No todo vale

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FOTOGRAFÍA. PALACIO REAL DE ESPAÑA 8MADRID) ESPAÑA, 08.01.2020. Pedro Sánchez (i) promete ante el rey Felipe VI (d) su cargo de presidente del Gobierno, esta mañana en el Palacio de la Zarzuela en Madrid. Efe

Redacción – El modelo político que rige en España tiene entre sus pilares básicos defender la libertad, la iniciativa para formular alternativas, debatirlas y ajustarlas a las reglas preestablecidas en la Constitución. Barcelona (España), jueves 16 de enero de 2020.

El normal funcionamiento de las Instituciones no puede aceptar acciones a espaldas de los cauces indicados. La soberanía nacional representada en el Parlamento por medio de sus diputados, el poder legislativo, debe asumir sus competencias y los otros poderes deben respetarlas, entre los que se encuentra en primera línea el ejecutivo. El presidente de Gobierno ahora, antes en funciones, no puede ningunearlo, tiene que acoplar sus pasos a lo que dice el marco legal y por lo tanto en el hemiciclo proponer, intercambiar y votar lo que sea pertinente.

El debate para alcanzar la presidencia del gobierno con el mínimo apoyo requerido, ha mostrado la deficiencia que sufre nuestra democracia. El hemiciclo está ocupado por diputados sometidos al dictamen de los partidos políticos, lo que les obliga a doblegarse a la pauta tomada desde la dirección; pocos han habido que hayan roto la disciplina de voto pues la presión es tanta que se hace casi imposible dejarse llevar por la conciencia. Se comprende que los componentes de una opción política se deben a una disciplina ya que si no fuera así, sería difícil reconducir la línea ideológica. Ahora bien hay asuntos de un nivel de transcendencia tal que en esos casos muy puntuales, debería primar el libre albedrio. Uno de ellos está encuadrado en el pacto que fraguó Pedro Sánchez para conseguir su anhelo, ser presidente con todo el boato adjunto. Un acuerdo con comunistas, secesionistas y pro etarras, y por si hubiere dudas de que fuera así, basta haber escuchado sus arengas: «me importa un comino la gobernabilidad de España»; así se manifestó la portavoz de ERC en el Congreso, por cierto sin recibir una corrección por parte del líder socialista que aspiraba a presidir esa España tan denostada por la nacionalista.

No nos pasó por alto la certeza de los acuerdos tenidos con los identitarios vascos de Bildu al agredir verbalmente al rey Felipe VI y al poner en cuestión el acatamiento de la democracia por parte del Estado español, pues la presidenta del Congreso no aplicó las reglas de respeto a las instituciones, no les llamó la atención ni les rogó que se retractasen y menos hacer borrar esos agravios del acta de sesiones.

Una investidura que necesitó dos votaciones por no conseguir en la primera una mayoría absoluta y en la posterior sólo una diferencia a favor de dos votos. Un Parlamento dividido en bloques, enfrentados por el cariz de los acuerdos, al haberse decantado el aspirante por una de las alternativas, la dañina para la convivencia, las libertades y la existencia de la Nación. Momentos muy críticos se sucederán a lo largo de esta legislatura. Las recetas diseñadas por el líder podemita, comunista confeso y si queremos dulcificar populista, pueden dañar muchísimo nuestra economía. Un partido que venía a la baja, cuyo líder había demostrado su capacidad de engaño en el momento que adquirió una vivienda de lujo, situado en un barrio de élite, Él que decía ser parte de la gente, del pueblo.

Un gobierno que inicia su andadura tachando a la oposición constitucionalista de autoritaria, de culpable por no darle con la abstención el salvoconducto a la Moncloa y que a las veinticuatro horas ya estaba pactando con los amigos de los dictadores sudamericanos, no merece la confianza correspondiente al apoyo recibido en las urnas. Quedará para el recuerdo el fraternal abrazo que se dieron el señor Sánchez y el señor Iglesias en la Cámara baja, terminado el recuento de los sufragios y todo ello mojado con las lágrimas infantiles del podemita.

Años venideros difíciles, pero no ya por las decisiones de los distintos ministros que habrá que ver, sino por la lamentable presencia de miembros de ERC, Bildu, Podemos y de JxCat en el país Vasco, en una manifestación en apoyo a los presos etarras, partidos esos a los que se les debe la investidura.

Los acuerdos llegados con ellos no han sido desvelados aunque el nuevo lenguaje usado por el presidente permite intuirlos: «la legislatura del diálogo», «conflicto político», «no judicialización», todo ello contrario a lo que fue su postulado electoral. Los nombramientos ministeriales también han abierto un periodo de gestión que empieza a perder predicamento democrático. La señora Dolores Delgado con sus antecedentes, hechos y afirmaciones controvertidas, podría facilitar al poder político el control del poder judicial. No puede sorprender que la oposición liderada por el señor Casado, haya anunciado su desaprobación por mucho que se rodee de oropeles a la presidenta de la abogacía del Estado.

Seriedad, categoría y buenas formas han de enmarcar las decisiones institucionales para que los comentarios surgidos al nombramiento de los ministros que marcarán las líneas de la legislatura, no se centren en el vestuario de los comunistas ni en el número de parejas afectivas que se han incluido en cargos de calado político. No es suficiente querer ser presidente del ejecutivo, hay que valer para ostentar tal responsabilidad. «Dime con quién andas y te diré quién eres».

Ana María Torrijos