Las Autonomías, un error histórico, por Antonio Morales Sánchez

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FOTOGRAFÍA. MADRID (ESPAÑA), 17.01.2017. VI Conferencia de Presidentes Autonómicos. Rajoy y los presidentes autonómicos acuerdan aprobar el nuevo sistema de financiación este 2017. El rey Felipe VI en la fotografía de familia de los asistentes a la VI Conferencia de Presidentes, que reúne al jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, con los máximos responsables autonómicos, en una cita que no se convocaba desde 2012 y que se espera concluya con la firma de diez acuerdos entre el Estado y las comunidades autónomas de España. Efe.

Soy consciente de lo políticamente incorrecto que suena esta afirmación que da título a mi reflexión, pero la generosidad de vertebrar el poder descentralizándolo para hacerlo más cercano al ciudadano, a través de la Constitución, respetando su diversidad y cultura ha resultado fallida, ineficaz y muy costosa. Algunas de esas competencias cedidas han sido gestionadas con deslealtad institucional por unos gobernantes cicateros y traidores al espíritu de la carta magna. El tiempo y sus circunstancias han despejado las incógnitas, el torticero uso y abuso del poder, sólo ha servido para duplicar competencias con el consiguiente gasto de muchos parlamentos, muchos políticos (más del doble que Alemania que nos dobla en población), estructuras de estados inexistentes, coches oficiales, mucho enchufismo, consejos comarcales de cariz separatista, prebendas a cambio de lealtad y seguidismo de estómagos agradecidos. Multitud de ineficientes funcionarios públicos que se precisan en otros organismos como sanidad, oficinas de empleo o seguridad social.

Una aberración insufrible que nos ha dado 17 modelos diferentes e incompatibles, 17 en educación, algunos adoctrinando en el odio a España, tergiversando la Historia para complacer el ego aldeano de unos mentecatos, 17 tarjetas sanitarias incompatibles, normas y requisitos discriminatorios, una cosa es respetar la idiosincrasia de una tierra y otra muy distinta es la anarquía indiscriminada y caprichosa, que siembra división, envidias y rivalidades estúpidas avaladas por necios provincianos que presumen de ser superiores a sus semejantes de otras tierras españolas. Se trata de competir por ver quién es más radical y están dispuestos a erradicar o ignorar la lengua de Cervantes para imponer su lengua minoritaria que ya está sobradamente reconocida y garantizada.

Con la gestión de la maldita pandemia del covid-19, ha quedado demostrado el descontrol y la desorganización para combatirla, pleiteando en competencias y culpándose de la nefasta gestión, se da la paradoja actual de cara a las fiestas navideñas que cada autonomía va a imponer unas normas casi siempre diferentes de la comunidad vecina, convirtiendo al país en un laberinto de decretos siempre diferentes e inteligibles, hay que aprenderse los 17 decretos de distinta actuación, con sus peculiares normas para viajar por España, es patético el escenario que nos muestra el ejecutivo central al delegar las competencias sin ningún criterio unitario.

Hay mecanismos legales en la Constitución para devolver el poder mal gestionado, tantos dislates, redes clientelares, barreras burocráticas, galimatías de normas administrativas que entorpecen y desmotivan al emprendedor por un laberinto de procedimientos absurdos incluyendo un infierno fiscal en algunas de ellas. Pero los partidos políticos, en su mayoría no están dispuestos a renunciar a las prebendas del sistema autonómico, pues les sirve para colocar a sus miembros, ya que la política es su medio de vida y muchos no han trabajado nunca ni creo que lo hagan. Según calculan los economistas, las autonomías nos cuestan a los españoles 50,000 millones de euros, ¿saben cuántos servicios esenciales se podrían mejorar con esa cantidad de recursos?, en ayudas a dependencia, mejora educativa, y otros servicios públicos. Para algunos les resultará demagógica la comparación, pero a mí, dilapidar el dinero público que es de todos, me parece obsceno y no debe permanecer escondido en la memoria.

Antonio Morales Sánchez