Rubalcaba se va, aplastado por la realidad, cuando por primera vez en España, el balcón de Génova quedó sin abrirse tras lo que el candidato de los populares calificó de victoria, en la noche de lamentación del bipartidismo.
Ha llegado un demagogo. Se ha llevado con él todos los desencantados, culpa de los gestores y gurús del bipartidismo. El PSOE abrió una brecha a su izquierda, para un nuevo formato progresista-nacionalista y, el PP dejó de ser el Partido Popular español. A pesar de la disciplina de voto que suele caracterizar los conservadores, el castigo bíblico político es devastador para los funcionarios clásicos del bipartidismo.
En solo 6 meses, «PODEMOS», del joven político, Pablo Iglesias Turrión ha sabido manejarse en el vacío mediático y tocar la tecla correcta para llegar hasta la médula del Bipartidismo. La inercia, la pasividad y el vacío ideológico de los líderes de PP justifican sin ninguna duda su caída libre.
En la Comunidad Autónoma de Cataluña y en Las Vascongadas los electores tradicionales del PP no votan solamente al Partido Popular por su gestión económica sino por otras cuestiones. En el resto de España, gran parte del electorado del PP quiere una ley de protección del recién nacido desde hace tres años.
Alfredo Pérez Rubalcaba se marcha con una posición clara sobre la consulta de autodeterminación separatista catalana. No hay que frotarse las manos. Al menos con él, toda España estaba segura de que en ningún modo se celebraría una consulta de autodeterminación en Cataluña con su voto.
A pesar de los errores graves que cometió, hay que recordar unos hechos patrióticos del pasado reciente de Rubalcaba: la disolución del ayuntamiento de Marbella por «gestión gravemente dañosa» en 2006 y el decreto ley para garantizar el «tráfico aéreo» con controladores militares en 2010, ante una huelga salvaje de los controladores civiles.