La ceremonia de clausura con Samba pone punto y final a 15 días de Río que pasa el testigo a Tokio

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La llama de Río 2016 se apaga, empieza la samba. Lasvocesdelpueblo

Agencias – Río despide sus Juegos «maravillosos» y cede el testigo a Tokio. Carnaval y samba en la emotiva despedida de Río a los Juegos de 2016. La ceremonia de clausura pone punto y final a 15 días de deporte ininterrumpido. Tokio recoge el testigo de Río con una muestra de su cultura y su tecnología. Thomas Bach: «Han sido unos Juegos Olímpicos maravillosos». No faltó la samba en una ceremonia dirigida por la directora de carnaval Rosa.  Carnaval, samba y forró. Río eligió la fórmula del éxito seguro, y lo que mejor sabe hacer, para despedir los Juegos Olímpicos de 2016 con una emotiva ceremonia que puso a bailar al legendario Maracaná pese a la lluvia. Río de Janeiro (Brasil), lunes 22 de agosto de 2016. Fotografía: La llama de Río 2016 se apaga, empieza la samba. Lasvocesdelpueblo.

«Rio. Obrigado. Arigato». Con estas tres palabras, los Juegos de Río de Janeiro 2016 han cedido su testigo a Tokio, que acogerá los próximos Juegos Olímpicos en 2020. Lo ha hecho después de una ceremonia pasada por agua en la que se homenajeó la cultura popular brasileña y en la que los atletas de todos los países participantes fueron protagonistas. El tiempo no respetó la jornada final de los Juegos de Río 2016, que comenzó su adiós en el estadio de Maracaná con un nuevo homenaje a Santos Dumont, uno de los pioneros de la aviación, también presente en la apertura hace quince días.

La ceremonia, que tuvo una duración de dos horas y media, estuvo diseñada por la directora de carnaval Rosa Magalhaes y en ella participaron atletas de todos los países presentes en los Juegos, que entraron juntos en Maracaná en señal de hermanamiento. Pero el clímax llegó cuando Río cedió el testigo a Tokio. El embajador de los próximos Juegos fue el célebre personaje de videojuegos Mario Bros, bajo cuya caracterización apareció el primer ministro japonés, Sinzho Abe. Toda una sorpresa para propios y extraños que dio paso a un recital de color y símbolos de lo que serán los Juegos dentro de cuatro años en la capital japonesa.

Una fiesta para «lavar el alma», según los organizadores, que estuvo pasada por agua por la lluvia que cayó sobre Río durante buena parte del día y que terminó con un espectáculo vibrante de música tropical y color con el mítico Maracaná puesto en pie. La ceremonia se convirtió también en un homenaje a los deportistas olímpicos, a los voluntarios y a Brasil, que ha sacado adelante los primeros Juegos de Suramérica lastrado por una crisis económica y una división política sin precedentes en décadas. «Felicidades Brasil, te queremos», dijo el presidente del COI, Thomas Bach, al declarar concluidos unos Juegos que «fueron una celebración de la diversidad de los valores olímpicos».

La ceremonia apeló a la pasión del brasileño por la música y a dos de los tópicos de Río: El carnaval y la samba, una combinación de éxito garantizado y que, no por conocida de sobra en todo el mundo, deja de provocar admiración. El desfile de la comparsa Cordao da Bola Preta, la más popular del carnaval de Río, levantó al Maracaná, con capacidad para 70.000 personas, y lo puso a bailar en un fiesta impresionante. En el espectáculo tampoco faltaron evocaciones al aviador Santos Dumont, a algunas de las grandes figuras de la música brasileña, como Carmen Miranda, Martinho da Vila o Roberta Sá, y a la pintora modernista Tarsila do Amaral, entre otros.

Alusiones a la historia de Brasil y a la belleza de los paisajes icónicos de Río, como el mar, el Pao de Azucar o el Corcovado, tampoco podían faltar. Por el campo de Maracaná desfilaron también las 207 delegaciones olímpicas encabezadas por deportistas y voluntarios en una procesión informal que poco tuvo que ver con los paseos tradicionales. Cubiertos con capas de agua -el campo de Maracaná no es cubierto-, muchos bailaron samba, funk, saltaron, tomaron fotos de las gradas y alguno aprovechó también para hacerse una «selfi» con Simone Beil, la abanderada de Estados Unidos, mientras el público los saludaba haciendo la «ola».

Río le cedió el testigo a Tokio, que en su presentación utilizó a uno de los personajes más emblemáticos de Japón, Mario Bros, el fontanero más famoso del mundo, para «traer» en un viaje virtual al primer ministro japonés y presentar sus Juegos 2020. Esta vez no hubo protestas contra el presidente provisional, Michel Temer, que decidió no acudir a la fiesta después del sonoro abucheo que recibió durante la inauguración, el pasado 5 de agosto, y que se ha repetido en algunas competiciones e incluso en el parque olímpico durante los Juegos.

Una fiesta que ha requerido de 3.000 voluntarios y 300 bailarines y que le ha permitido a Brasil cerrar los Juegos con el sabor dulce de la victoria en el mismo escenario que anoche mismo celebraba el triunfo de la selección de fútbol -el deporte nacional- frente a Alemania. Brasil se sacó la espina del 7 a 1 del Mundial 2014 y borró de un plumazo, al menos por unas horas, las reservas de buena parte de los brasileños sobre los Juegos. Atrás han quedado las críticas por los problemas de organización, los asaltos, la piscina verde, los inventos de los nadadores estadounidenses, la estafa de la venta de entradas -que salpicó a un dirigente del COI- y hasta los abusivos precios del Río olímpico.

Mañana, será otro día para Brasil. El eco de los Juegos se irá apagando. El Congreso avanzará en la destitución de Dilma Rousseff para consolidar a Michel Temer en el poder, la crisis económica volverá a ocupar las primeras páginas de la prensa y el país tendrá que ajustarse el cinturón, aún más, para pagar la fiesta olímpica.

Río despide sus Juegos «maravillosos» y cede el testigo a Tokio

La mezcla de tradiciones y tecnología punta es la marca que Tokio ha dejado en Río de Janeiro como avance de lo que serán los próximos Juegos Olímpicos. La bandera olímpica, recogida y doblada en medio del legendario estadio Maracaná de esta ciudad brasileña, fue devuelta por el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, al presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, quien se la entregó enseguida a la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike.

La clausura también sirvió para homenajear a los deportistas más destacados de estos Juegos, con un vídeo en el que se repasaron los mejores momentos que nos han dejado estos últimos 15 días.

Thomas Bach: «Han sido unos Juegos maravillosos»

En la parte final de la ceremonia se produjeron los discursos institucionales, de la mano del presidente del Comité Organizador, Carlos Arthur Nuzman, y del presidente del COI, Thomas Bach. El primero aseguró sentirse «el hombre más feliz del mundo» tras el cierre de los Juegos de Río. «Río hizo historia, mostró su belleza y su capacidad para acoger el mayor evento del mundo», dijo Nuzman, que resaltó que «valió la pena cada segundo» dedicado a la organización.

Bach, por su parte, agradeció «el esfuerzo del pueblo brasileño» y de «todos los voluntarios», afirmó que los Juegos de Río habían sido «maravillosos», jugando con el apodo de la ciudad carioca, la llamada Ciudad Maravillosa. Acto seguido, tuvo lugar el apagado de la llama olímpica y con él el cierre definitivo de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. A partir de este momento, arranca el ciclo olímpico de Tokio 2020.

El apagado llegó gracias al agua, que representó de nuevo la importancia de la naturaleza en la vida, conectando con el tema principal de la clausura. Un gigantesco árbol nació en el centro de Maracaná y la fiesta se desató con la entrada de las comparsas del carnaval de Río de Janeiro, que sellaron para siempre los Juegos de la ‘Cidade Maravilhosa’, en español, «ciudad maravillosa«.

Bach, sin valorar si estos habían sido los mejores Juegos de la historia, tal y como se suele decir en la clausura de la mayoría de los Juegos Olímpicos, dio por clausurado Río 2016 y comenzó la traca final de la ceremonia, con la entrada de una colorida coreografía que inundó todo el estadio. «Felicidades Brasil, te queremos Brasil. Gracias por tu hospitalidad. Bye, bye Río», concluyó Bach.