Redacción – Se cumple el octavo-tercero aniversario de una de las masacres comunistas más importantes de la historia de Europa Occidental: la que tuvo lugar, el día 7 de noviembre del año 1936, en el cementerio de Paracuellos del Jarama, localidad próxima a Madrid. En la noche del 6 al 7 de noviembre, por orden de la Junta de Defensa de Madrid, organismo creado durante la Segunda República por el socialista Francisco Largo Caballero, se ordenó el asesinato de, al menos, cinco millares de personas. así denuncia la Asociación Editorial Tradicionalista en un comunicado al digital español Ñ Pueblo Lasvocesdelpueblo éste miércoles 6 de noviembre de 2019. Barcelona (España), jueves 7 de noviembre de 2019.
Entre las víctimas, todas inocentes, figuraban personas que solo motivaron al genocidio en cuestión por su férrea práctica religiosa, por su implicación en sectores de la derecha política, por su no colaboración con el Frente Popular… De estas, unas más de doscientas setenta fueron menores.
Ahora bien, aunque hayan pasado más de ocho décadas, no conviene que el hecho caiga en el olvido, dado que quien no tiene en cuenta el curso de la historia, está condenado a vivir la repetición de la misma. De hecho, sería insultante hacia quienes dieron su vida por la Hispanidad Católica.
Por ello, desde la Asociación Editorial Tradicionalista, integrante de la Liga Tradicionalista junto a otras entidades como la Comunión Tradicionalista Carlista (CTC), se ha procedido a desarrollar una serie de valoraciones muy atinadas en los tiempos que corren, que se exponen a continuación.
«Silencio absoluto en las diversas instituciones excepto VOX»
Una enésima prueba del poder de la «omnipresente» hegemonía izquierdista (medios de comunicación, mayoría del arco parlamentario y partitocrático, centros educativos, ámbitos culturales…), bajo esquemas de totalitaria corrección política, es el silencio absoluto ante la masacre en cuestión.
Mientras que se «glorifica» a unas terroristas liberticidas como las Trece Rosas, siervas de la Tercera Revolución, buena parte de la sociedad española desconoce lo que realmente ocurrió, en noviembre de 1936, en Paracuellos del Jarama. En cambio, es fácil reducirlo a «cosa pasada de guerra».
De hecho, «dado que la sociedad es la que define los rumbos políticos, hete aquí el principal factor, por el cual, incluso la «falsa derecha» representada por PP y Ciudadanos (C’s) mantiene silencio absoluto ante lo que se puede equiparar a la masacre de Katyn» -afirman desde Asociación Editorial Tradicionalista- «Solo VOX partido criticable en muchos otros aspectos, ha roto el hielo en determinados debates y mítines», añaden.
Es más, cabe alertar que, del mismo modo que existe instalada una notoria «mentira antifranquista», que pretende imponerse como «verdad oficial» (por medio de las llamadas Leyes de Desmemoria Histórica, que buscan blanquear, medio censura, a la cristófoba izquierda criminal), se ha blanqueado al principal responsable de la masacre, Santiago Carrillo.
Con la «farsa política» de la Transición, que solo ha servido para instaurar una república coronada y articular un artificio iuspositivista que asegura la «hegemonía progre», surgió un «consenso» basado «en el blanqueamiento del energúmeno en cuestión, que perteneció al Partido Comunista de España y nunca pidió perdón por semejantes atrocidades». agregan.
La derrota del comunismo será cultural y sociológica, es decir, contrarrevolucionaria
El comunismo no está derrotado en España. Algunos pueden considerar la afirmación anterior como algo “absurdo” dado que recientemente no ha habido ningún presidente del gobierno nacional que se haya declarado abiertamente «comunista», aunque sí alcaldes de grandes urbes españolas.
«En la práctica mayoría de órganos de representación política de España, el comunismo tiene presencia parlamentario, teniendo en ocasiones alguna llave de gobernabilidad. Las formaciones más relevantes son PODEMOS, Más País (Más Madrid), ERC, Bildu y CUP (estas en Cataluña y las Provincias Vascongadas)».
No obstante, el momento de derrota no se dará simplemente cuando las formaciones de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón estén en números rojos (dejemos aparte el hecho de que buena parte de ese electorado esté confiando en quien ha culminado la radicalización del PSOE: Pedro Sánchez).
La sociedad está llamada, en base a una misión católica y tradicional que sea lo más aguerrida y vigilante posible, a librar una batalla contrarrevolucionaria, en base al intelectualismo y el activismo, aprovechando nuevos campos de batalla como Internet, para que la defensa de la Hispanidad católica y tradicional, de la soberanía social de Cristo y la ley natural sean una realidad.
La Revolución sigue existiendo, bajo nuevas modalidades
Tras la revolución comunista inspirada en El Capital de Karl Marx y aplicada por regímenes como el soviético, el norcoreano, el chino y algunos del Foro de Sao Paulo (Cuba, Nicaragua y Venezuela, por ejemplo), estamos viviendo una cuarta revolución.
El filósofo Antonio Gramsci, marxista, era consciente de que la Cristiandad que definía la cultura occidental y la familia (última unidad de resistencia frente al tirano) eran los principales obstáculos a la instauración de un régimen comunista en toda Europa.
Por ello, por medio de teorías de ingeniería social como las basadas en la ideología de género y el nihilismo absoluto, se pretende atomizar a los individuos y que reemplacen a Dios por el Estado, entidad problemática y progresivamente expansiva.
Es más, existen nuevas premisas que pretendan justificar la fracasada, tanto moral como técnicamente, planificación centralizada de la economía, con las excusas del llamado ecologismo (con figuras sensacionalistas como Greta Thurnberg), que no busca proteger el medio ambiente (el racionamiento de fuentes proteicas es inhumano; la propiedad privada es la mejor fórmula de conservación).
Memoria y coraje
Una vez dicho lo anterior, la Asociación Editorial Tradicionalista hace un llamamiento a la sociedad tanto para recordar a quienes dieron su vida por una Hispanidad católica, libre y próspera, sino para seguir su ejemplo y librar la contrarrevolución contra los enemigos, en pro del bien y la verdad.