mientras los periodistas de Efe montan el «set» de grabación en la mesa del comedor, donde hay un libro de fotografías de Gaza y varios sobres de la entidad de banca ética ‘Triodos Bank’. Al contestar las preguntas siempre responde con el mismo tono didáctico y seguro, ya sea explicando su primera comunión -en la que el cura descubrió que no se sabía el Padre Nuestro- o la cantidad de aluminio que -afirma- hay en la vacuna contra la difteria.

La líder de Proceso Constituyente tiene prisa por ir a la asamblea de su organización en Barcelona y coge un viejo coche Mini de color amarillo, con la puerta derecha medio abollada y un arranque difícil: «Es de mi padre» -explica- «pero lo cojo porque luego tengo que ir a Tarragona. Si no el coche sale muy caro: prefiero el transporte público». De camino a la asamblea explica sus inicios religiosos: su familia no era creyente, pero a los quince años fue de ‘receso’ con la escuela, se sentó bajo un árbol a curiosear los evangelios y vio que entre aquellas páginas allí había algo más.

Luego estudió medicina en Barcelona y en Estados Unidos. Para preparar su examen final de medicina interna fue a buscar silencio en el monasterio de clausura de Sant Benet de Bages (Barcelona). Entre los muros de esta abadía benedictina tuvo una revelación y decidió hacerse monja: «Fue una locura, es como enamorarse, no es una decisión racional», exclama.

«He buscado la iglesias en el barrio donde rezar por la mañana, pero todas están cerradas, ellos también hacen vacaciones»

Pero volvemos a 2015. Forcades entra en la sala Ivanow, una antigua planta industrial en el barrio barcelonés de La Sagrera, donde celebran sus asambleas grupos de izquierda como Procéso Constituyente. La monja exclaustrada se sienta en una mesa cubierta por una gran bandera griega y empieza a explicar al centenar de militantes que llenan la sala el estado de las conversaciones entre su formación, ICV, EUiA y Podemos para crear una plataforma con el nombre ‘Cataluña en Común’.

Después de su intervención algunos miembros de Proceso Constituyente se levantan para dar su opinión y discuten temas como la posición del partido respecto al proceso separatista o los ataques que Forcades recibe de algunos sectores: «La atacan de manera feroz y personal simplemente porque es monja», se queja un militante. Al acabar la asamblea, Forcades almuerza con varios miembros de su organización: «Es uno de mis momentos de paz», dice con un suspiro.

De dedicar cinco horas del día a rezar y tener unos horarios monacales rígidos, Forcades ha pasado a no tener una rutina: «He buscado la iglesias en el barrio donde rezar por la mañana, pero todas están cerradas, ellos también hacen vacaciones», dice mientras sonríe. Por la tarde, la monja separatista tiene otra asamblea de cuatro horas y en las pausas aprovecha para atender a varios medios de comunicación.

Reconoce que el «choque» de meterse a monja fue mucho más fuerte que meterse en política: «Ahora creo que podré dormir más», confiesa. Y entra con paso firme en la sala, donde la siguiente asamblea ya le está esperando.