Discurso íntegro de Su Majestad el Rey en la entrega del Premio de Literatura en Lengua Castellana ‘Miguel de Cervantes’ 2014 a Juan Goytisolo Gay. – Nos reunimos un año más en este paraninfo, en esta casa de saber que es la Universidad de Alcalá, la ciudad cervantina, para celebrar la fiesta del libro y las letras en español. Y celebramos esta fiesta con un reconocimiento especial a un escritor, a su obra, su trayectoria, a su aportación a nuestro acervo cultural común hispánico. Este año, Juan Goytisolo es quien recibe este público testimonio que es el Premio ‘Miguel de Cervantes’, según ha dictaminado el jurado compuesto por representantes de las Academias de la Lengua y otras personalidades del mundo cultural y literario.
Los vínculos entre Miguel de Cervantes y Juan Goytisolo van más allá de la natural conexión entre el padre de la novela moderna y uno de sus principales representantes en castellano de las últimas décadas. Como en el caso de Cervantes, la novelística de Goytisolo desborda las estructuras clásicas de la narrativa en consonancia con su creencia de que la novela es un género «omnívoro» que comprende los demás géneros literarios.
Pocos autores pueden considerarse tan cervantinos como Goytisolo, como él mismo reconoce y como han señalado también los estudiosos de su obra. Por su comprensión del universo cervantino, por su continua relectura de la obra de Cervantes, muchas veces en clave contemporánea, no es de extrañar que Goytisolo haya declarado recientemente su ‘nacionalidad cervantina’.
En este mismo acto de entrega del Premio Cervantes, Francisco Ayala señalaba en 1992 que la patria de un escritor es su idioma. La lengua española es la herramienta que otorga corporeidad a nuestra creación literaria, pero la obra literaria no aparece en el vacío, pues es tributaria de un universo poblado de obras concretas, el ‘árbol de la literatura’, según afirmó en su día Juan Goytisolo. Y el escritor, prosigue Goytisolo, ha de releer estas obras para así decidir si se trata de prolongarlas, modificarlas, transformarlas… en suma, para ser partícipe de toda una tradición anterior. Esta herencia literaria nos permite extender, o concretar, aquella definición de patria del escritor para así también incluir la patria literaria que, en el caso de Goytisolo, puede ser indudablemente Cervantes.
Miguel de Cervantes intentó, infructuosamente, emigrar a Las Indias, y no sabemos —pero podemos intuirlo— qué pensaría unos años después al comprobar cómo sus libros realizaban sin problemas este viaje a América, donde eran leídos y apreciados. La obra de Juan Goytisolo es hoy reconocida en Iberoamérica por su aportación a este acervo común que es la literatura en lengua española, como muestra la concesión del Premio Juan Rulfo y su estrecha relación con nuestros países hermanos, especialmente con México, en buena parte por su amistad personal y literaria con otro gran escritor cervantino, Carlos Fuentes, Premio Cervantes 1987.
El interés de Goytisolo por nuestra América es bien conocido y en diversas ocasiones nos ha recordado que España no puede desentenderse de su misión de ejercer de puente cultural entre Iberoamérica, Europa y la orilla sur del Mediterráneo.
Gracias a su obra hemos podido viajar a los campos de Níjar y conocer su dura realidad en los años 50 del siglo XX, comprender la mirada de un personaje como Álvaro Mendiola sobre el presente y el pasado de España, viajar a Argelia o a Sarajevo o sentir los olores, los colores y sabores de Marrakech. Su lectura nos permite también conocer al escritor que, en Telón de boca, se dice a sí mismo que «el manuscrito es tu propia vida».
El niño que en su Barcelona natal quería ser escritor, que se refugiaba en unas lecturas que le permitían abstraerse de la realidad circundante, es desde hace décadas una figura cumbre de la literatura en español. Pero su vínculo con la literatura también va mucho más allá de la creación literaria: consciente de ese tributo al ‘árbol de la literatura’ al que antes hacía referencia, Goytisolo ha estudiado a conciencia nuestra historia cultural, campo en el que ha realizado aportaciones fundamentales. Su profundo análisis nos ha permitido redescubrir importantes aspectos de la historia de nuestra literatura, como es la influencia mudéjar en la literatura hispánica durante sus primeros siglos o la importancia que se otorgó a la cuestión de la limpieza de sangre en la Edad Moderna.
En su reflexión sobre la herencia cultural hispánica, Goytisolo ha destacado la diversidad de sus fuentes y orígenes frente a cualquier mirada reduccionista. ‘Hombre de mestizaje’, ha reivindicado la interacción fecunda de las distintas culturas, muy especialmente la de la civilización árabe en el pensamiento europeo y universal. Sin embargo, sus reflexiones no se detienen en el pasado. Periódicamente, su mirada crítica se dirige asimismo a la actualidad, ya sea a través de sus numerosas colaboraciones en prensa o de su participación en documentales culturales.
Hace pocos años Juan Goytisolo anunciaba que se «jubilaba» como novelista, decisión que yo confío no sea definitiva, pues sigue inmerso en la creación literaria, ahora expresada a través de la poesía y el ensayo. Su deslumbrante obra nos enriquece y estoy seguro de que lo seguirá haciendo. Disfrutaremos de ella, pero también nos interpelará, nos ayudará a replantearnos visiones e ideas establecidas y consolidadas. Nos impulsará, en suma, a reflexionar sobre nuestro presente y nuestro pasado, para así quizás afrontar mejor nuestro futuro.
Es mucho lo que la creatividad de Juan Goytisolo sugiere y estimula, y mucho lo que se podría seguir diciendo de ella. Pero hoy, con estas palabras y con el deseo que he manifestado de que siga enriqueciendo nuestra realidad cultural, quiero sobre todo transmitirle nuestro agradecimiento y nuestra enhorabuena más afectuosa por este premio que reconoce su aportación extraordinaria a la literatura en español.
<foto / Casa Real>