La coartada de la memoria histórica

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1914
MADRID (ESPAÑA), 11.10.2018. Vista del presidente de Gobierno, Pedro Sánchez (primer plano) firmando el llamado 'Acuerdo de los Presupuestos' 2018 entre PSOE y Podemos en la presidencia de Gobierno de España, con el secretario general d ela ultraizquierda (Podemos), Pablo Iglesias (segundo plano. Lasvocesdelpueblo

Redacción -(…) Tras ser indultado Companys con la llegada al poder del Frente Popular en febrero de 1936, el líder catalanista se había radicalizado todavía más. Tras el fracaso de la experiencia de los escamots, copió el modelo de milicia armada creando, en mayo de 1936 -meses antes del estallido de la Guerra Civil-, el Comité Militar Revolucionario. Estaba compuesto por 8.000 voluntarios separatistas miembros de su partido, especialmente de las Juventudes de Esquerra Republicana-Estat Catalá, a las que dotó de 20.000 fusiles comprados con dinero público. Tras el estallido de la Guerra, estas milicias serían el núcleo del Comité de Milicias Antifascistas de Cataluña, fundadas por un decreto del presidente Companys el 26 de julio de 1936 y que sembró el terror en la retaguardia durante la guerra. Barcelona (España), sábado 18 de mayo de 2019. 

Había tenido noticia, pero no había podido constatarlo fehacientemente, el otro día paseando por Vía Layetana pudo observar, tal como reflejaba la prensa, una placa frente a la Jefatura Superior de Policía (Cuerpo Nacional de Policía) una placa del siguiente jaez:

«El 43 de Vía Layetana

Memoria de la represión

En 1929 entró en funcionamiento la Jefatura Provincial de Policía en el número 43 de Vía Layetana. Después de su constitución la Generalidad de Cataluña emplazó allí la Comisaria General de Orden Público y, posteriormente en el año 1941, el Estado franquista instaló la Jefatura Superior de Policía. A partir de aquel momento fue sede de la Brigada Político-Social, encargada de perseguir a la disidencia política.

Desde que se inauguró a finales de la dictadura de Primo de Rivera, fue el epicentro de la represión contra el sindicalismo y el obrerismo barcelonés. Durante la época republicana continuó siendo un lugar de represión hasta el punto que era conocido en los círculos obreristas como «El molino sangriento».

A partir de 1941 y hasta la llegada de la democracia se convirtió en el centro de la represión política franquista en Barcelona. Por sus insalubres y saturadas celdas pasaron decenas de antifranquistas que sufrieron todo tipo de torturas en los interrogatorios.

Con este atril instalado en 2019, el Ayuntamiento de Barcelona ha querido señalar el espacio más emblemático de la represión política de la ciudad y poner en valor el coste que ha tenido la conquista de la democracia y la igualdad».

Una placa conmemorativa que no busca ningún tipo de homenaje a los represaliados, hoy muchos de esos represaliados son insultados, discriminados, coaccionados, vilipendiados, marginados por el actual Régimen supremacista de la Generalidad de Cataluña, ya que muchos de esos disidentes del pasado, principalmente de la resistencia clandestina organizada por el Partido Comunista y CCOO y de la cual el resto de fuerzas políticas tenían una presencia casi nula, testimonial, provenían del proletariado meridional que engrosó las filas del obrerismo en Cataluña, por tanto su lucha política tenia un fuerte componente de lucha de clases, antiburgués y en modo alguno flirteaban con la actual burguesía y revolucionarios de salón, independentistas de hoy en día.

De hecho, esa burguesía en aquel entonces era profranquista, colaboradora, instigadora y artífice de la represión obrera en Cataluña.

Exceptuando los cuatro hijitos rebeldes que en la Universidad flirtearon con organizaciones de intelectuales marxistas, maoístas, que en algún caso fueron detenidos y rápidamente puestos en libertad merced a las influencias de papá, pero que de esta manera engrosan curriculum para marcar paquete de antifranquistas en la transición que se avecinaba.

A destacar en la memoria histórica, el papel que tuvieron, entre otros personajes como Andreu Abelló para desmantelar el antifranquismo proletario; era este personaje, cofundador en 1931 de Esquerra Republicana, un intrigante que en contubernio con Miquel Badia pretendían chantajear políticamente a Companys.

Miquel, hermano de Josep, ambos hermanos integrados en los escamots (pelotones) de Estat Català, fuerza paramilitar, uniformada, con camisas verdes y que protagonizaron desfiles en Barcelona, ante los cuales la hemeroteca arroja titulares de la época como que el fascismo había llegado a Barcelona.

Miquel Badia fue responsable de los servicios policiales de la Generalitat, donde destacó por su dureza en la represión del anarquismo. Sus escamots ya se habían enfrentado con la gente de la CNT y la FAI, en especial a consecuencia de la huelga de transportes, cosa que hizo con palizas y torturas. Su relación con el entonces presidente de la Generalitat, Lluís Companys, nunca fue buena, y este finalmente le destituyó porque detuvo a un fiscal tras un juicio que se celebró contra un independentista.

Tuvo un destacado papel en los hechos del 6 de octubre de 1934. José Tarín-Iglesias cuenta en La rebelión de la Generalidad (Plaza y Janés, 1988) cómo llegó a la plaza de Sant Jaume en un descapotable esgrimiendo un fusil ametrallador, y como él y Josep Dencàs, conseller de Governació, también de Estat Català, se hicieron unos uniformes para la ocasión, con graduaciones, e incluso, en el caso de Dencàs, con un fajín decorado con la estelada. Al fracasar la intentona, refugiados en la Conselleria d’Interior (ubicada donde luego estuvo el Gobierno Civil) huyeron por las alcantarillas, salieron sucios por detritus en la Barceloneta y se subieron a un coche, escapando a Francia. Ambos permanecieron en el extranjero hasta que, con la llegada del Frente Popular al Gobierno de España, fueron amnistiados.

De hecho, Miquel Badía fue asesinado cuando iba a entregar un dossier comprometedor sobre Companys a Abelló.

Tras ser indultado Companys con la llegada al poder del Frente Popular en febrero de 1936, el líder catalanista se había radicalizado todavía más. Tras el fracaso de la experiencia de los escamots, copió el modelo de milicia armada creando, en mayo de 1936 -meses antes del estallido de la Guerra Civil-, el Comité Militar Revolucionario. Estaba compuesto por 8.000 voluntarios separatistas miembros de su partido, especialmente de las Juventudes de Esquerra Republicana-Estat Catalá, a las que dotó de 20.000 fusiles comprados con dinero público. Tras el estallido de la Guerra, estas milicias serían el núcleo del Comité de Milicias Antifascistas de Cataluña, fundadas por un decreto del presidente Companys el 26 de julio de 1936 y que sembró el terror en la retaguardia durante la guerra.

Durante este periodo, bajo su mandato y responsabilidad directa fueron asesinadas 8.129 personas en Cataluña. Sin juicio ni garantías legales. En su mayor parte eran civiles pertenecientes a partidos de derechas, miembros del clero o empresarios. Ordenó la creación de campos de concentración, como el de Omells de Na Gaia y autorizó a las diferentes formaciones del Frente Popular a constituir sus propias checas. Él mismo firmaría sentencias de muerte.

Por cierto, arrogándose poderes que no le competían y usurpando al Estado en Cataluña lo que supuso el inmediato traslado de militares y carabineros adictos a la Republica, a Barcelona para restablecer la autoridad del Jefe del Estado, Don Manuel Azaña, ninguneado e incomunicado por la Generalidad.

De esa usurpación de poderes, así como de los intentos secretos de intentar firmar una paz con Franco, actuando como intermediarios los italianos, para establecer una republica catalana protectorado de la Italia fascista, hubiera debido de responder caso de que la Republica hubiera ganado la guerra.

Después de la guerra civil, exiliado en Méjico, Abelló se dedicó a «gestionar» junto con Prieto los fondos robados de particulares y cajas bancarias, trasladados a dicho país a bordo del buque Vita, del cual se incautaron por las bravas pues el mismo debía ser entregado a un agente negrinista, el Dr. Puche, exrector de la Universidad de Valencia. Una vez conseguida una saneada economía y reputación con la aureola de exiliado, que le reportó pingües beneficios en Méjico, desatendiendo a otros muchos exiliados, el JARE (Junta de auxilio a los republicanos españoles, marginaba a comunistas y socialistas negrinistas), mutado en próspero banquero reapareció años después en la ciudad internacional de Tánger, volvió a España sin problemas y se integró en Banca Catalana, si, si, la de Pujol. Durante la transición dejó Esquerra para cofundar el PSC-Congrès, grupo que influiría en el giro nacionalista del socialismo en Cataluña, en pugna con las bases proletarizantes de izquierda no nacionalista y que finalmente conseguirían controlar mediante un fuerte aparato propagandístico que condenaba al ostracismo al disidente. Similar operación se perpetró con el PSUC, delegación catalana del PCE y que, una vez destruido, los artífices de la misma han pasado a integrarse en el aparato de partidos y asociaciones independentistas.

A los actuales disidentes que denunciamos el actual Régimen totalitario, supremacista, etnicista, herederos de la emigración meridional tienen la desfachatez de llamarnos «fascistas, ultraderecha» y otros epítetos igual de cariñosos.

Nunca en la Historia de España hemos tenido unos grados tales de libertades y democracia como en la actualidad, garantizados por un Estado de Derecho y unas instituciones garantes de los mismos; pues bien, en el proceso secesionista que se dio y continua dándose en una parte del territorio nacional, Cataluña, habida cuenta su ilicitud, debilidad, carencia de apoyo popular y latrocinio, habida cuenta de la inacción de los sucesivos gobiernos por consideraciones egoístas de tipo partidista sin tener en cuenta los supremos intereses generales, sin un ápice de patriotismo, se consiente una constante victimización de los criminales golpistas, unas campañas propagandísticas, en prensa escrita, Völkischer Beobachter a la catalana, en televisión, ese remedo televisivo catalán de la Deutscher Fernsehfunk DFF, día sí y día también, al objeto de cuestionar las instituciones del Estado, mentalizar a la opinión pública en sentido negativo contra éste, hacer que dicho discurso como una lluvia suave pero pertinaz, cale en la mentalidad española e incluso en la internacional, piense que si la mentira no encuentra oposición se va imponiendo inexorablemente, al objeto de que el Gobierno actual, por no oponerse a la «mentira profesionalizada» ante tal oleada de desprestigio nacional e internacional opte por políticas pactistas, de dejación de sus obligaciones y competencias, y abandonando a la población española en Cataluña, sometida a un Régimen oligárquico, con un pseudoaparheid de ciudadanos de primera y de segunda, según la adscripción étnico-lingüística.

Todo ello, partidos afines al Régimen, asociaciones, medios de comunicación, generosísimamente subvencionado por la Generalidad de Cataluña.

¡Ah! Y ayuntamientos, como el que nos ocupa, el cual se suma al entramado secesionista, de hecho es un prestamista/usurero del entramado, y obviamente como no se puede esperar ni un mínimo de ética, ni moralidad, ni vergüenza no paran en mientes a la hora de poner una placa calumniosa frente a dependencias de unos trabajadores de la función pública que velan y son garantes de los derechos y libertades en España, trabajadores de la Seguridad Pública, de acendrada vocación, espíritu de sacrificio, que incluso llegan a dar la vida porque en España todas las ideologías democráticas puedan gozar de libertades políticas, pues bien, al amparo de esas libertades ciertos sectores se permiten injuriar de manera subliminal al Cuerpo Nacional de Policía.

Un concepto mal entendido de libertades autoriza a atropellar los derechos de terceros y gozar de impunidad.

Como diría Unamuno: «No es eso, no es eso».

Es paradójico que, en la placa, la parte más ofensiva corresponde a la etapa en que dicho inmueble fue sede de la Brigada Político-Social, un cuerpo de policía no uniformada que ejercía labores de represión contra la disidencia política.

Dicho Cuerpo fue disuelto con la llegada de la democracia, integrado en el Cuerpo Superior de Policía, también este fue disuelto e integrado mediante Ley Orgánica 2/1986 de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en el actual Cuerpo Nacional de Policía, un cuerpo moderno, democrático, de policía uniformada, en España han sido suprimidos los cuerpos de Policía no uniformada por los resabios de policía política que arrastra.

Suprimidos de manera oficial, pues en Cataluña existe de manera oficiosa un cuerpo de policía política, «la Secreta», dependiente de la Generalidad de Cataluña, DAI, División de Asuntos Internos, que visten de paisano, aunque en teoría están integrados en un cuerpo uniformado, el de MMEE, pero independientes de este, que actúan como comisarios políticos dependientes exclusivamente de un mando político, desde que ingresan en la DAI, no por criterios de merito y capacidad sino por lealtad política, no vuelven a vestir el uniforme, los cuales han protagonizado diferentes escándalos reflejados en prensa, tales como espionajes a políticos, sindicalistas o ciudadanos no afines al independentismo, seguimiento, subjetividad, parcialidad, elaboración de «listas» de lo que ellos denominan «unionistas, grupos de ultraderecha, fascistas, constitucionalistas», utilizan dichos términos indistintamente, ¿con que finalidad?, ¿cuál es el destino y cometido de dichas listas? Vista la deriva, y el percal de los autores huelga todo comentario.

Por otro lado, si lo que se pretende es descontextualizar el pasado, tergiversarlo, manipularlo, para organizar campañas de desprestigio, invocando agravios y afrentas reales o fingidas, en una sola dirección para deslegitimar nuestro Estado social y democrático, les recuerdo que en Barcelona hay otros muchos ejemplos de memoria histórica, como por ejemplo «las checas», que por la desmemoria histórica mucha población barcelonesa y española ignora lo que es, paso a exponerlo:

Con la Guerra Civil española apareció en Barcelona la terrible invención soviética de las «checas», iniciándose una nueva etapa en el desenvolvimiento del terror entre los elementos «no adictos» a la ideología aplicada por los republicanos.

El término checa proviene de la abreviatura de las palabras rusas Txrezvitchainaia Komissia o también Chrezvichainaya Komissia, que significan: Comisión Extraordinaria.

En Barcelona, las checas se estructuraron en dos períodos claramente diferenciados:

Del 18 de julio de 1936, comienzo de la Guerra Civil, y hasta los ‘Hechos de mayo de 1937’ (Fets de maig de 1937), las checas estuvieron dirigidas por miembros de la CNT-FAI y por las patrullas llamadas de control. La dirección de las mismas estuvo a cargo de agentes del NKVD (Narodny Komissariat Vnutreenich Del), bajo la dirección de Ernst Moritsovich Gere, conocido también como Ernö Gerö, «Ernst Singer», «Gere», «Pedro», «Pedro Rodríguez Sanz», «Pierre», etc. La misión de estas checas era descubrir trotskistas e infiltrar agentes en el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista). Además de esto, durante el período de la CNT-FAI, las checas sirvieron para detener a civiles y religiosos de ideología contraria a la impuesta por los republicanos, siendo luego asesinados mediante una horrorosa y tremenda represión.

El segundo período se inicia después de los ‘Hechos de mayo de 1937’, momento en el que las checas pasaron a ser controladas por el SIM (Servicio de Investigación Militar). Con el traslado del Gobierno Central a Barcelona, hecho ocurrido en noviembre de 1937, aumentó considerablemente el poder del SIM. Entonces el factótum de las checas barcelonesas fue Alfonso Laurencic.

El gran escritor Rafael García Serrano, en su libro “Diccionario para un macuto”, escribe sobre el SIM:

[…] Disponía el SIM de checas a la última, con la técnica más moderna, recién importada de Rusia, fresquísima, acabada de llegar. Sus cátedras principales se establecieron en Madrid y Barcelona. Para disimular, las llamaron Preventorio, y se quedaron tan anchos. Numerando preventorios (Preventorio A, B, C, D, etc.) casi dan fin al alfabeto. Su crueldad era tan refinada, sus medios tan infrahumanos y mecánicos que alguien dijo, con más razón que un santo: «Era preferible la navaja cabritera de la FAI».

[…] Pero por si mi información pudiera parecer tendenciosa, me limito a transcribir lo que Largo Caballero escribe en «mis recuerdos», a propósito de esta creación roja:  «No han organizado los campos de concentración, pero Prieto organizó el SIM; organismo que no quise yo constituir a pesar de los requerimientos de que fui objeto; organismo que sirvió para todo menos para información militar, y que ha desprestigiado a la República en el extranjero». Este testimonio, convendrán ustedes, no es ni el de un falangista ni el de alguien que haya padecido persecución por parte de los «simios», que es como se llamó en zona roja a los agentes del SIM.

La creación, ya de una manera  «formal», del SIM se produjo después de los Hechos de mayo de 1937, y entre sus primeras actuaciones estuvo la «represión» contra el POUM y sus hombres. Fue obra del ministro de Defensa Nacional, el socialista Indalecio Prieto Tuero, que se inspiró en los siniestros métodos de la URSS. Con fecha 6 de agosto de 1937, se dictó un Decreto por el que se establecía en España el SIM (‘Gaceta de la República’ número 219, de 7 de agosto de 1937) cuyo objetivo “oficial” era la modernización de los servicios de contraespionaje de los ejércitos republicanos frentepopulistas.

Hasta esta fecha, Valencia había ostentado la capitalidad política y donde el SIM operó con su complejo aparato de represión, incluida la instalación de varias checas que se sumaron a las numerosas ya establecidas en Madrid. Así pues, quienes iban a organizar las checas en Barcelona llevaban un buen bagaje adquirido en las checas valencianas, donde el ruso-polaco Schaja Kindemann, ayudado por dos judíos, residentes largos años en Rusia, llamados Isidoro y Benjamín, habían ensayado en el antiguo convento de Santa Úrsula de la capital del Turia, toda clase de refinados tormentos.

Las checas comenzaron a funcionar en Barcelona a partir del otoño de 1937. El primer jefe fue el capitán de la Guardia Civil Manuel Uribarri Barrutell, el cual al producirse el Alzamiento permaneció fiel al Gobierno republicano, liderando durante los primeros meses de la contienda, algunas patrullas de control o grupos terroristas que asesinaron a gentes de ideología derechista. Fue nombrado jefe del SIM, cargo que desempeñó hasta mediados de 1938, fecha en que, con documentación falsa, huyó a Francia, llevándose consigo una considerable fortuna en alhajas, enseres de valor y dinero, producto de rapiñas cometidas durante el desempeño de sus cargos. Al parecer, el Gobierno republicano solicitó la extradición del huido, pero el Gobierno francés no estimó oportuno concederla. Finalmente, Uribarri marchó a Cuba.

Una vez en la presidencia del Gobierno republicano el doctor Juan Negrín (18 de mayo de 1937) y también al Ministerio de Defensa (5 de abril de 1938), estableció “nuevos modos” para la red de represión política del SIM, a la que se sumó el Presidente de la Generalitat de Catalunya, Luis Companys, quien facilitó al SIM agentes de la propia Generalitat así como boxeadores catalanes para la práctica de palizas y azotamientos.

Después pasó a ocupar la jefatura del SIM un sujeto llamado Santiago Garcés Arroyo, pistolero a sueldo y que había participado en el asesinato de José Calvo Sotelo, acompañando en la camioneta número 17 a su amigo Condés, y a los Guardias de Asalto, Bayo Cambronero −conductor del vehículo−, Pérez Rojo, Rey Fernández, Castro Piñeiro, Esteban Seco, Cruz Cousillas, y tres paisanos afiliados a las Juventudes Socialistas, Luis Cuenca Estevas, Federico Coello García y Francisco Ordóñez Peña.

En las checas regentadas por el SIM, se emplearon los métodos más crueles y vejatorios. El escritor dirigente de la FAI y consejero de Economía de la Generalitat, Diego Abad de Santillán −que tomó parte activa con Buenaventura Durruti y Francisco Ascaso en la batalla callejera de Barcelona al inicio de la guerra− escribió en su libro «Por qué perdimos la guerra», varias pruebas decisivas del chequismo:

«Uno de los aspectos que más nos sublevaba era la introducción de los métodos policiales rusos en nuestra política interior. Las torturas, los asesinatos, las cárceles clandestinas, la ferocidad con las víctimas, inocentes o culpables, estaban a la orden del día…»

«Lo ocurrido en las checas comunistas de la España republicana cuesta trabajo creerlo. En el Hotel Colón, en el Casal de Carlos Marx, en la Puerta del Ángel nº 24, en el Castillo de Castelldefels, se perpetraban crímenes que no tienen antecedentes en la historia de la Inquisición».

«De este modo, se ha deshonrado la revolución española, empleando los procedimientos ilegales desde la Dirección de Seguridad hasta el Servicio de Investigación Militar».

Las checas del SIM en Barcelona fueron las siguientes:

Checa de la calle Zaragoza, establecida en un convento de religiosas Sanjuanistas, en la calle Zaragoza nº 77, entre las calles Francolí y Sanjuanistas.

La Tamarita instalada en un chalé con hermoso y espacioso jardín enclavado entre el Paseo de San Gervasio, avenida del Tibidabo y Nueva Belén. Era clave en la estructura del SIM y estuvo dirigida por agentes estalinistas de nacionalidad rusa.

Ganduxer situada entre Vía Augusta y Modolell. Pertenecía a la CNT-FAI y al SIM.

Seminario en la calle Diputación nº 231. Había sido el Seminario Conciliar. Al principio era de la FAI, y en el año 1938 pasó a ser del SIM y del Gobierno Central.

Vallmajor ubicada en la calle Vallmajor nº 1, entre las calles Ravella y Copérnico, también fue conocida como ‘Preventorio D’.

Muntaner situada en la calle Muntaner nº 321. Prefectura del SIM. En los sótanos del chalé fue empleada por primera vez en Barcelona el tormento de la silla eléctrica.

Anglí en la calle Anglí nº 46, esquina con el paseo de la Bonanova.

Bar Términus instalada en el paseo de Gracia nº 54. Dependía de miembros del PSOE venidos de Madrid y estaba bajo el mando del Director General de Seguridad.

Busutil situada en la plaza de Berenguer el Grande I, en la Vía Layetana. Dirigida por Julián Grimau con miembros del SIM de Madrid, afiliados tanto al PCE como al PSOE.

Palacio de Arte Moderno en la montaña de Montjuich, en uno de los edificios de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, al igual que la checa instalada en el Palacio de las Misiones. Ambas regentadas por el SIM.

Vallvidrera en la avenida de Vallvidrera nº 10. Estaba controlada por el SIM.

Círculo Ecuestre, convertido en Casal Carlos Marx, donde estaba la sede del PSUC.

Checa de San Elías radicada en el antiguo convento de las Religiosas Clarisas. Se aplicaba el collar eléctrico y los torniquetes de tortura. La de más terrible fama, ya que se sabía que quien iba allí, jamás volvía.

Hotel Colón en los sótanos de dicho hotel, en la plaza de Cataluña. Ocupado por el PSUC y la Internacional Juvenil Comunista.

Checas de: Puerta del Ángel nº 24; Córcega nº 299; Claris nº 110; Fábrica Nestlé; Paseo de San Juan nº 104, etc. Barcos amarrados en el puerto de Barcelona y que actuaron como buques-prisión: ‘Uruguay’, ‘Argentina’ y ‘Villa de Madrid’.

En Cataluña, fuera de la ciudad de Barcelona, destacaron las checas de la plaza de toros de Tarragona, el castillo de Cardona y el castillo de Castelldefels.

Veamos un ejemplo de modus operandi en la checa de la calle Zaragoza o Preventorio G:

Los métodos y procedimientos de tortura eran muy similares a los de la checa de la calle Vallmajor, pero con introducción de otras técnicas más refinadas. Una de las innovaciones fue la celda-nevera a la que se bajaba por una escalera de caracol sin barandilla. La estancia estaba anegada de agua hasta una altura de 40 cm. y las paredes eran dobles con un hueco medianero igualmente inundado de agua, con lo que rezumaba una dañina humedad. Otras celdas de tortura eran las llamadas celdas del metrónomo, las cuales carecían de luz y de ventilación, con unos insuficientes respiraderos para evitar que los detenidos murieran por asfixia. El suelo con ladrillos fijados de canto que obstaculizaban el mero pasear, y con un camastro de cemento a un metro de altura del suelo y separado del techo sólo 60 cm., y cuya superficie estaba dotada de estrías cortantes. Las celdas tenían una dimensión de cuatro metros cuadrados. En el pasillo, y sobre una repisa colocada entre dos celdas se encontraba el metrónomo, un aparato de relojería que marcaba el movimiento regular y monótono de un tic-tac, que provocaba un pavor obsesivo entre los encarcelados.

En la Sala de Interrogatorios que se había adecuado en el ábside de la capilla del convento, en su centro se instaló la silla eléctrica, que constaba de una silla giratoria, accionada por los cuatro agentes que interrogaban al detenido con bruscos movimientos, a la vez que eran deslumbrados con grandes focos de luz. El respaldo de la silla eléctrica tenía un respaldo en forma e ángulo alto y ancho, dotada de dos brazos metálicos al igual que el asiento. Cuando las víctimas iban a ser sometidos a esta tortura, se les descalzaban y sus pies eran mojados con agua para después colocarlos sobre unas hormas metálicas. Las descargas eléctricas duraban medio minuto y su aplicación era regulada por un reostato. Los electrodos se aplicaban a las muñecas. Los efectos eran harto penosos. La víctima se veía envuelta en una agitación y terribles convulsiones, las palmas de las manos despedían olor a carne chamuscada y la sensación que recibía, era como la de estar golpeado por cien mil puños.

Con estas descripciones tan gráficas finalizamos esta pequeña puntualización a la memoria histórica, para denunciar estas campañas calumniosas y denigrantes con sesgo marcadamente partidista, carentes de integridad y de ética, que mediante la manipulación, desinformación, descontextualización, intoxicación informativa que en época de campañas electorales pretenden desprestigiar a partidos e instituciones del Estado, camuflándose como Historia, pretendiendo lograr el aval de una ciencia social a lo que es una grotesca campaña partidista basada en la deshonestidad y el juego sucio, sin pararse en consideraciones morales sobre el daño que hacen a un colectivo profesional encargado de velar por nuestra seguridad y que dicho menoscabo redunda en perjuicio al interés general.