Redacción.- Barcelona (España), martes 31 de enero de 2023. Han nacido, están ahí, se les ve y hablan mucho, imponen su especie. Son seres a quienes preocupa muy especialmente la vida en y del planeta tierra, toda vida menos la vida humana. Seccionan el significado ontológico de la vida humana. Desprecian que todo embrión humano es un ser previsto y contante en éste planeta y en el Universo, que es un don de la naturaleza; esa naturaleza que fue establecida así por el creador. Ellos, esa nueva especie, retuercen la naturaleza; pretenden (desde su fantasía) establecer otra naturaleza que jamás será humana. Para ellos existen animales con derechos, vegetación para uso de herbívoros, animales que se devoran unos a otros pero, nunca para alimento ni uso de los humanos, estos son una mera casualidad que por azar están ahí sin sentido ni contenido existencial ni siquiera son naturaleza.
Puede que ellos, esa especie, sean eso y así. Yo, nosotros, los que defendemos la vida humana como lo más digno y valioso del planeta, con sustrato divino y sentido de trascendencia, no somos una casualidad, un fenómeno del azar. ¡No! Los humanos somos seres, previstos en el universo, fruto de una familia con madre y padre que nos dieron vida y amor y educación y muchas cosas más. Nosotros conocemos, admiramos y cuidamos la naturaleza porque, además, vivimos en ella y de ella, es parte nuestra como nosotros somos parte de ella en creativa simbiosis para perdurar en los planes del eterno creador. Pero eso somos nosotros, ellos no. Ellos tienen cultura de vida para los animales y cultura de muerte para los humanos. Son urbanitas para quienes el mundo rural es malvado porque «ni cuida ni entiende la naturaleza». Ellos montan chiringuitos para dotar derechos a ciertos animales y los perros podrían sindicarse. Ellos promocionan la adopción de animales contra la adopción de niños y constituyen familias compuestas de sujetos+animales, todos iguales. Montan cursos y doctorados en cuidado y cariño animal, dotarlos de toda índole de derechos y leyes que los ensalzan por encima de todo ser humano. Todo ello hecho con esas cabezas de las que lo único que sale es el cuero cabelludo.
Especie del oscurantismo, muy superior al de las edades más tenebrosas, oscurantismo instalado firmemente en muchas mentes zurdas que favorecen y promocionan: matar ocultando qué, quién y por qué matan; la información es rechazada por sus mentes porque aporta libertad y todo a ciegas es mejor; «ojos que no ven…»; el derecho a la ignorancia de todo lo específicamente humano, es el mejor derecho; el pensamiento humano y trascendente es peligroso y detestable, lo eliminan; la realidad natural es dañina, hay que taparla con excrementos y con ideología anti-natura; las leyes de la especie solo contemplan el gusto, el deseo y el oportunismo de sujetos fluidos que son; los menores humanos tienen que ser pervertidos lo antes posible, de modo que sólo puedan pensar en ideología de-generada y servir a la pederastia; los únicos valores que valen son: la mentira, la fealdad y la maldad; y cuantos más seres trans, más castrados habrá; así aumentará la especie y disminuirá la humanidad.
En la especie no nacen mujeres y hombres, nacen entes que, a gusto y deseo sentido irán fluyendo a lo largo de la vida. Su actividad se centra en ir cancelando todo ser humano que se declare pro-vida, que piense o diga algo contra la especie, eso será crimen punible y detestable, y el sujeto cancelable. La Historia de la humanidad es una aberración que ha perdurado demasiado, es cancelable y sustituida por la historia del «género sentido»; esa fantasía fluctuante que está llevando a la expansión de la especie, a la vez que extingue la humanidad.
Por todo ello y para todo ello, ha sido creada, en «La España Sanchera» (Pedro Sánchez Pérez Castejón, presidente de Gobierno de coalición de España)), una ripiada que reproducimos a continuación (con perdón de los lectores que se sentirán ofendidos): Ministerio Igual-dá (Igualdad), aquí estamos para ná; pues cumplimos una labor, que provoca gran fragor.
Nosotras somos la repera, pues de éstas nadie se libera de los hombres, abusamos; y a mujeres, maltratamos; reformamos a todos iguales, así multiplicamos los males; tenemos presupuesto para todo, con ello vivimos de otro modo. «Padrecito Sánchez» (Pedro Sánchez Pérez Castejón) nos protege, y así su perpetua silla teje; qué más se puede pedir al ná, si cumple su misión de igual-dá.
Isidro García Getino