Milo Manara: «Me sorprende que se hable de política dejando de lado el erotismo e incluso al sexo»

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Milo Manara Me sorprende que se hable de política dejando de lado el erotismo - copia

Al dibujante italiano Milo Manara parece gustarle mucho el Cinquecento, una época llena de intrigas pero también de erotismo, dos prismas con los que ya se acercó a «Los Borgia» junto al escritor Alejandro Jodorowski y que ahora retoma en «Caravaggio: el pincel y la espada» (Norma). Manara, que ha pasado de forma fugaz por el Salón del Cómic de Barcelona, se ha documentado mucho para «construir» este Caravaggio con las menores licencias narrativas posibles, reto al que ha dedicado cuatro años y en el que ha intentado ser fiel además a la luz (sus famosos claroscuros), el cromatismo y a la forma de trabajar de aquel violento e intenso pintor. «Me sorprende que se hable de política dejando de lado el erotismo e incluso al sexo«, manifiesta Manara.

El veterano artista (Luson, Italia, 1945) mantiene en este díptico, del que ahora llega el primer tomo, la sensualidad para retratar a las mujeres, algo que le une al propio Caravaggio, y su reflejo del poder y la política, sobre los que habla en una entrevista con EFE.

-Pregunta: ¿Cómo ha cambiado el erotismo desde que comenzó a publicar a finales de los años sesenta?

-Respuesta: «Sin lugar a dudas la situación ha cambiado. En los 60 se trataba de una revolución sexual, de un cambio muy profundo de la mentalidad anterior, más cerrada y represora. Hoy en día el erotismo es más libre pero también más explotado comercialmente. Se ha convertido en una fuente de ganancias, perdiendo su sentido lúdico, el placer puro, pasando, de hecho, de una prisión anterior a otra prisión actual.

-P: ¿Está en horas bajas?

-R: No hablaría de decadencia. Lo que está cambiando es su naturaleza. Sin embargo, se trata de algo que no decaerá nunca. Por lo menos eso creo.

-P: ¿Qué le parece el jaleo montado con «50 sombras de Grey»?

-R: Se trata de un fenómeno, pero, me temo que se trata básicamente de un fenómeno comercial.

-P: ¿Los años han modificado su visión del erotismo? ¿Qué le sigue resultando erótico y qué se lo ha dejado de parecer?

-R: Con el paso del tiempo, inevitablemente, ha cambiado. Pero es un cambio de visión y no una extinción. Cada fruto tiene su propia estación. Sin duda, ahora mi visión es más mental, más contemplativa y menos física, pero no ha dejado de ser apasionante.

Me sigue interesando la trasgresión del sentido más común del pudor, a pesar de que reconozco que el actual sentido del pudor ya no tiene ni demasiado sentido ni demasiado pudor. Pero no debemos olvidar que existen muchos lugares del mundo en los cuales todavía resulta revolucionaria la liberación sexual.

-P: ¿No se cansa del erotismo como tema? ¿No desgasta su libido?

-R: La libido que yo tenía cuando era joven, desde luego, se ha debilitado, pero no se ha debido a mi cansancio por la temática, sino más bien por el paso del tiempo. La temática sigue siendo una de las más interesantes.

-P: Combinado en sus cómics el contenido erótico y el político, ¿Cómo lograr ese equilibrio?

-R: De hecho, la temática política siempre ha estado mezclada con la erótica, no tan sólo en mis cómics sino también en la vida real. Lo que me sorprende es el hecho de que se hable de política dejando de lado al erotismo e incluso al sexo.

-P: ¿Por qué los países del sur se han mostrado tan frágiles ante la crisis económica y social en Europa? ¿Han heredado las actuales sociedades del sur, la corrupción y la intriga de los Borgia?

-R: Me temo que en Italia hemos conseguido superar la corrupción de los Borgia: eran simples aficionados comparados con nosotros. A pesar de todo, creo que, en la base de nuestra fragilidad, existan motivos de índole cultural.

Pienso que nosotros, los mediterráneos, somos, en el fondo, un poco individualistas y anárquicos, acostumbrados a ocuparnos cada uno tan solo de lo suyo, sin un sentimiento de pertenecer a un estado. Al contrario, para nosotros el estado es un opresor del que nos debemos liberar, una liberación siempre de tipo individual.

Italia siempre ha sido un país dividido en pequeños estados, en ciudades-estado. Hoy en día, en el fondo, sigue siendo así. Pero creo que, precisamente esa fragilidad, podría salvarnos, si consiguiéramos liberarnos de la dictadura del mercado globalizador, que, de hecho, ya está especulando con los pueblos, reduciéndolos a la más absoluta miseria.

-P: El camino que han tomado medios como la televisión e internet ¿cómo ha cambiado la visión que se tiene sobre la política, el erotismo o la sexualidad?

-R: La política en la televisión demuestra la existencia de la dictadura de las finanzas. Las elecciones siempre las gana aquel que sabe utilizar mejor la televisión, aquel que consigue fascinar a los electores. Ya no importan los programas políticos ni tan siquiera mantener las promesas electorales. Programas y promesas que siempre resultan irrealizables.

El político que gana unas elecciones no decide en realidad nada, porque de hecho no gobierna. Quien decide y gobierna no es el vencedor de las elecciones. Ni tan siquiera ha necesitado presentarse. Su poder es infinitamente más sólido e invencible: una masa enorme de dinero. Un poder que decide la vida y la muerte.

La televisión, en realidad, tan sólo es un espectáculo, incluyendo en este espectáculo al erotismo. Puro espectáculo. O quizás deberíamos decir impuro espectáculo, pero espectáculo a fin de cuentas, con un único objetivo: la recaudación publicitaria.

Quizás con internet la situación esté cambiando, porque puede estar gestionado desde abajo. Algo del mismo sistema de internet puede escapar del control, tanto político como erótico. Puede ser que no hayamos perdido toda posibilidad de cambio.

Sergio Andreu <fuentes efe><foto / efe>