Mientras dure la guerra

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FOTOGRAFÍA. TARRAGONA (ESPAÑA), 26.10.2019. Vista del un cartel de la película «Mientras dure la guerra» de Alejandro Amenábar. Facilitada por el autor de éste artículo de opinión. La película se estrenó el pasado 27 de septiembre de 2019 en cines. Imagen facilitada por Jordi Ferré Rey. Lasvocesdelpueblo (Ñ Pueblo)

Redacción.- Tarragona (España), sábado 26 de octubre de 2019. Decía el escritor alemán Thomas Mann: «La guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz». Estoy de acuerdo, como también guardo en mi memoria, al primer profesor de historia que me habló del enfrentamiento entre españoles: «La guerra civil es una aberración porque siembra el odio y la muerte entre hermanos». Creo que Amenábar apela a la reconciliación con su emotivo e intimista film, con una perspectiva histórica y desde el convulso presente donde parece que vuelven a abrirse las heridas.

Y lo hace narrando los últimos meses del intelectual, dramaturgo y catedrático Don Miguel de Unamuno, un patriota vasco y español, al que tocó sufrir unos momentos terribles en una España a la deriva. Sin duda un buen pretexto para reflexionar sobre ese latente dilema de las dos Españas enfrentadas.

Confieso que entré al cine con ciertos prejuicios, acostumbrado al frecuente maniqueísmo que ha surgido a través de innumerables cintas en los últimos años sobre tan lamentable época. Afortunadamente trata con respeto a ambos bandos, sin caer en el error de soltar su opinión personal, claramente evidente, pero de la que intenta huir. Película de gran puesta en escena, de factura técnica impecable, emocionante en muchos momentos gracias a unos actores que transmiten la complejidad del crítico momento, excepto el personaje de Millán Astray, bastante histriónico y rozando la caricatura en mi opinión.

Film pleno de sensibilidad, típico del cineasta, donde prefiere sugerir a mostrar, la mayoría de los actos violentos son narrados en off, fuera de cámara. El otro personaje que domina el relato junto a Unamuno (excelente Karra Elejalde), es Franco (Santi Prego en un contenido rol), calificado por sus generales como «Un lobo con piel de cordero»), ambos forman la columna vertebral de este drama con ribetes de tragedia.

Más allá de la célebre secuencia donde comparece el rector en el paraninfo de la universidad («Venceréis pero no convenceréis»), me gustan otros momentos mucho más humanos que reflejan la angustia de un hombre de ideas que debe enfrentarse al poder de la fuerza, el intento de ser justo con todos, incluyendo su propia familia, de salvar el incierto futuro de sus amigos más íntimos perseguidos y con los que más discrepa, pero siempre desde el respeto (le pido perdón, por llamarle «meapilas», confiesa amargamente).

Cinta muy recomendable, pese a que se toma ciertas licencias, cosa lógica si hablamos de cine. La música compuesta por el propio cineasta me parece discreta, en cambio sabe elegir para momentos estelares el «Ave María» de Bach/Gounod, una delicia. Película oportuna porque no es tiempo de reescribir la historia, como algunos pretenden, es tiempo de asumirla y aprender de los errores.

Antonio Morales, cinéfilo y melómano.