Policía amiga de policía Rosa Peral, asesina de su exnovio, vio sangre en la escena del crimen

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FOTOGRAFÍA. BARCELONA (ESPAÑA), 18.02.2020. Una agente de la unidad de investigación de la Guardia Urbana de Barcelona, amiga y excolega de Rosa Peral, vio manchas de sangre en la escena del crimen pero no alertó a los Mossos d'Esquadra porque se creyó las explicaciones de la acusada, principal sospechosa del asesinato de su novio Pedro Rodríguez. Efe

 Efe –  Una agente de la unidad de investigación de la Guardia Urbana de Barcelona, amiga y excolega de Rosa Peral, vio manchas de sangre en la escena del crimen pero no alertó a los Mossos d’Esquadra porque se creyó las explicaciones de la acusada, principal sospechosa del asesinato de su novio Pedro Rodríguez.  Barcelona (España), miércoles 19 de febrero de 2020. 

Así lo ha relatado este martes Nuria G. ante el jurado popular de la Audiencia de Barcelona que juzga a Rosa y a su amante Albert López por matar la madrugada del 1 al 2 de mayo de 2017 a su compañero de la policía barcelonesa.

De acuerdo con la testigo, que tras el suceso acudió en varias ocasiones a casa de Rosa, cuatro días después del asesinato vio «tres gotitas de sangre fresca» en el zócalo de mármol de la puerta inferior del domicilio, donde supuestamente se perpetró el homicidio.

«Le pregunté si se había hecho daño y me dijo que la perra tenía la regla y que ahí era justo donde se sentaba», ha señalado antes de apostillar que la explicación no le pareció «descabellada» y que, por eso, no le dio «más importancia».

Sin embargo, no ha precisado si confirmó que el animal estuviera en celo.

Nuria halló estas manchas mientras ayudaba a recoger la casa de la acusada, con quien tenía una íntima relación aunque hacía tiempo que no se veían, y ha aseverado que estaban donde el día anterior «no había absolutamente nada».

Además de las «gotitas», la agente también identificó manchas de sangre «del tamaño de un puño» en dos toallas cuando ordenaba una montaña de ropa sucia apelotonada en la cama pero tampoco le parecieron sospechosas.

«(Rosa) Me dijo que mantenía relaciones con Pedro y que, para no manchar la cama, ponían la toalla para limpiarse», ha relatado.

Otra de las confesiones que ha llamado la atención de las partes ha sido la de un supuesto comentario que Albert le hizo el día 8 de mayo: «‘Ahora podemos hacer una barbacoa’, dijo en referencia a lo sucedido a Pedro», cuyo cadáver fue calcinado en el maletero de su vehículo y abandonado en las inmediaciones del pantano de Foix.

Por otro lado, ha explicado que fue ella misma quien reveló a los padres de la acusada que había aparecido el coche de la víctima con un cadáver dentro y que éstos no reaccionaron, a pesar de que supuestamente mantenían un estrecho vínculo con el yerno.

«No dijeron nada», ha asegurado Nuria, quien ha aclarado que tras esta confesión no continuaron hablando del tema.

Durante la novena sesión del juicio, algunos compañeros de la guardia urbana también han declarado que, según Rosa, Pedro a veces se ponía «agresivo» y la agarraba por el cuello.

Eso fue precisamente lo que la enjuiciada dijo que ocurrió la noche del 1 de mayo tanto a Nuria como a Rodrigo P., otro urbano al que la acusada involucró en sus relaciones amorosas e hizo partícipe de las artimañas que tejía para tener varias relaciones a la vez.

La otra cara de la sesión la ha protagonizado Tanya A., una antigua presa de la cárcel de Wad-Ras con quien Rosa entabló amistad y que ha desmentido Anyuli, la reclusa que testificó que la procesada drogó a Pedro la noche del asesinato.

El testimonio de Tanya A. ha apuntalado la coartada de Rosa al afirmar que ésta nunca ha cambiado de versión y que sólo accedió a encubrir a Albert porque amenazaba con herir a sus hijas.

La marcada dirección de la declaración de esta testigo ha levantado el recelo del magistrado presidente, quien le ha cuestionado si había sido «amenazada» para declarar a favor de Rosa o «conminada, intimada o recomendada» a no hacerlo en su contra.

Finalmente, este martes han testificado el padre y la hermana de Pedro, quienes han reclamado una indemnización por lo sucedido y para lo cual los acusados han tenido que ocultarse tras una mampara para evitar el contacto visual.