Nadie desprecia más a España que los españoles

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FOTOGRAFÍA. CALLE PRECIADOS DE MADRID (MADRID) ESPAÑA, AÑO 2019. Aspecto de la calle Preciados del centro de Madrid. Efe

En el extranjero, una española tiene que cubrirse el cabello para entrar en una mezquita, en España puedes llevar burka, al tiempo que los políticos nos instan a tatuarnos «mujer liberada». Se imponen todas las culturas excepto la española, se defienden todas las lenguas excepto la española. Sacamos la bandera rojigualda cuando veinte hombres patean una pelota, pero si la ocasión es otra, uno es tildado de franquista. Nadie desprecia más a España que los españoles.

Como inmigrante legal, tras un año de estancia en España tienes derecho a recibir ayuda económica para el alquiler, el comedor de los hijos y libros escolares. Si eres español, trabajas 60 horas semanales o no tienes hijos. Los políticos denuncian la falta de natalidad. ¿Cómo puede un español mantener a su prole cuando el salario mínimo es de 900 € y el alquiler de un apartamento de 40 m2 500 €? Cuentes o no con descendencia, optar a una vivienda de protección oficial siendo español y payo es casi imposible. O trabajas 60 horas semanales, o vives con tu madre.

La salida al grave problema de falta de natalidad española no se encuentra en obligar a parir hijos a quien no quiere, esa política siempre ha tenido resultados catastróficos: pueden obligarte a cohabitar con otro, pero no a amarlo o educarlo. La solución al problema está en ayudar a los españoles que tengan la determinación de pasar veinte años formando a una persona. De lo contrario, nos extinguimos.

Los españoles trabajamos para mantener a todo aquel al que le apetece cruzar la frontera y al que tiene la picaresca de vivir del Estado. Somos la única nación a la que importa más el extranjero que el nacional, que lleva 400 años en suelo patrio siendo sangrado con impuestos. Somos la única nación que siempre tiene los ojos girados hacia el terrorista, el delincuente, el okupa y el ilegal, mientras da la espalda a la persona honrada.

¿Qué tiene que ocurrir para que se produzca un giro radical, cuándo despertaremos del buenismo, del borreguismo, dejaremos de tener miedo de la inquisición progre y empezaremos a defendernos con uñas y dientes, con orgullosa mano dura, sin paños calientes, de los ataques extranjeros, de todo aquello que obstaculice la unión, fortaleza y crecimiento de la patria?

Éste es mi pensamiento y corazón hechos tinta. Los progres censurarán mis palabras y me condenarán al infierno en el que no creen, porque no se puede consentir que alguien se aleje de la dictadura moderna.

España, 02 de julio de 2020

Amaya Guerra